Crítica y Resistencias. Revista de conflictos sociales latinoamericanos

N° 10 (junio-noviembre). Año 2020. ISSN: 2525-0841. Págs.22-38

http://criticayresistencias.com.ar

Edita: Fundación El llano - Centro de Estudios Políticos y Sociales de América Latina (CEPSAL)

Movimientos sociales y participación política de niñas y niños. Una aproximación a la experiencia pedagógico-política de La Miguelito Pepe[1]

Social movements and political participation of girls and boys. An approach to the pedagogic-political experience of La Miguelito Pepe

Santiago Morales[2]

Resumen

A lo largo de la historia le ha sido negada a la infancia su condición de sujeto social y político. No obstante, si bien todavía perduran sólidas resistencias para que sean involucrados en las cuestiones de orden público, existieron y existen experiencias en las que niñas y niños han sido invitados a tomar parte en la construcción colectiva de soluciones a problemas comunes. Uno de esos casos es el de La Miguelito Pepe, un colectivo de educadores y educadoras que promueve la participación protagónica infantil. En este artículo presentamos un análisis de su experiencia pedagógico-política en Fátima (un barrio popular de la Ciudad de Buenos Aires) durante su etapa fundacional, comprendida entre 2014-2016. Nos hemos propuesto rastrear en ella las influencias de dos grandes movimientos infantiles de Argentina y Perú que a partir de los años 80´s promovieron nuevas formas de participación política de niñas y niños de sectores populares. Específicamente, recuperamos las concepciones sobre ternura, trabajo y participación que están presentes en dichos movimientos, para indagar cómo se presentan en la experiencia en Fátima desde la perspectiva de las y los actores sociales: niñas, niños, educadores y educadoras. Para efectuar esta tarea utilizamos diferentes estrategias de investigación cualitativa. Realizamos entrevistas, análisis de documentos, observación participante, y utilizamos, además, registros audiovisuales, folletos y testimonios públicos de las niñas y niños.

Palabras clave: Movimientos sociales, Participación, Niños y niñas, Trabajo infantil, Ternura.

Abstract

Throughout history, childhood has been denied in its status as a social and political subject. However, although there are still strong resistances for them to be involved in matters of public order, there were and are experiences in which girls and boys have been invited to take part in the collective construction of solutions to common problems. One of these cases is that of La Miguelito Pepe, a collective of educators who promote children's leading participation. In this article we present an analysis of its pedagogical-political experience in Fátima (a popular neighborhood in Buenos Aires City) during its founding stage, between 2014-2016. We have set out to trace in it the influences of two great children's movements in Argentina and Peru that, since the 1980s, promoted new forms of political participation for boys and girls from popular sectors. Specifically, we recover the concepts of tenderness, work and participation that are present in these movements, to investigate how they are presented in the Fatima experience from the perspective of the social actors: girls, boys and educators. To carry out this task we use different qualitative research strategies. We carry out interviews, document analysis, participant observation, and we also use audiovisual records, brochures and public testimonies of girls and boys.

Key words: Social movements, Participation, Boys and girls, Child labour, Tenderness.

1. Introducción

La década del 60´ dio inicio a un nuevo tipo de acción colectiva de protesta, vinculado a la emergencia de un diverso conjunto de movimientos sociales, estudiantiles, feministas, ecologistas, antirracistas, que tuvieron lugar a lo largo y ancho del planeta. Estos nuevos movimientos se nutrían de actores, identidades y repertorios no asociados a un carácter estrictamente de clase, denunciando formas de exclusión u opresión que no necesariamente respondían a la contradicción capital-trabajo (Svampa, 2010).

El surgimiento de diferentes “movimientos infantiles” en América Latina (Liebel, 2000, p.31) a fines de los años 70´ y durante la década del 80´, no puede desvincularse de dicho proceso. En 1976 nació en Perú lo que en 1979 se llamaría MANTHOC: Movimiento de Adolescentes y Niños Trabajadores Hijos de Obreros Cristianos. Se trata del primer movimiento social de niñas y niños (en adelante, NyN) autodenominados “NNATs”[3] (Cussiánovich, 1997). Años más tarde fueron surgiendo movimientos de NyN, y/o en favor de las NyN, en muchos países de América Latina y el Caribe, fundándose en 1987, en Argentina, el Movimiento Nacional Chicos del Pueblo (MNCP)[4]. Tal fue así que en 1988, en Lima, tuvo lugar un encuentro latinoamericano de NyN[5], en el cual participaron representantes de Argentina y muchos otros países[6]. Estos movimientos -como el grueso de los nuevos movimientos sociales- evidenciaron conflictos que tradicionalmente se habían considerado como propios del ámbito privado, y crearon nuevas prácticas de lucha y de construcción política (Svampa, 2010).

La Miguelito Pepe es un colectivo de educadoras y educadores que promueven la participación protagónica infantil. Impulsan proyectos político-pedagógicos con NyN en diferentes barrios populares de Capital y Provincia de Buenos Aires, desde 2013. En cada barrio desarrollan diferentes tipos de talleres y espacios pedagógicos a cargo de educadores militantes. Fundamentalmente, promueven espacios asamblearios donde las NyN crean proyectos, debaten y toman decisiones sobre lo que les resulta de interés, a la vez que buscan abordar las necesidades vinculadas a la falta de derechos. Se auto definen como organización de educadores y educadoras, en tanto quieren promover la autoorganización de NyN. Así, desde La Miguelito Pepe buscan que la niñez popular con la que trabajan no forme parte orgánica de su colectivo, sino que fortalezca sus propias instancias organizativas de carácter independiente. En la experiencia de Barrio Fátima que aquí analizamos, las NyN crearon la Asamblea REVELDE.

Barrio Fátima (también conocido como Villa 3) se encuentra en Villa Soldati, en la Ciudad de Buenos Aires. Integrando la Comuna N°8 en el sur de la Ciudad, forma parte del conjunto de barrios pobres conocidos, en nuestro país, como Villas. Las personas que allí viven padecen diferentes carencias vinculadas a los derechos sociales y económicos.

En lo que sigue, empezaremos por recuperar las concepciones de participación, trabajo y ternura que están presentes en las experiencias del MANTHOC y el MNCP. Luego, nos abocaremos a describir y analizar cómo se presentan dichos elementos en la experiencia de La Miguelito Pepe en Fátima, en su etapa fundacional (2014-2016).

2. Debates que atravesaron a las experiencias de los movimientos “Chicos del pueblo” de Argentina y “MANTHOC” de Perú

2.1. Las concepciones sobre la participación

La sanción de la Convención de Derechos del Niño (CDN) en 1989 dio lugar al tratamiento concreto y simbólico de las personas menores de edad como sujetos de derecho. Sin embargo, como afirman Szulc et al (2016), es necesario considerar “la distancia entre los discursos generales sobre los derechos de los niños y las situaciones sociales concretas de vulneración de derechos” (p.129). Los derechos de NyN a opinar y ser escuchados (Art. 12), a la expresión (Art. 13), a la libertad de pensamiento (Art. 14), a la libertad de asociación (Art. 15) reconocidos en la CDN tienen carácter constitucional, y eso significó un gran avance en materia de derechos. A pesar de esto, existen significativas dificultades y resistencias éticas, teóricas y legislativas para que acontezca el real ejercicio de los derechos, agravado con que “el reconocimiento de la autonomía y la protección”, como escriben Padawer, Scarfó, Rubinstein y Visintín, “no son fácilmente conciliables en su aplicación cotidiana” (2009, p.142). Los derechos de participación que allí figuran resultaron por demás limitados, restringidos, e instauraron una ciudadanía a medias (Baratta, 1999) o al menos parcial (Roche, 1999). Son pocos los ámbitos en los cuales las NyN pueden ejercer estos derechos, y la CDN no obliga a los Estados a crear -como señala Carli- “herramientas institucionales concretas para [que las NyN puedan] presentar sus demandas y exigir una respuesta de los gobernantes” (2009, p.65). Menos aún consiguen “asumir por sí mismos, en persona, su propia representación en el interior de las instancias legítimas de toma de decisiones” (Carli, 2009, p.65).

Las resistencias a la promoción y ejercicio de los derechos de participación son analizadas por algunos autores a partir de caracterizar a nuestras sociedades como adultocéntricas (Alfageme, Martínez y Cantos, 2003; Morales y Magistris, 2018). Adultocentrismo refiere a una forma de dominación específica entre el mundo adulto y las nuevas generaciones. Configura un vínculo intergeneracional basado en lógicas de opresión, donde el control lo toman y ejercen las personas adultas, mientras a la niñez, adolescencia y vejez se les niega la condición de sujetos sociales y políticos (Duarte, 2015). Desde esta mirada, se plantea que para romper dichas resistencias, la participación de las NyN debe ser protagónica (Liebel, 2000; Alfageme et al, 2003), y es necesario que se organicen. Esta concepción de la participación protagónica como apuesta emancipatoria ante la opresión por edad, es la que subyace a las experiencias pedagógico-políticas del MANTHOC y los diferentes movimientos de NNATs (Cordero Arce, 2015).

Hacia el año 75´ en Perú, militantes de la Juventud Obrera Cristiana[7] se propusieron promover la organización de las NyN que trabajaban en sus comunidades. La mayoría eran sus propios hijos e hijas. Para ello, establecieron algunos principios pedagógicos. Nos interesa destacar dos de ellos: “1) La organización de los niños no deberá ser el apéndice o la sección infantil de ninguna otra organización. Esto es lo que se reconocería luego como el principio de autonomía orgánica. 2) La organización debe ser dirigida y representada por los mismos NNATs, enunciándose así el principio del protagonismo” (Cussiánovich, 1997, p.19).

Así, Alejandro Cussiánovich y otros educadores y educadoras de la JOC, acompañaron a las NyN trabajadores en un proceso de organización, quienes en 1979 llamarían a su movimiento MANTHOC. Se constituye, así, un movimiento de NNATs de diferentes comunidades, que se dedican a luchar para ser reconocidos como trabajadores y mejorar sus inmediatas condiciones de trabajo y de vida. En él, son los mismos NyN quienes definen los objetivos, toman las decisiones y se auto representan (junto a educadores y educadoras que acompañan). Actualmente el movimiento sigue en pie, reúne a 2.500 NNATs de diez regiones del Perú, y así se presenta a sí mismo:

“Nos hemos organizado para responder a los problemas de discriminación y marginación de los NNATs, subvaloración de nuestras capacidades y esfuerzos por enfrentar la situación de pobreza con nuestro trabajo para ayudar a nuestra familia e ir a la escuela. Luchamos contra la situación de explotación y condiciones de riesgo en que suelen desarrollarse el trabajo (...). El MANTHOC, desde una visión integral de la problemática quiere contribuir a que se implementen políticas sociales que beneficien a los NNATs y a toda la infancia”[8].

La experiencia del MANTHOC parece ajustarse a lo que Liebel define como movimientos infantiles, “movimientos sociales en los cuales los niños mismos dan el tono y tienen la última palabra” (2000, p.32). De manera que, según Liebel, sólo puede hablarse de ellos si las NyN, “gracias al esfuerzo y la responsabilidad conjuntos, expresan sus propias metas y crean sistemas normativos y estructuras autodeterminadas” (2000, p.32).

Otra mirada sobre la participación de las NyN, que consideramos asociada al MNCP, sostiene que como en nuestras sociedades la contradicción principal se da entre el capital y el trabajo, es necesario no separar a las NyN de los espacios organizativos de las personas adultas, a fin de no debilitar la fuerza colectiva del movimiento obrero. Es decir, no promover la organización autónoma de las NyN, sino hacerlos parte de “la toma de conciencia de las desigualdades y sus causas, como proceso de objetivación de la realidad que van realizando chicos y grandes en conjunto” (Shabel, 2016b, p.4), en espacios intergeneracionales compartidos. En la concepción de Morlachetti, “es imposible pensar a los niños aislados de los procesos sociales, de los tiempos y los espacios donde ocurren sus vidas” (2006, p.65),. Para él y el movimiento que lideraba, la fuerza transformadora se vuelve más potente si niños y adultos no fragmentan sus luchas.

El Acta de Constitución del MNCP, firmada por los referentes de los Hogares y Casas del Niño que lo fundaron, evidencia el profundo compromiso que tenían con las NyN en situación de calle, a quienes optan por nombrar como chicos del pueblo. Se lee en el primer artículo: “Las organizaciones que conformamos este movimiento, creemos que la convivencia cotidiana con la infancia olvidada, las experiencias concretas de trabajo con los chicos, ligadas íntimamente a la lucha política del campo popular, son las fuerzas humanas capaces de transformar el destino de nuestro pueblo”.[9]

Destacándose las figuras de Alberto Morlachetti[10] y del Padre Carlos Cajade[11] -los principales referentes del MNCP-, se conformó un movimiento que se propuso exigir al Estado condiciones de vida dignas para la niñez popular, y a su vez, fortalecer la lucha de la clase trabajadora en pos de una transformación estructural de la sociedad. El MNCP está constituido por 400 instituciones no gubernamentales de todo el país que trabajan con niños y jóvenes que se encuentran más cerca de la muerte que de la vida” (Archivo CTA, 2008).

En él se promovieron instancias asamblearias y de participación social y política de las NyN[12]. Como escribió Shabel, citando a Padawer, “en el MNCP, al mismo tiempo que se reclama la protección de los niños, se los vuelve protagonistas del ejercicio de reclamar por los derechos que les son vulnerados” (2016b, p.10). El MNCP realizó cuatro Marchas Nacionales (2001, 2002, 2005 y 2007) que impactaron en el imaginario colectivo[13]. No sólo porque una central de trabajadores reclamaba por los derechos de la niñez[14], tampoco por la masiva presencia de NyN de sectores populares durante dos semanas seguidas recorriendo el país de punta a punta, y en un ámbito (lo público) tradicionalmente considerado no apropiado para ellos y ellas (Szulc et al, 2016), sino también por los títeres gigantes, los globos de colores, los niños payasos, el trencito mágico.

El MNCP se empezó a debilitar en 2007, agudizando su crisis tras la fragmentación de la Central de Trabajadores de Argentina en el año 2010 (Shabel, 2018).

2.2. La mirada sobre el trabajo

De las investigaciones en torno al trabajo infantil se desprenden dos grandes posiciones contrapuestas: la perspectiva abolicionista o erradicacionista y la proteccionista (Novick y Campos, 2007; Rausky, 2011; Frasco Zuker, 2016). Mientras que la segunda se corresponde con la mirada del MANTHOC, ninguna de ellas se ajusta a la perspectiva del MNCP.

La perspectiva abolicionista es sostenida por las Naciones Unidas a través de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y UNICEF (Rausky, 2011). Plantean que el trabajo infantil debe ser erradicado, y para ello, estar prohibido, porque “priva a los niños de su infancia, de su potencial y de su dignidad, y es perjudicial para su desarrollo físico y mental” (OIT, 2002, p.16). En 1973, La OIT instituyó el Convenio N° 138, que fijó el objetivo de “lograr la total abolición del trabajo de los niños” (Liebel y Martínez, 2009). En adelante, impulsará diferentes políticas y convenios (como el N°138 en 1999 sobre “las peores formas del trabajo infantil”) para lograr el objetivo de la erradicación.

Del otro lado, la mirada no abolicionista del trabajo infantil es sostenida en América Latina, principalmente, por el Instituto de Formación de Educadores de Jóvenes, Adolescentes y Niños Trabajadores (IFEJANT) de Perú, espacio ligado de manera orgánica al MANTHOC y al conjunto de movimientos de NNATs[15]. Sus principales referentes intelectuales han formulado la noción de valoración crítica del trabajo (Cussiánovich, 1997; Liebel, 2000; Schibotto, 2011) vinculada al protagonismo de la niñez como nuevo paradigma de infancia. Esta perspectiva es la denominada “proteccionista” en los debates académicos, aunque sus mentores prefieren nombrarla como “valoración crítica”. La valoración “se refiere a la valía humana, personal y social, que tiene el trabajo como componente en los procesos de humanización de la especie” (Cussiánovich, 1997, p.15). Mientras que la referencia a lo crítico tiene que ver con reconocer las circunstancias en las que se da: “ni glorificación del trabajo como reductivo del ser humano, ni negación de su significación a partir de las actuales condiciones de su ejercicio” (1997, p.16). Desde este enfoque, la problematización de la prohibición del trabajo implica repensar el lugar social de las nuevas generaciones en nuestras sociedades, en tanto crítica al adultocentrismo. Lo que plantean es que no se debería prohibir ni abolir el trabajo en la niñez, sino garantizar condiciones para que quienes trabajan puedan hacerlo sin que implique un riesgo para su integridad y su dignidad (Liebel, 2000). Y junto a ello, creen necesario ampliar la categoría trabajo en la infancia para incorporar en ella a las labores domésticas que NyN de sectores populares realizan en su vida cotidiana (Liebel, 2000).

La perspectiva asumida por el MNCP en torno al trabajo en la infancia fue divergente de ambas miradas. Si bien inicialmente tenían cercanía y articulación con el movimiento de NNATs, a medida que se fue consolidando la perspectiva de cada movimiento, se fueron evidenciando las diferencias. En el MNCP reconocían el valor del trabajo de las NyN como insumo pedagógico fundamental. A partir de la recuperación del pensamiento pedagógico de educadorxs como Simón Rodríguez, José Martí, Célestin Freinet y Antón Makarenko[16], entre otros, promovían hacia adentro del movimiento la implementación de emprendimientos productivos con las NyN. En palabras de Taffetani, integrante de Pelota de Trapo (MNCP), “el trabajo es un componente que debe existir” en la práctica pedagógica para “no separar el saber intelectual del material” (citada en Morsolin, 2003, p.56). Sin embargo, dado que cuestionaban su carácter explotador bajo el capitalismo, nunca organizaron sus demandas al Estado en torno a la protección de la niñez trabajadora. Es decir, en la práctica educativa interna del movimiento, promovían el trabajo de NyN como herramienta educativa, pero nunca se encontró la defensa del trabajo infantil entre las reivindicaciones políticas del movimiento. El MNCP, desde la CTA, peleaba por empleo para los trabajadores adultos y por condiciones de vida en dignidad para los chicos del pueblo.

2.3 La ternura

Para Cussiánovich y Morlachetti no hay pedagogía emancipatoria con NyN que no tenga como base la ternura. Más allá de las diferentes maneras de entender la participación y el trabajo de las NyN -vinculadas no sólo a estrategia política, sino también a cuestiones históricas, de composición de los movimientos, de idiosincrasia política, de herencia cultural- podríamos decir que en este aspecto sí coincidían.

Cussiánovich considera que “no podemos hablar de protagonismo sin reconocer que es en la pedagogía de la ternura que encuentra su condición” (2010, p.165). Ha publicado dos libros que recopilan ensayos propios sobre cómo aprender la condición humana desde una Pedagogía de la Ternura (2010; 2015), además de numerosos artículos. Entiende a la ternura como experiencia vivencial (2015, p. 227), es decir, como aquello que emerge de un encuentro entre afectos. En sus palabras, “lo que busca el cariño y el afecto es dar la seguridad al otro de que se le ama y que éste lo sienta. Sólo así esa criatura podrá reconocer, sin temor, sus debilidades, su situación de marginado, de pobre, de explotado y simultáneamente la capacidad de sentirse capaz de hacer, de construir, de cambiar, de saberse socialmente útil y necesario, agente de cambio” (Cussiánovich, 2010, p.175).

Pero la construcción de los lazos afectivos no se da espontáneamente. En este sentido, no se trata simplemente de ir a dar ternura a un grupo de NyN. La ternura no se reparte de unos a otros, emerge en un encuentro pedagógico (Cussiánovich, 2015, p.236). Y que haya encuentro significa sentirse parte de un grupo, contenido y reconocido, sabiendo que “el reconocimiento es expresión y concreción de aprecio, de afecto, de valoración, es el embrión de la solidaridad” (Cussiánovich, 2010, p.109).

Morlachetti, desde su recorrido en el MNCP, ha afirmado que “es la ternura la que tiene el secreto pedagógico” y que en tiempos de “desangelamiento humano” de lo que se trata es de “seducir para la vida” (Morlachetti, 2007, p.269).

“La ternura es el vehículo privilegiado del vínculo humano, proveedor de capacidades para mediatizar y orientar la afectividad (...). Posteriormente, este vínculo dará soporte a la capacidad de reconocer al otro como semejante, de inquietarse y responsabilizarse por las consecuencias de sus actos, es decir: de confiar en la reparación. Esto se hace posible cuando se ha experimentado la perdurabilidad, disponibilidad de las figuras vinculadas, constitutivo del sentimiento de amparo” (Morlachetti, 2007, p.270).

Desde su mirada, es el vínculo pedagógico afectivo entre quien educa y quien es educado, una condición ineludible para inspirar en las nuevas generaciones el deseo de participar social y políticamente en pos de transformar realidades injustas. Plantea que de las figuras identificatorias, las NyN necesitan tolerancia y límites, flexibilidad y coherencia, comprensión pero no justificación cuando transgredan “y, permanentemente, la confianza en la utopía que construyen, el deseo vivo de justicia, aún en la adversidad” (Morlachetti, 2007, pp.270-271). Sin embargo, el vínculo pedagógico será emancipatorio “si, al mismo tiempo, el chico se reapropia también de su saber, de su hacer y de su poder implícitos en sus estrategias de sobrevivencia en la calle, interrogándose sobre su origen, su devenir, redescubriéndose como niño, joven, pueblo, trabajador, condición de acero y cristal, presencia profética de la calle” (Morlachetti, 2007, pp.270-271).

Como coordinador nacional del MNCP, Morlachetti instaló una consigna política que condensa su mirada sobre la pedagogía y la transformación social: ¡con ternura venceremos!

3. Consideraciones metodológicas

El artículo que aquí presentamos se enmarca en una investigación más general que estamos realizando desde el enfoque de la Investigación-Acción Participativa (IAP), el cual invita a promover una participación real (Fals Borda, 1990; Sirvent, 1999; Torres Carrillo, 2015) de las NyN en el proceso de creación de conocimiento (Shabel, 2016a). Esta perspectiva epistémica y metodológica está asociada a una práctica científica, pedagógica y política donde se persigue tanto la construcción de conocimiento científico sobre la realidad como el fortalecimiento de las herramientas políticas para su transformación. La llevamos a cabo desde una estrategia metodológica cualitativa (Vasilachis, 1992; Jiménez Becerra y Torres Carrillo, 2006), utilizando algunas de sus técnicas de recolección de datos. A su vez, ha atravesado esta investigación la decisión de poner en práctica una epistemología del sujeto conocido (Vasilachis, 2007), que recupere la voz de aquellos sujetos que en términos generales son estructuralmente silenciados, o no escuchados.

Quienes realizamos la investigación somos colaboradores de LMP. Aclararlo es relevante en la medida en que nos permite reconocer que los alcances y limitaciones del análisis están atravesados por el compromiso afectivo que tenemos con el objeto. Desde la perspectiva de la sociología reflexiva, nos hemos liberado de “la ilusión de no tener ilusión” (Bourdieu y Wacquant, 1995, p.142). Sin embargo, “adoptar el punto de vista de la reflexividad no significa renunciar a la objetividad, sino poner en tela de juicio el privilegio del sujeto conocedor, al que se exenta de manera totalmente arbitraria (...) del trabajo de objetivación” (Bourdieu y Wacquant, 1995, p.156). La reflexión sobre el hecho de buscar conocer siendo parte del objeto, aunque atraviesa esta investigación, no cobra centralidad aquí por razones de espacio y porque estará presente en futuras publicaciones.

En el marco de este estudio, además de la observación participante, tuvimos acceso a una serie de documentos fundacionales de La Miguelito Pepe y realizamos tres entrevistas: dos a educadores que fueron parte del proceso fundacional, y a una educadora que se integró al proyecto en 2016 (serán referenciados como “Educador1”, “Educador2”, “Educadora3”, respectivamente). Además, realizamos entrevistas a un niño de 13 años y a una niña de 12 (serán referenciadas como “Niño1” y “Niña2”). También accedimos a folletos, registros audiovisuales con testimonios de las NyN, y contamos con una exposición de dos niñas de 15 y 12 años[17], la cual será identificada como “ExpoNiña1” y “ExpoNiña2”. También utilizaremos para el análisis fuentes secundarias.

Por último, cabe aclarar que tomamos como antecedentes al MNCP y al MANTHOC por la explícita referencia a ellos que desde La Miguelito Pepe hacen: “Luchamos con el acervo de experiencia acumulada en la historia del MANTHOC del Perú en tanto constructora de un protagonismo organizado real de los niños, niñas y adolescentes. (...) Nos sabemos herederos de la lucha política y ética a favor y con las niñeces que desarrollara el MNCP en Argentina” (La Miguelito Pepe, 2014).

4. La Miguelito Pepe en Fátima

4.1 “Pensábamos que nos querían meter denuncia”. La organización de NNATs que no fue

En 2014 inició la experiencia pedagógico-política en Barrio Fátima. El equipo de educadores buscaba promover la creación de una organización de NNATs de Buenos Aires, a fin de construir un movimiento a inspiración del MANTHOC. Pero fueron surgiendo diferentes obstáculos que los llevaron a replantear ese propósito.

Eligieron comenzar el proyecto educativo a principios de mayo, de manera que desde el primer encuentro puedan hacer referencia al “Día de las y los Trabajadores”.

Realizaron una convocatoria específica a NyN que trabajaran. En el volante que repartieron decía: “Si tenés entre nueve y trece años y trabajás en la feria o algún puesto, haciendo changas, en un taller, vendiendo, pintando, llevando y trayendo cosas, en una verdulería, kiosco, panadería… te invitamos a...” (Folleto entregado en mano a NyN y a instituciones del barrio, abril 2014). Recorrieron las escuelas del barrio (pasando por los cursos para invitar), hablaron con las NyN que trabajaban en la feria, acercaron la propuesta a las diferentes organizaciones del barrio. Se esperaba entre veinte NyN, para empezar un proceso de organización de NNATs. La sorpresa fue que, de esa convocatoria, se acercaron sólo dos.

No obstante, con el correr de los días se fueron acercando otras NyN, con quienes lograron armar un grupo de quince. Tenían entre ocho y doce años. Pero no realizaban ningún trabajo socialmente reconocido, sino que asumían responsabilidades ligadas al cuidado y mantención del hogar. Cuando se les preguntaba por sus actividades cotidianas en la casa, contaban que se quedaban a cargo de hermanitos menores, que los llevaban o traían de la escuela, que limpiaban y ordenaban, que hacían las compras, entre otros quehaceres domésticos. Sin embargo, ni las NyN ni sus familias nombraban esas actividades como “trabajo”, sino como “ayuda”. Eran las educadoras y educadores quienes intentaban que las llamen y valoren de ese modo. Así como ha sido históricamente con el trabajo doméstico de las mujeres adultas, la idea mayoritaria de estas NyN se corresponde con que “trabajo” es lo que se realiza fuera de casa y cuando hay plata de por medio (Federici, 2013).

En entrevista, contó “Educador1” que tiempo después, cuando ya tuvieron confianza con algunos referentes adultos de las NyN, les comentaron que desconfiaban de ellos porque creían que eran agentes del Estado que intervendrían coercitivamente porque decían que sus hijos trabajaban. “Me acuerdo de la mamá de Sabrina, que me dijo algo así como que le caíamos re bien, pero que era raro eso del trabajo, que no entendían qué tenía que ver… nos matábamos de risa. Y la de Ana fue mucho más directa: ‘pensábamos que nos querían meter denuncia’, me dijo”.[18]

Pese a la voluntad consciente de las y los educadores de LMP de promover una identificación de las NyN como NNATs, se presentaron elementos de la realidad concreta que volvieron inviable esa pretensión política. Tal fue así que finalizando el primer año de la experiencia en Fátima, ese grupo creó una organización de NyN que, no reconociéndose NNATs por las razones ya descritas, se autodefinieron chicos y chicas del pueblo[19]. El nombre que eligieron fue “Asamblea R.E.V.E.L.D.E.”, así, con V corta: “la R de Responsabilidad, la E de Esperanza, la V de Valentía, la E de Expresión, la L de Lucha, la D de Derechos, y la E de Explosión; eso es REVELDE” (Niña2).

4.2. “Que se escuche nuestro pensamiento”. Participación y protagonismo en la Asamblea REVELDE

La Asamblea se constituyó en un espacio de reunión semanal de las chicas y chicos del pueblo. Desde allí fueron impulsando otros espacios e iniciativas, con el acompañamiento de educadores de LMP. En los dos años de historia que aquí analizamos, la Asamblea promovió espacios de recreación y reflexión, apoyo escolar, talleres de cine y de radio, crearon una revista que llamaron “La Curiosidad” y un programa de radio “Lxs chicxs queremos ser chicxs[20]”. Por otro lado, participaron en diversas marchas y reclamos para pedir por el cumplimiento de sus derechos: “Nosotros participamos en marchas, eventos. Estuvimos en la Caravana de los Pibes y las Pibas que hizo Niñez y Territorio[21] en La Plata hasta Plaza de Mayo. Eso es ser visto, que te reconozcan a vos y de qué organización sos y que se sepa qué hacés en cada organización y qué es lo que quieren” (ExpoNiña1).

Antes de participar de esas instancias, las NyN, con la colaboración[22] de una dupla pedagógica de educadores de LMP, reflexionaban sobre cuál era el reclamo, si tenían interés en ir y, en ese caso, para qué. La primera jornada de protesta a la que asistieron fue una marcha por justicia por Luciano Arruga[23], el 31 de enero de 2015. En la asamblea en la que tomaron la decisión, una de las chicas -en ese entonces de 13 años- habló a su grupo: “Una vez que tuvo la palabra dijo: tenemos que ir a apoyar a la familia de Luciano y a pedir justicia, porque lo que le pasó a él nos podría pasar a cualquiera de nosotros’. Ella estaba como exaltada. Y después [dijo] ‘tal vez haya algunos adultos que no nos tomen en serio, pero es mucho lo que podemos lograr estando juntos’. Me acuerdo que en ese momento se me puso la piel de gallina” (Educador2).

Sin embargo, la participación de las NyN no se manifestó solamente en la presencia en marchas. En ocasiones apareció ligado a un discurso de rechazo a la subestimación de ellos y ellas por la condición etaria. Como expresó una de las niñas:

“Si los chicos no van a luchar por sus derechos, ¿quién lo va a hacer? ¿los adultos? Si los chicos quieren luchar por lo que quieren, por ser escuchados, por ir al colegio, por tener un plato, no lo tienen que hacer los adultos, lo tenemos que hacer nosotros. Porque a nosotros nos pasan estas cosas. Los adultos siempre se ponen a pensar por los chicos y no le preguntan qué es lo que pasa, qué es lo que sienten, qué es lo que quieren. Sé que algunos lo hacen para cuidarlos y eso, pero también se tienen que sentar y hablar con los chicos para conocer lo que piensan. Porque los derechos, ¿quién los hizo? No los hicimos nosotros, nadie nos preguntó. Ellos lo hicieron a su manera y porque pensaban que esto era derecho y lo escribieron así. Para mí no es así. Si van a hacer algo de los chicos, ¿por qué lo hacen los adultos? Está bien que lo hagan, pero pregúntennos” (ExpoNiña1).

En sintonía con la modalidad de participación infantil del MANTHOC, hacia junio de 2015 la Asamblea comenzó a contar con dos delegadas, elegidas por el colectivo, que -en palabras de una de nuestras entrevistadas- “son los que nos representan, hablan en nombre del grupo, van a reuniones...” (Niña2). Una de sus primeras tareas de representación fue participar en la organización y planificación del “Foro Lxs chicxs saben más de lo que parece[24]”, una jornada de debate sobre participación infantil que tuvo lugar en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA en octubre de 2015.

Como reflexiona Eliud Torres -recuperando a Jacques Rancière- (2014) es en el proceso de subjetivación que implica el reconocimiento del otro como igual, que los individuos se van constituyendo en sujetos políticos. Antes de la acción política colectiva, se es sólo sujeto social. Esta subjetivación tiene que ver con el encuentro entre un yo y un otro, donde el individuo está presente y se subjetiva en el encuentro con muchos más. Ese es el momento de la política. Y en esas instancias los NyN ejercen su protagonismo.

Como mencionamos más arriba, en el MANTHOC se promovía una participación protagónica. Desde LMP se toma el concepto de protagonismo y se lo ubica en un lugar central a la hora de definir los objetivos. En uno de sus documentos fundacionales puede leerse que se proponen “favorecer la creación de organizaciones sociales y políticas de chicos y chicas del pueblo para que sean actores protagónicos en la lucha por una sociedad que no oprima a los más pequeños por su condición etaria, y que no explote a los trabajadores y trabajadoras por su condición de clase” (La Miguelito Pepe, 2015).

Ahora bien, ¿cómo fueron definiendo ‘protagonismo’ los y las integrantes de esta Asamblea? Varuzza realizó, durante el año 2015, una investigación cualitativa en diálogo con los NyN de esta organización. Lo que intentó fue “que los/as niños, niñas y adolescentes pongan su voz directamente sobre las cuestiones que los/las involucran y que ellos/as desean” (2015, p.52). La perspectiva general de las NyN -según Varuzza- se ve reflejada en el testimonio de una de ellas: “Ser protagonista no significa ser la protagonista de un teatro, para mi ser protagonista significa ser algo más que eso y es que seamos escuchados… y que cada uno tome el rol de cada uno y que opinemos todos, no que sea una la protagonista. Que seamos escuchados, que se escuche nuestro pensamiento” (2015, p.51).

Dos cuestiones relevantes se desprenden de allí: 1) el protagonismo no es una experiencia individual, es colectiva; y 2) ‘que se escuche nuestro pensamiento’ lo vemos asociado a la exigencia de que las personas niñas, en tanto niñas, sean consideradas interlocutoras válidas, ya que las personas adultas nos relacionamos con las nuevas generaciones creyéndonos sujetos únicos de pensamiento debido a la relación desigual de poder propia de nuestras sociedades adultocéntricas (Duarte, 2015)

Como cuenta “Educador2”: “El MNCP nos enseñó que niñez digna y capitalismo son dos proyectos antagónicos; (...) Del MANTHOC aprendimos que la lucha por los derechos de los pibes tiene que ser protagonizada por ellos, haciéndolos parte de las definiciones políticas para luchar contra el adultocentrismo”. En los tres primeros años de esta experiencia parece haber estado ausente la crítica y la práctica antipatriarcal. En este sentido, podríamos pensar que LMP, así como inscribió en su experiencia contribuciones y originalidades del MANTHOC y el MNCP, no supo incorporar, en el período analizado, la deuda de ambos movimientos: la cuestión antipatriarcal. Cuenta “Educadora3” que “en enero del 2016, cuando entré a La Miguelito, el abordaje de la problemática de género no tenía un lugar central; no formaba parte de los objetivos de la organización la lucha contra el sistema patriarcal”. Fue recién en octubre de 2016 que, habiendo viajado a Rosario al 31° Encuentro Nacional de Mujeres, las niñas y adolescentes de Fátima que participaron se propusieron crear un espacio para ellas. Así, ante la iniciativa de las niñas, en 2017 las educadoras de LMP iniciaron un proceso pedagógico-político para problematizar, junto a ellas, la presencia del patriarcado en sus vidas (Espacio Feminista de LMP, 2018), y en la organización de educadores y educadoras también.[25]

Para cerrar, cabe mencionar -a modo de hito que marcó la consolidación de la experiencia- que hacia noviembre de 2016, dos representantes de la Asamblea fueron invitadas a viajar a la ciudad de Rosario (Santa Fe, Argentina) a un encuentro nacional sobre temas de niñez que congregó a centenares de profesionales que acompañan NyN desde diferentes disciplinas. Allí, ante 80 profesionales, compartieron su experiencia, hablaron de su mirada sobre el mundo adulto y sobre cuál es la importancia de que participen las NyN[26].

Dicho eso, consideramos que la experiencia de LMP en Fátima, en sus años de gestación y consolidación del proyecto pedagógico-político, expresa en términos globales, y en lo que a concepciones de participación política infantil refiere, más el espíritu del MANTHOC que del MNCP. Indicadores de ello son la construcción de un espacio organizativo de las propias NyN; la elección de representantes; el rol de los adultos dentro de la experiencia de organización como colaboradores -figura, como se ha señalado, original del MANTHOC-; la apelación de las NyN a una identidad propia que, aunque relacionada con el MNCP, se asemeja a la idea de NNATs en tanto identidad política del sujeto organizado; y la organización como instancia de promoción de una participación protagónica en tanto búsqueda de superación del adultocentrismo.

4.3. “La Asamblea es como nuestra familia”. Ternura y encuentro

Las NyN que fundaron la Asamblea, y los que se acercaron después, no lo hicieron buscando un ámbito donde canalizar la necesidad de combatir las múltiples estructuras de dominio. Lo hicieron porque tuvieron curiosidad por “saber qué hay, qué se hace” (Niño1), porque conocían a alguien que participaba, porque les interesó alguno de los talleres que la Asamblea ofrecía, o simplemente porque el espacio daba respuesta a alguna necesidad concreta (merendar, asistir a un apoyo escolar, por ejemplo). Entre quienes se acercaban, algunos se quedaron a construir y habitar el espacio; otros y otras se aburrieron o no les interesó y no volvieron.

Ahora bien, las NyN que fundaron la organización construyeron una pertenencia e identidad significativa. Cuando se les preguntó a ellas y ellos, en diferentes contextos, qué era la Asamblea, llamativamente apareció con recurrencia la idea de familia:

“La Asamblea es como nuestra familia (...) Si se pelean en tu familia o no te saben escuchar, nosotros somos como tu familia y te podemos escuchar a vos, vos te podes expresar con nosotros y nosotros no te vamos a decir que no, vamos a decir que vamos a hacer todo lo posible para ayudarte a vos”[27]. “Yo cuando vengo acá me siento como si fuera una familia. Porque en mi casa tengo dos hermanos chicos y no me entienden. Entonces vengo acá y me entienden todos, y abro mi corazón para contar lo que siento” (Registro audiovisual, niña, 12 años, octubre 2014).

De todas maneras, cada chico y chica vivió su pertenencia de modo diverso y, por lo tanto, le atribuyó a la Asamblea un significado singular. Podemos decir que, en este caso, “familia” remite a lugar de encuentro, un espacio donde se sentían bien, donde se sentían queridos y cuidados, y donde podían decir cómo se sentían:

Nosotros en la Asamblea REVELDE, cuando uno de nuestros compañeros tiene problemas siempre está ese espacio para que diga qué es lo que le pasa y qué es lo que siente. Es tener un lugar a donde siempre unirse y que se hable, que se exprese y que se diga qué piensa cada uno, que se desahoguen (ExpoNiña1).

El vínculo de cercanía construido entre las NyN de la Asamblea y las educadoras y educadores de LMP, entendemos, ha contribuido en la constitución de eso que los protagonistas de esta experiencia llaman familia. Y, junto a eso, ha funcionado de vehículo para acompañar condiciones de posibilidad para la participación política.

No obstante, el espacio no carecía de conflictos y tensiones entre NyN y con los educadores, enojos, desencantos. Incluso, violencias. En la medida de lo posible, los emergentes eran tomados por las y los educadores para trabajarlos con las NyN, y también entre ellos. Así como muchos conflictos pudieron resolverse, otros se agudizaron.

Nunca las construcciones colectivas carecen de conflictividades. En nuestras sociedades donde la pobreza es cada vez mayor, y donde las diferencias (por etnia, género, edad, clase, etc.) se erigen en desigualdades, las relaciones humanas están atravesadas por múltiples violencias. Justamente, en contextos marcados por la falta de derechos, la discriminación y exclusión social, un espacio de pertenencia y encuentro de NyN y educadores populares puede construir un cerco de ternura que contribuya a resquebrajar el linaje de la crueldad (Ulloa, 2001), y desde ahí invitar a construir soluciones colectivas a problemas comunes. Por ternura no nos referimos a trato dulce, suave, delicado. Si la ternura emerge cuando hay encuentro pedagógico (Cussiánovich, 2015), podríamos decir que en la experiencia analizada hubo encuentro siempre que las NyN se sintieron parte del grupo, se sintieron contenidos y reconocidos; siempre que sintieron deseo de estar ahí, con esos otros y otras que se fueron volviendo familia.

Así, podríamos decir que la invitación tanto del MNCP como del MANTHOC, actualizada en la experiencia de LMP en Fátima, es a convocar a las nuevas generaciones a la participación social y política no desde un discurso sólido e ideologizado, sino a partir de la construcción de vínculos pedagógicos (políticos) que potencien, que crean en los otros y otras, que los persuadan a ser más, que los inviten a desafiar y desafiarse, que faciliten experiencias protagónicas, que los seduzca, por añadidura, para la transformación del mundo. Pero no para que esos sujetos hagan, sean y sientan lo que los adultos y adultas consideran apropiado, necesario y valioso; sino para que esos sujetos descubran sus propias ideas, construyan sus convicciones, protagonicen sus propios procesos de desafíos colectivos, y equivocándose, vayan trazando el sendero de su ser auténtico, rebelde, para convencerse de que “si somos muchos y nos organizamos como grupo y como equipo vamos a lograr muchas cosas” (ExpoNiña2): como, por ejemplo, una nueva y arrasadora utopía de la vida.

A modo de conclusión

En este artículo nos propusimos buscar las huellas del MNCP y del MANTHOC en la experiencia pedagógico-política de LMP, en los años de gestación del proyecto desarrollado en Fátima. Aunque resulte una obviedad, confirmamos que cada experiencia es única e irrepetible. Por más que los antecedentes históricos inspiren en un sentido u otro, e incluso por más intento consciente que haya por parte de las y los protagonistas de replicar procesos anteriores, toda construcción es original porque los contextos y los sujetos son otros. Y así, cobra tanto nuevos sentidos -esperados e inesperados-, como resignifica elementos de las experiencias que la antecedieron.

De los movimientos de Argentina y Perú, pudimos recuperar la mirada que han construido sobre las formas de participación política de las NyN que en cada uno de ellos han tenido lugar, las concepciones sobre el trabajo infantil y las definiciones en torno a la ternura. Siguiendo ese recorrido, hallamos que el concepto de trabajo en las NyN de Fátima, así como en sus familias, aparecía asociado a valoraciones que se volvieron obstáculo para promover procesos de participación y organización. También, pudimos describir y analizar ciertos modos de participación de los chicos y chicas del pueblo de la Asamblea REVELDE, que encontramos cercanos a la forma de organización y promoción de la participación protagónica que tiene lugar en el MANTHOC. Y, por último, cómo la idea de familia que recurrentemente apareció en las voces de las NyN, expresaba, con otro significante pero con un similar significado, la referencia a la ternura, tan presente en el MNCP y en el MANTHOC.

La Investigación-Acción Participativa que le da marco a este artículo continuará, y nos quedan por delante interesantes aspectos por profundizar. Por ejemplo, ahondar en las relaciones de género entre las NyN, y cómo éstas afectan a la participación. Por su parte, resta indagar también en los silencios y las voces que nos llegan del MNCP y el MANTHOC al respecto.

Más allá de los alcances y limitaciones de este artículo, y de la reflexividad que hayamos alcanzado, si algo confirma toda investigación en la que se ponen en valor las voces de las NyN, es que son sujetos capaces, activos y reflexivos sobre sus propias vidas y sus realidades. Y por lo tanto, sujetos que transforman.

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Movimientos sociales y participación política de niñas y niños.

Una aproximación a la experiencia pedagógico-política de La Miguelito Pepe

Santiago Morales


[1] Fecha de recepción: 27/01/2020. Fecha de aprobación: 01/06/2020

[2] Licenciado en Sociología por la Universidad de Buenos Aires (UBA). Maestrando en Educación popular de adultos por la Universidad Nacional de Luján (UNLU). Investigador del proyecto UBACyT “Estado, movimientos sociales y derecho a la educación en América Latina”, dirigido por Hernán Ouviña, radicado en el Instituto de Estudios de América Latina y el Caribe (IEALC) de la UBA.

[3] NNATs es la abreviatura de Niños, Niñas y Adolescentes Trabajadores.

[4] En este trabajo solamente exploramos aspectos del MANTHOC y el MNCP por ser las experiencias que han sido retomadas explícitamente -como veremos más adelante- por La Miguelito Pepe para la construcción de su proyecto pedagógico-político.

[5] Dicho encuentro fue convocado por el MANTHOC, y contó con representaciones de Argentina, Brasil, Chile, Bolivia, Colombia, Ecuador y Paraguay. Será identificado, posteriormente, como el primer encuentro del Movimiento Latinoamericano y del Caribe de Niños, Niñas y Adolescentes Trabajadores, con representaciones que oscilan entre los ocho y los doce países.

[6] Es curioso e interesante a la vez advertir que estas expresiones organizativas de y por NyN surgieron antes de la sanción de la Convención Internacional de los Derechos del Niño. En este sentido, el eje de las luchas y exigencias no tenía tanto que ver con “los derechos del niño” sino más bien con la idea de dignidad (Cordero Arce, 2015; Shabel, 2018).

[7] Organización atravesada por los desafíos que nacían del Concilio Vaticano II y la Teología de la Liberación.

[8] Extraído de https://www.manthoc.org.pe/quienes-somos/

[9] Ver Acta de Constitución del MNCP en http://recetasypolitica.blogspot.com/2018/01/blog-post.html

[10] Referente principal de la Fundación y Hogar Pelota de Trapo, que trabajó con chicos y chicas en situación de calle desde 1974.

[11] Director del Hogar de la Madre Tres Veces Admirable de La Plata, fundado por él en 1984.

[12] En 1988 el MNCP organizó un encuentro entre las NyN de las organizaciones que lo componían, para que discutan sobre la realidad que vivían y busquen soluciones colectivas. Lo llamaron “Primer Congreso de los Pibes de la Calle”, y se realizó en la Confederación General del Trabajo (CGT) de Argentina. Ver Central de Trabajadores de Argentina (Productor y Director) (1988), Primer Congreso de Pibes de la Calle [Película], Buenos Aires.

[13] Ver, por ejemplo, https://www.pagina12.com.ar/diario/ultimas/20-85182-2007-05-18.html; o sino https://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-52698-2005-06-21.html

[14] En 1996 el MNCP se integró a la Central de Trabajadores de Argentina (CTA).

[15] EL IFEJANT se crea en función de un pedido explícito del movimiento organizado de NNATs reunidos en Guatemala en el año 1992, en su III Encuentro de Niños y Adolescentes Trabajadores de América Latina y el Caribe. Nace con el objetivo de garantizar la formación y capacitación de las educadoras y educadores que acompañan a las y los NNATs.

[16] Los cuatro pedagogos mencionados se estudiaban en la escuela de formación política para educadores populares del MNCP.

[17] Se trata de una charla que dieron las niñas a un grupo de 80 adultos y adultas -en Rosario, en 2016-, en la cual relataron su experiencia de organización.

[18] Modificamos los nombres de las niñas para preservar su identidad.

[19] La identidad asumida por este colectivo de NyN tiene que ver, como es fácilmente deducible, con el MNCP.

[20] El programa se transmitió durante dos años consecutivos por Radio Madre (AM 530), primero, y por Radio Sur (FM 88.3) después, ambas radioemisoras de Buenos Aires.

[21] Niñez y Territorio es el nombre de un colectivo de organizaciones que luchan junto a niños y niñas para exigir mejores condiciones de vida. Una parte de las organizaciones que lo componen integraron el MNCP, hasta que se abrieron de dicho espacio por diferencias políticas.

[22] La figura del colaborador es original del MANTHOC. Se trata del adulto que, asumiendo un rol pedagógico, acompaña, guía, trabaja a la par, co-labora junto a las NyN en su proceso de organización. Los y las colaboradoras son parte, en tanto tales, de la organización de las NyN, aunque no pueden representar a ni decidir más allá de los y las protagonistas de estas experiencias.

[23] Luciano Arruga fue un adolescente argentino asesinado por la policía de la Provincia de Buenos Aires en la localidad de Lomas del Mirador. Estuvo desaparecido desde el 31 de enero de 2009, (tras ser detenido ilegalmente y torturado) hasta el 17 de octubre de 2014, cuando apareció muerto enterrado como NN. Al momento de su desaparición Luciano tenía 16 años de edad y se ensañaron con él por haberse negado a robar para la policía.

[24] Para más información, dirigirse a http://novedades.filo.uba.ar/novedades/foro-%E2%80%9Clxs-chicxs- saben-m%C3%A1s-de-lo-que-parece%E2%80%9D

[25] No profundizamos más en este aspecto por salirse temporalmente de los objetivos del presente artículo. Para conocer esa experiencia, que devino en la construcción del Primer Encuentro de Niñas y Adolescentes de Buenos Aires en noviembre de 2017, dirigirse al texto ya citado: Espacio Feminista de LMP, 2018.

[26] Como señalamos en el apartado metodológico, hemos incorporado dicha exposición al análisis que aquí realizamos de la experiencia.

[27] Este testimonio corresponde a una niña que al momento de ser entrevistada tenía 14 años de edad cronológica. Extraído del anexo documental de la tesis de grado de Varuzza (2015).