El uso de maíz como dinero en los tianguis campesinos de Acatzingo y Tepeaca, Puebla[1]

The use of corn as money in the farmers' markets of Acatzingo and Tepeaca, Puebla

Chaac García Esparza[2]

 

Esta obra está bajo una licencia internacional Creative Commons Atribución-NoComercial-No hay restricciones adicionales 4.0 (CC BY-NC 4.0)

Resumen

En los grandes tianguis semanales de Acatzingo y Tepeaca ubicados en los valles centrales de Puebla, México, las familias campesinas de la región realizan distintos tipos de intercambio comercial. Si bien en la mayor parte del tianguis el dinero corriente es el peso mexicano en una zona específica de estos tianguis las mujeres utilizan el trueque y el maíz como dinero para adquirir alimentos. En este artículo analizamos estas prácticas comerciales como una estrategia económica que contribuye al bienestar de la economía familiar  ya que el  valor del maíz es resultado de un complejo proceso de valorización que no solamente implica todo lo que puedes hacer con él (valor de uso: usos alimentarios, rituales, ecológicos), sino también todo lo que puedes comprar con él (valor de cambio), algo que no sucede con los dineros nacionales que sólo tienen valor de cambio y prácticamente ningún valor de uso. De acuerdo a esta investigación, las familias que utilizan dos dineros (maíz y dinero nacional) podrían estar viviendo en mejores condiciones que las familias que solo usan dinero nacional, ya que con el dinero nacional obtenido por la venta de   su fuerza de trabajo los integrantes de las familias pueden pagar servicios y comprar bienes que no pueden comprarse con maíz dinero, mientras que con el maíz dinero que cosecharon pueden adquirir una gran cantidad de alimentos semanalmente, lo que complementa su dieta y fortalece la economía local y regional.

Palabras clave: Mesoamérica, comercio, trueque, dinero, maíz

Abstract

At the large weekly markets in Acatzingo and Tepeaca, located in the central valleys of Puebla, Mexico, rural families from the region engage in various types of commercial exchange. Although Mexican pesos are the currency used in most of the market, in a specific area of these markets, women use exchange and corn as currency to purchase food. In this article, we analyze these commercial practices as an economic strategy that contributes to the well-being of the family economy, since the value of corn is the result of a complex valuation process that not only involves everything you can do with it (use value: food, ritual, ecological uses), but also everything you can buy with it (exchange value), something that does not happen with national currencies, which only have exchange value and practically no use value. According to this research, families that use two currencies (corn and national currency) may be living in better conditions than families that only use national currency, since with the national currency obtained from the sale of their labor, family members can pay for services and buy goods that cannot be purchased with corn money, while with the corn money they harvested they can purchase a large amount of food weekly, which supplements their diet and strengthens the local and regional economy.

Keywords: Mesoamerica, trade, exchange, money, corn

 

Introducción

El presente artículo de investigación está basado en la investigación etnográfica realizada entre 2014 y 2018 en los valles centrales del estado de Puebla, México. El tema general de investigación fueron los intercambios recíprocos de alimentos en mercados campesinos regionales, particularmente en los tianguis de Acatzingo y Tepeaca en los que familias campesinas utilizan el trueque y el maíz dinero para adquirir sus alimentos semanales. El propósito de este artículo es sustentar la existencia del uso del maíz como dinero en una región de gran productividad agrícola, que al circular dentro de una amplia red de cambios se constituye como un elemento importante para la reproducción sociocultural y económica de las familias campesinas por su valor de cambio y de uso; y que adquiere una dimensión política al constituirse como un dinero no estatal que da a las familias campesinas un cierto margen de autonomía económica no sólo a nivel familiar sino también a nivel regional ya que el maíz dinero circula en grandes tianguis a los que acuden semanalmente miles de personas de toda la región del valle de la Malinche. En este sentido, algunas de las preguntas que me hecho en el transcurso de la investigación son, ¿por qué el maíz dinero se utiliza principalmente en los grandes tianguis regionales y no así en los pequeños mercados municipales? ¿cuál es el valor del maíz o cuáles son las características del maíz que le dan la valía para convertirse en dinero? ¿cómo se realiza el cambio de alimentos? ¿cómo promover el uso del maíz dinero sin que ello provoque un alza en el valor del dinero que traiga consigo acaparamiento y especulación? Esta última pregunta quedará para un próximo ensayo.

A continuación, detallo brevemente algunos postulados teóricos iniciales en los que me basé para abordar el tema del maíz dinero. Los sistemas de mercado son mecanismos que posibilitan la distribución y acaparamiento de mercancías mediante la práctica del comercio. Aunque se suele hablar de un sistema mundial de mercado, este actualmente está compuesto por una infinidad de sistemas de mercados, algunos de mayor jerarquía que otros, ocupando más o menos territorio unos que otros, pero todos interconectados, llevando y trayendo mercancías por todos lados, por todo el mundo.

Históricamente, dice John Tutino (2016), no hay que confundir el sistema de producción capitalista con el sistema mundial de mercados dado que el sistema capitalista hace referencia al modo de producción de satisfactores mediante la explotación material de la naturaleza y las personas (Marx), mientras que el sistema de mercado hace referencia a las estructuras de distribución, acaparamiento e intercambio de esos bienes de consumo ya convertidos en mercancías; cuando el capitalismo se manifestó con más ímpetu en el siglo XIX el sistema mundial de mercados ya existía y venía expandiéndose desde el s.XIV, pero no era capitalista, este carácter lo tomará paulatinamente conforme las mercancías que llegan a los mercados sean producidas bajo un régimen de mano de obra explotada asalariada capitalista; sin el sistema de mercados el capitalismo nunca hubiera logrado ser un sistema mundo pero el mercado no es consecuencia del capitalismo, ni el capitalismo lo es del mercado, como explicó Braudel (1994). No obstante esta diferenciación histórica, debe ser claro que no puede existir comercio sin producción, es decir, si algo no se produce -así fuese como idea- ese bien de uso -la idea- no podría comercializarse, por tanto los sistemas de mercado no son independientes de los sistemas productivos, sino que ambos conforman el llamado sistema económico, el cual no se encuentra separado del sistema sociohistórico como sostienen los liberales, sino que todas las relaciones sociales tienen una dimensión económica, cultural y política, dimensiones que no son autónomas, sino que son constituyentes de las relaciones sociales en sí, es decir, del sistema sociohistórico en su conjunto (Polanyi, 2015). Es por esta razón que el capitalismo, como sistema mundial más que como etapa histórica, es un sistema sociohistórico (Wallerstein, 1980) de alcances mundiales constituido por varios sistemas, entre ellos, los de mercado y los de producción.

El sistema de mercados actual ha adquirido bajo las condiciones impuestas por el sistema de producción capitalista ciertas características particulares que permiten diferenciarlo de otras formas estructurales que los sistemas de mercados adquirieron en otras épocas históricas, en otros tiempos, otros lugares con otros modos de producción de la vida material. Es decir, que el mercado no necesariamente es "malo" como algunos han llegado a decir, sino que lejos de ello los sistemas de mercado son mecanismos propios de aquellos sistemas históricos en los que las personas no producen sus satisfactores, por lo cual los sistemas de mercados les permiten conseguirlos, lo que a su vez permite la reproducción del ecosistema sociocultural en su conjunto, así como de las personas en lo individual.[3]  Estos sistemas históricos se encuentran internamente estructurados y divididos en segmentos de clase, género y cultura, lo que ocasiona que la distribución de los satisfactores no sea igualitaria, pero esto no es causa de los sistemas de mercado, sino una consecuencia de la propia estructuración y organización de los sistemas sociales, lo cual se expresa en la economía como en otros ámbitos de la vida social, incluyendo por supuesto el comercio. Además también hay que decir que en la medida en que los sistemas de mercado estructuran las relaciones comerciales estos también tienen un gran peso en el diseño urbanístico de los pueblos, las ciudades, la construcción de carreteras, puertos, aeropuertos, de ahí que la geografía económica haya desarrollado ampliamente teorías al respecto. Una relectura atenta del famoso y complicado texto de William Skinner Sistemas de Mercados y Estructura Social en la China Rural publicado en 1964 bien podría revelarnos los principios sobre los que China ha diseñado y estructurado parte importante de las relaciones comerciales del actual sistema mundial de mercados, que prácticamente hoy ese país domina.

El recién fallecido Eric Van Young en su famoso texto Haciendo historia regional, consideraciones metodológicas y teóricas publicado en 1987 propuso que si bien la identificación de una región es arbitraria de acuerdo a la perspectiva o elementos que se destaquen por parte de quien investiga, la conceptualización de una región siempre debe hacerse en relación a al menos uno de los múltiples sistemas que integran los sistemas sociohistóricos, el sistema político, el sistema económico, los sistemas religiosos, etcétera, con el fin de que la conceptualización permita la comparación histórica y el seguimiento de las trayectorias espacio temporales de lo sistemas sociales. Esta propuesta fue el punto de partida para delimitar una región de estudio, la del valle de la Matlacueye o de la Malinche, en la cual llevé a cabo la presente investigación; regionalización que hice eligiendo dos sistemas ampliamente relacionados, el sistema alimentario y el sistema de mercados.

Región y sistema de mercados

Localizado en el Altiplano central, el valle de la Malinche o de la Matlalcueye es el más grande de los cinco valles principales del Altiplano mexicano: el valle de Morelos, el Valle de Toluca, el Valle del Mezquital y el valle de México. Delimitado por la sierra nevada al oriente y la Sierra Madre al Norte y occidente, los valles que rodean a la majestuosa Matlalcueye forman una gran región biosociocultural. Tomando como referencia al sistema alimentario y al sistema de mercados, se alzó ante mí la posibilidad de identificar una macro región biosociocultural caracterizable por su diversidad ecológica, ya que lo mismo hay desiertos que glaciares, bosques que semidesiertos, y sobre todo grandes llanos por todas partes, muchos de ellos extensiva e intensivamente cultivados desde hace mucho tiempo, además de ser una gran región de mucha agua presente no sólo en presas, lagunas, ríos y pozos, sino también en múltiples pequeños arroyos que bajan de las sierras nevadas que circundan el valle.[4]

Entre 1964 y 1976 la Fundación Alemana para la Investigación Científica que vino en el contexto de la instalación de la fábrica de automóviles Volskwagen (1967), realizó una de las más ambiciosas investigaciones regionales que tengamos memoria en México, pues varios equipos de profesionales realizaron trabajos de investigación en las más variadas materias, paleontología, historia, geología, geografía, arqueología, antropología y un largo etcétera, todas ellas en los valles de Puebla y Tlaxcala, como ellos les llamaron. Los resultados de dichas investigaciones fueron publicados en la revista Comunicaciones (Lauer, 1979), así como en múltiples libros y artículos en otras revistas.

Mapa 1. Sistema descentralizado de mercados en el valle de la Malinche

 

 

 

 

 

 

 

 

Mapa 1. Sistema descentralizado de mercados en el valle de la Malinche. Fuente: Elaboración propia, 2018

Entre las investigaciones realizadas por la Fundación Alemana resaltan las realizadas sobre el sistema de mercados del valle de la Matlalcueye, en las cuales participaron los geógrafos alemanes a Erdman Gormsen, Konrad Tyrakowski, Franz Wolf y Enno Seele.  Cuando estaba realizando esta investigación escribí por email al geógrafo alemán Konrad Tyrakowsk, al único que pude localizar de ellos, para preguntarle lo que recordaba sobre la dinámica del cambio, tema de esta investigación y que menciona en sus textos pero al que no le da una importancia significativa, que fue lo que me respondió, que no pusieron atención en esta práctica comercial porque no les pareció sobresaliente. Lamentablemente no pude mantener una conversación por mucho tiempo con dicho investigador pues cuando le escribí nuevamente ya no obtuve respuesta de él sino de su esposa quien amablemente me comunicó que había fallecido unos meses antes, de todos modos le envié mi tesis y mi agradecimiento por su trabajo.

Más allá de este breve intercambio, lo afortunado fue que pude leer varios de los artículos producidos en aquella época por estos investigadores y que son de gran importancia para comprender la dinámica comercial en el valle de la Malinche (Tyrakowski, 1978, 1990; Seele & Wolf, 1996; Longmate, 1973; Gormsen, 1971, 1973; Barbosa, 1975); siendo publicado en México en 1996 el último estudio al respecto, titulado "Los tianguis en el altiplano de México. Propagación, importancia y función en la zona de Puebla”, bajo la autoría de Franz Wolf y Enno Seele, aunque no descartamos que haya artículos que se publicaron en Alemania que no conocemos acá, porque fue una investigación a la que dedicaron más de veinte años. Yo sólo pude encontrar uno más (Tyrakowski, 1980), mismo que mandé a traducir pero sospecho que podría haber más, por lo que habría que seguir investigando al respecto.  Es así que basándome en las investigaciones de geografía económica sobre los sistemas de mercados de la región del valle de la Matlalcueye realizadas por estos investigadores alemanes, así como en mis propias investigaciones etnográficas realizadas durante mi doctorado (2014-2018), fue que pude sustentar todo un marco de interpretación y conceptualización de la región del valle de la Malinche, particularmente en lo referente a la alimentación, los sistemas de mercado, el cambio y el uso del maíz como dinero, tema principal de este ensayo y de mi tesis de doctorado (García, 2018).

De acuerdo a lo registrado por Erdman Gormsen, Konrad Tyrakowski, Franz Wolf y Enno Seele entre los años 70’s y los 90’s, en la región del valle de la Matlalcueye había múltiples sistemas semanales de mercado por todo el territorio, algunos más grandes, viejos e importantes que otros pero todos interconectados en lo que sería un gran sistema descentralizado de mercados en el Valle de la Malinche, a partir de los cuales una gran cantidad de población tiene acceso a alimentos y mercancías varias. Estos sistemas son, el sistema de mercados del valle de Texmelucan, el sistema de mercado del valle de Atlixco-Izúcar de Matamoros, el sistema de mercado de Tepexi de Rodríguez, el sistema de mercados del valle de Huixcolotla al que pertenecen los tianguis de Acatzingo y Tepeaca, el sistema de mercados del valle de Tlaxcala-Huamantla, el sistema de mercados del valle de Tehuacán, sin olvidar el sistema de mercados del corredor Puebla-Tlaxcala (ver mapa 1).

Habiendo identificado estos múltiples sistemas de mercado pronto caí en cuenta que el Valle de la Malintzin no es un sólo valle sino que es un conjunto de valles y que estos valles estaban articulados mediante dichos sistemas de mercados. La cuestión es que había una limitación de tiempo como para investigar todos esos sistemas, además de yo no quería centrarme en todo el universo de mercancías que llegan a los tianguis como hicieron los investigadores alemanes, ni quería centrarme en el comercio convencional que hace uso del dinero nacional para realizar intercambios, mi intención era centrarme en el comercio de alimentos, particularmente aquel que se realiza mediante el cambio.

Etnografía del tianguis y del cambio

Ya he mencionado antes que el maíz se constituye como dinero dentro de una amplia red de cambios, pero qué es el cambio. El cambio, tal como la gente lo practica en múltiples tianguis del valle de la Malintzin, es una forma de comerciar que incluye dos tipos de intercambio comercial, el trueque de mercancías y el uso de maíz dinero para compraventa de mercancías. Aparentemente el uso de maíz dinero también es un trueque, sin embargo, ello sólo es parcialmente cierto, como se verá más adelante.

Una de las primeras cuestiones que identifiqué es que el cambio de alimentos se realiza en los grandes tianguis regionales, en especial los de Tepeaca y Acatzingo, y no así en los pequeños tianguis, sin embargo, para llegar a esa identificación tuve que hacer recorridos por todo el valle de la Malintzin buscando tianguis donde se realizara el cambio de alimentos, lo que me permitió identificar los sistemas de mercados existentes en toda la región mencionados en la Tabla 1, así como los tianguis en los que se practica el cambio, que son los de Acatzingo y Tepeaca, el Moralillo en Tepexi de Rodríguez, la Purísima en Tehuacan, Chietla y Cholula, por mencionar algunos. En este sentido, quiero comentar que aunque hice algunos recorridos por la parte nororiental del valle correspondiente al estado de Tlaxcala no identifiqué ningún tianguis donde se practicara el cambio, aunque hay informaciones de que este se realizaba en el tianguis de los sábados de la ciudad de Tlaxcala.

Autores

Días de la semana

 

Domingo

Lunes

Martes

Miércoles

Jueves

Viernes

Sábado

Gormsen

(1965)

Ixcaquixtla

Palmar de Bravo

Atoyatempan

Gpe. Victoria

Tlalchichuca

San Salvador

Tlacotepec

Ciudad Serdán

Izúcar de Matamoros

Acatzingo

Texmelucan

Acajete

Cholula

Huamantla

Molcaxac

Puebla

Tepeaca

Grajales

Tecamachalco

Huejotzingo

Atlixco

Tehuacán

Longmate

(1973)

Ixcaquixtla

Gpe. Victoria

Amozoc

Atoyatempan

Palmar de Bravo

Morelos Cañada

Tlacotepec

Ciudad Serdán

Izúcar de Matamoros

Acatzingo

Acajete

Molcaxac

Palmarito

Tetela

 

 

Tepeaca

Tecamachalco

Seele

(1983)

Cholula

Izúcar de Matamoros

Tlacotepec

Atlixco

Texmelucan

Acatzingo

Cholula

 

Tepeaca

Atlixco

Tecamachalco

Tehuacán

Seele

(1993)

Ixcaquixtla

Gpe. Victoria

Palmar de Bravo

San Salvador

Tlacotepec

Izúcar de Matamoros

Ciudad Serdán

Acatzingo

Texmelucan

Tepexi

Huamantla

Cholula

Acajete

Amozoc

Molcaxac

Tepeaca

Atlixco

Tehuacán

García

(2016)

Acajete

Amozoc

Gpe. Victoria

Izúcar de Matamoros

Tlacotepec

Ciudad Serdán

Acatzingo

Moralillo

Texmelucan

Acajete

Amozoc

Tenextatiloyan

Huamantla

Molcaxac

Tepeaca

Tecamachalco

Tehuacán

Tabla 1. Calendario semanal de mercados en el Valle de la Malinche

Una vez que seleccione los tianguis en los que iba a trabajar, que eran aquellos en los que había cambio de manera evidente y multitudinaria, pasé a realizar un trabajo de campo intensivo de visitas a los tianguis de Acatzingo y Tepeaca. Acatzingo los martes, viernes en Tepeaca, una semana uno y una semana el otro, así durante dos años. Faltando algunas veces porque es difícil hacerlo semanalmente, pero haciéndolo de manera continua por lo cual calculo que en cuatro años de investigación habré acudido en más 50 ocasiones a cada uno de los dos tianguis investigados. Además visité los tianguis en ocasiones especiales, como los días de muertos, la fiesta patronal, etcétera.  Las técnicas utilizadas fueron las entrevistas no directivas, la observación, la observación participante, el diario de campo. No hice fotografía y video como parte de la etnografía aunque tomé algunas imágenes, esto debido a que mi intención era pasar como un comprador más.

La etnografía de los tianguis es de las cosas más agradables que hay, los tianguis son un espacio inmejorable para aprender a realizar trabajo de campo, por ello es que siempre como antropólogos recomendamos asistir al tianguis, que son como un gran museo efímero decía Malinowski. En los tianguis hay mucha gente con la cual aprender a conversar, hay posibilidad de abrir nuestros campos perceptivos, poner atención en los olores, los sabores, los movimientos, los colores, las texturas, sentir hambre y saciarla, sentir sed y saciarla, es decir, adquirir satisfactores, de cualquier tipo. Yo regresaba a casa cada semana con una gran variedad de alimentos y también algunas artesanías o curiosidades. No compraba mucho porque casi siempre fui en autobús y cuanto pudiera comprar dependía de cuanto pudiera cargar, pero siempre regresaba a la casa con verduras, frutas, tortillas, etcétera.

El principal motivo para ir al tianguis es ir a realizar intercambios, es decir, que, si no vas a robar, comprar, vender o cambiar, no tiene mucho caso ir al tianguis. No obstante los tianguis son también espacios donde se pueden realizar intercambios no comerciales, me refiero al intercambio de información y de socialización entre personas. Resultado de mis visitas al tianguis pude determinar que sólo hay dos grandes tipos de mercancías, las que están vivas y las que no, que llamamos inertes. Entre las inertes encontramos herramientas, ropa, zapatos, electrodomésticos, teléfonos, y cualquier mercancía industrializada o artesanal, que sea inerte, que no esté viva. Mientras que entre las mercancías vivas encontramos a los animales (gallinas, puercos, chivos, guajolotes, patos, gansos, plantas, árboles, etc.), las personas (porque aunque no hay venta de esclavos, sí que hay venta de fuerza de trabajo, incluyendo prostitución), las plantas (árboles frutales, flores, etcétera). Además también identifiqué que dentro de las mercancías vivas hay un subgrupo de mercancías “que ya no están vivas” o que han entrado en un proceso de descomposición biológica derivado de una intervención humana. Dentro de este subgrupo hay varios grupos secundarios, en primer lugar los vegetales recién cortados frescos y los animales recién matados listos para convertirse en comida. En segundo lugar, los alimentos industrializados (atunes, purés, vegetales enlatados, carnes frías, etc.). Y en tercer lugar los alimentos preparados ya listos para comerse, tamales, atoles, tacos, caldos, barbacoas, tortas, etcétera. Estas mercancías no están vivas sino que están muertos o en proceso de descomposición retardada, pero reproducen la vida. Luego de hacer esta clasificación pude determinar cuáles mercancías eran en las que me interesaba centrar mi atención, que son aquellas que la gente cambia, es decir, alimentos como frutas, verduras, etcétera.

El universo de mercancías existente en los grandes tianguis regionales como los de Acatzingo y Tepeaca es enorme, inimaginable incluso. Para darle orden u organización al mercado las autoridades municipales dividen el tianguis en zonas, la zona de la ropa de paca, la zona de zapatos, la zona de chácharas, la zona de chiles, la zona de granos, la zona de comida, la zona de alimentos, la zona de verduras y frutas, la zona del chicharrón y las carnes, la zona de metates, cal, sal, canastas, la zona de herramientas, y particularmente la zona del cambio, donde este se practica de manera multitudinaria, de ahí que tenga un espacio propio. En la zona de cambio se cambian principalmente verduras y frutas, aunque algunas personas cambian pan, chicharrones, y algunas otros alimentos-mercancías, e incluso también ropa. No se suelen cambiar frijoles o arroz, o animales. Hay quien pensaría que el trueque es una forma de comercio fósil, marginal, que la gente pobre practica porque no tiene dinero. Pero ello es falso, basta ver cómo desde antes de las 6 am miles de personas se reúnen en la zona de cambio para comerciar sus productos, para darse cuenta de ello.

Desde el punto de vista de la ecología cultural, también hay que hacer notar las interacciones que se realizan en la zona del cambio entre poblaciones de distintos pisos ecológicos. Es posible observar que en la región de Tepeaca y Acatzingo hay población que habita en la llanura donde se localizan las plantaciones de hortalizas, las cuales son cultivos de riego. Además, también es posible observar población habitante de zonas un poco más altas, que es donde se siembra el maíz con sistema de barbecho y lluvia de temporal. La gente de la llanura con cultivos de riego ofrece verduras, mientras que la gente de la periferia lleva el maíz para cambiarlo por verduras. Esta es la razón por la que también se encuentra gente proveniente de zonas de pisos ecológicos más altos que baja al tianguis llevando leña y piñas de pino, o más bajos y semidesérticos que llevan petates y tejidos de palma. La leña y el pino no son dinero como en el caso del maíz, pero si son mercancías que se pueden cambiar por otras mercancías. Por supuesto la gente que lleva maíz dinero es mucho más numerosa que la gente que lleva leña o piñas de pino.

En este punto quiero comentar cómo es que yo practicaba el cambio. Como no soy productor de maíz ni de verduras, se me ocurrió que podía hacer lo mismo que las cambiadoras, solo que en sentido inverso, es decir, en lugar de comprar verduras para obtener maíz, yo compraba maíz en la zona de granos y luego llevaba ese maíz a la zona de cambio para cambiar por verduras. Fue una estrategia de observación participante muy efectiva, porque por un lado me permitió conocer y graficar estadísticamente el valor “oficial” del maíz durante todo un año en las “casas de cambio” de maíz donde yo cambiaba dinero mexicano por maíz dinero, pudiendo observar sus variaciones estacionales (Gráfica 1). Además también me permitió hacer cálculos de equivalencia de valor. En general la gente a la hora de cambiar no menciona el valor de cambio que las mercancías tienen en la zona de verduras donde opera el dinero oficial, por lo que sólo cuando la negociación se torna ríspida es que sale a relucir esa información. En el tiempo que estuve yendo a cambiar, entre 2014 y 2018, el precio del kilogramo maíz osciló entre los $4 y los $5 pesos, esto en la zona de granos; hoy día ronda entre los $9 en los valles de Puebla y hasta los $25 pesos en algunos estados del norte de México, pero ello no ha disminuido o aumentado el poder adquisitivo del maíz dinero.

Siendo una característica del dinero el ser fraccionable, es importante decir cómo es que se fracciona la cantidad de maíz al cambiar. La gente suele usar una bandeja de plástico como medida para el cambio. El peso aproximado de lo que le cabe a la bandeja es entre 900 y 1000 gramos. Bajo la premisa, de que se recibe lo equivalente de lo que se da, si por un kilo de maíz se reciben cuatro aguacates, por medio kilo de maíz se reciben dos aguacates, por un cuarto un aguacate. Esos cuatro aguacates no pesaban un kilo pero es la equivalencia establecida por la persona que ofrece. Lo interesante es que esa equivalencia cambia de puesto en puesto y de producto en producto, no hay como tal una norma establecida de cuánto dar a cambio de una bandeja de maíz. En la zona del cambio no se realizan intercambios iguales sino equivalentes, es decir, por un kilo de algo no te dan un kilo de otra cosa, porque por un kilo de maíz te pueden dar kilo y medio de cebollas, o un cuarto de chiles; es decir, no opera una igualdad en gramos, ni una equivalencia respecto al dinero oficial, sino una equivalencia respecto al valor/precio del maíz. Además también hay que decir, que esa bandeja vale por dos cambios de maíz y no por uno como podría pensarse. Incluso también pudimos observar que la gente puede ofrecer un cuarto de la bandeja (medio cambio) por algún producto del cual no quiere mucha cantidad, como cuando pedimos $2 pesos de epazote en el mercado en lugar de un kilo de $40 pesos. Un caso interesante que registramos fue el de un joven matrimonio que adquiría tomates. El hombre realizaba los cambios mientras su compañera observaba. El hombre ofrecía a la vendedora medio cambio de maíz (un cuarto de la bandeja) por un tanto equivalente de tomates, lo curioso es que este acto lo realizó al menos unas diez, quince veces. Curioso porque en lugar de cambiar mucho maíz por muchos tomates, prefería realizar pequeños intercambios de maíz por tomates, tal vez pensando que de esa manera obtenía más tomates.

El maíz como dinero: análisis de valor, equivalencias y poder adquisitivo

Para reflexionar sobre el cambio, vale la pena comenzar por recordar la definición de mercancía. Mercancía es aquello que es dispuesto para su intercambio comercial, si no se le pone precio, si no se ofrece a la venta, ese objeto no es una mercancía, sólo es un objeto. Una obra de arte en mi casa no es una mercancía, es un mero objeto, por lo que sólo adquiere un precio si es puesta a la venta; si lo saco de los circuitos mercantiles no es mercancía, es sólo un objeto. De igual manera, si yo saco del mercado el dinero, es decir, si lo guardo bajo mi colchón, convencionalmente ese dinero vale tanta cantidad, pero en realidad no vale mucho pues se encuentra fuera del mercado, por lo que es sólo un trozo de metal o de papel o de plástico. Esto mismo pasa con las ideas, las ideas se pueden vender, pero mientras esa idea no salga de mi mente, no sea ofrecida en el mercado de ideas, esa idea no es una mercancía, es sólo una idea, un proyecto (Marx, 1995).

De la definición de mercancía se deriva la de dinero. El dinero es una mercancía que se puede intercambiar por cualquier otra mercancía. Por selección social el dinero tiene además algunas otras características para ser funcional, debe ser fraccionable, durable, sencillo de transportar, tener homogeneidad, identidad, etcétera (Marx, 1995). Como es sabido, desde hace mucho tiempo la moneda[5] de nuestros países no vale por su contenido físico, metálico, por lo que su valor es mera convención social, o mejor dicho, imposición estatal. Esto es así, entre otras cosas, por ejemplo en el caso de México, porque en épocas anteriores de crisis económica la gente solía guardar las monedas de plata por su valor metálico y no por el poco valor de cambio que pudiera tener el dinero producto de las devaluaciones, lo que provocaba que la crisis se agudizara aún más. Así que por ello, para evitar que la gente se quedara con la plata que era la parte valiosa de la moneda-dinero, los estados decidieron producir las monedas de materiales metálicos relativamente menos valiosos.[6]

Habiendo definido la mercancía y el dinero, brevemente daré cuenta de la teoría de cómo surgió el dinero (Cf. Marx, 1995). Durante un tiempo la gente practicaba el trueque, es decir, colocaba en el tianguis alguna mercancía producida por sus manos o recolectada en el medio ambiente, la cual intercambiaba por otra mercancía que otra persona llevaba también al mercado para intercambiar; mercados que habrían surgidos en las fronteras entre poblaciones, de ahí el posterior surgimiento del comercio a larga distancia. Ese tipo de intercambio básico es lo que llamamos trueque (trocar, cambiar de lugar), que significa cambiar una cosa por otra: papas por jitomates, limones por chiles, ciruelas por zanahorias. Luego se le comenzó a dar mayor valor a ciertas mercancías, ya fuera por su valor de uso o por su excepcionalidad, como el cacao, las mantas, las hachas de cobre, para el caso de Mesoamérica. Estas mercancías de mayor valor comenzaron a convertirse en representantes de conjuntos de mercancías, es decir, dinero, pero que sólo funcionaban dentro de conjuntos específicos de mercancías (Cf. Mayer, 2004). Conforme se fueron multiplicando los conjuntos de mercancías y los dineros, es que surgió la necesidad de utilizar un solo dinero como una mercancía universal que pudiera intercambiarse por cualquier mercancía no importando el conjunto de mercancías a la que perteneciera la otra mercancía,[7] es decir, con dinero universal se pueden comprar papas, autos, personas, y hasta la felicidad, basta con tener la suficiente cantidad para hacerlo. El dinero universal nació sin duda alguna en sociedades con Estado, pues este proceso implicó la fusión de todos los dineros específicos en un solo dinero universal, es decir, requirió un ordenamiento económico, de lo cual se derivó la necesidad de tener el monopolio del dinero y del comercio, lo que a su vez permitió al Estado tener control sobre las interacciones sociales, y sobre todo tener una vía de ingresos/tributos importantes.

No se tienen indicios que en Mesoamérica antes de la conquista hubiera un dinero universal con el que se pudiera comprar cualquier cosa en cualquier lugar del territorio como hoy ocurre con el “peso mexicano”, aunque sí se sabe que había dineros propios de conjuntos específicos de mercancías, como los bienes preciosos que eran comprados con cacao, pero no había un dinero universal. En el tianguis de Tlatelolco a la llegada de los conquistadores, para poner un ejemplo, no se compraban verduras con dinero cacao, básicamente porque las verduras no pertenecían al conjunto de mercancías susceptibles de ser adquiridas con dinero cacao (Carrasco, 1980). No obstante, había otros dineros que circulaban, siendo el más importante el dinero-maíz, porque con él se compraban los alimentos. No en toda Mesoamérica el maíz era utilizado como dinero porque el maíz dinero es utilizado particularmente en tianguis y los tianguis son propios de localidades con cierta concentración poblacional, así que el uso del maíz dinero ocurrían sólo en los tianguis de las ciudades, en las que además suelen habitar poblaciones que no producen sus propios alimentos. Al respecto Calnek (1980) opina que ante el crecimiento de la población de ciudades como Tenochtitlan el comercio bien pudo constituirse como la principal forma de abastecimiento, lo cual parece deberse, según el autor, a que el tributo era redistribuido principalmente entre la nobleza, por lo que el resto de la población urbana no productora de alimentos, como los artesanos, pudo haber utilizado el intercambio comercial para adquirir distintos productos alimenticios, los cuales eran llevados a los tianguis por campesinos provenientes de zonas periféricas, comercio que también era practicado por los propios campesinos para acceder a productos de distintos pisos ecológicos, para lo cual utilizaban el trueque y el maíz dinero. Por esta razón, desde mi punto de vista no es acertado afirmar que el cacao haya sido utilizado como dinero universal en toda Mesoamérica o entre los mexicas, la razón es sencilla, al no haber compraventa de fuerza de trabajo que fuera pagada con cacao y dado que el Estado no regalaba cacao de manera generalizada para que la gente pudiera comerciar ya que este provenía de   zonas tropicales por lo que la gente común no tenía forma de obtener dinero cacao. Acaso tal vez por redistribución el Estado daba a la nobleza una cierta cantidad de cacao para que compraran cosas, pero la nobleza no compraba verduras, ni comida, ni yerbas, ni comales con ese cacao, compraban bienes de lujo, piedras preciosas, plumas, mantas, aves exóticas, esos eran los bienes que se podían comprar con cacao, porque el cacao era un bien tributado desde zonas tropicales que no se cultiva en el altiplano (Carrasco, 1980).

Para que una mercancía pueda funcionar como dinero corriente debe haber ciertas condiciones. Por ejemplo, tiene que haber en cantidad suficiente como para que toda la población pueda utilizarlo. Si el Estado pone una mercancía en circulación como dinero, el abasto de esa mercancía tiene que asegurarse, no puede de pronto acabarse, que era lo que pasaba cuando la gente sacaba las monedas de plata de circulación. De igual manera, tampoco puede haber una sobreproducción de dinero, pues como cualquier sobreproducción de mercancías ello produce su devaluación, más aún si materialmente no vale nada. En la época prehispánica el Estado probablemente tenía el control sobre el cacao, las mantas, las hachas de cobre, las cuales funcionaban como dinero dentro de ciertos conjuntos específicos de mercancías. Sin embargo, no tenía control, y aun no lo tiene, sobre el principal dinero que la gente utilizaba para adquirir alimentos, que era el maíz. Al ser sociedades agrícolas, sembrar es una actividad que la mayoría de las personas realizan. Incluso algunos grupos de artesanos y los nobles también sembraban, de ahí la importancia de la propiedad de la tierra. Ello hace factible que el maíz fuera utilizado como dinero para comprar alimentos: lo había en cantidad suficiente, la gente misma producía su maíz por lo que nadie tenía el monopolio del dinero, además es fácilmente transportable, fraccionable, con gran valor de uso, y cuenta con un gran valor simbólico. Lo único que no tenía y no tiene es durabilidad, algo que el propio Marx alababa al reflexionar sobre el valor del cacao-dinero, para lo cual cita a Pedro Márti de Angleríar: “Oh, bienaventurada moneda, que ofrece al género humano una dulce y nutritiva bebida y, como no puede ser enterrada, ni conservada mucho tiempo, preserva a sus inocentes poseedores de la peste infernal de avaricia” (citado por Marx, 1989, p. 143). Es decir, que no tener durabilidad lejos de ser un defecto es un acierto pues no permite la acumulación.  Como el cacao, el maíz no puede ser atesorado por la eternidad, no es imperecedero como el oro, sino que sólo puede ser almacenado a lo máximo un año pues los insectos, gorgojos y palomillas, lo atacan irremediablemente, por ello es que no permite la acumulación en demasía y por largos periodos de tiempo.

En el trueque, como ya lo he mencionado, la gente cambia una mercancía por otra. Esta mercancía puede que la haya producido esa persona, o puede que la haya recolectado, como la miel o algunas frutas. Las verduras, como lo mencioné al inicio, se producen en esta región mediante técnicas intensivas de riego por campesinos mediano propietarios, mientras que en el caso del maíz este es producido mediante técnicas de barbecho. Las familias campesinas que producen maíz no producen verduras, así que ello facilita el intercambio de una gran diversidad de alimentos utilizando el dinero maíz o el trueque. Es cierto que muchas de las personas que cambian sus verduras y frutas por maíz, producen en sus huertos esas frutas y en sus sembradíos esas verduras, mismos que llevan al tianguis. Estas personas pertenecen a familias pequeño productoras, que al mismo tiempo son también pequeños cambiadores. Las hay en un número considerable. Son gente que lleva al menos unos 15 kgs de maíz al tianguis semanal para cambiar por alimentos que ellos no producen, o que lleva alimentos que ellos producen para cambiarlos por maíz y otras mercancías. No obstante, quienes llevan la mayor parte de verduras que se ofertan para cambiar no las han producido ellos sino que las han comprado con pesos mexicanos en la Central de Abasto. Lo más común en cualquier lugar es que las personas compren mercancías para posteriormente venderlas -este es el comercio común y corriente, pero estas cambiadoras, porque son principalmente mujeres, compran frutas y verduras para cambiar por maíz, es decir, compran para vender pero no les interesa obtener pesos mexicanos sino maíz dinero, eso es un cambio, que podría pensarse es un trueque porque están cambiando una mercancía por otra pero no lo es porque el maíz no es una mercancía más, sino la mercancía más valiosa dentro del conjunto de mercancías alimentos que puede ser intercambiada por cualquier otra mercancía alimento, una propiedad que no tienen otros alimentos. Es así, que estas cambiadoras compran alimentos en la Central de Abasto, los llevan al tianguis y la gente se los “compra” pagando con maíz dinero.[8]

Ya que el maíz no se puede acumular por mucho tiempo cabe preguntarse qué hacen estas personas con tanto maíz que obtienen semanalmente. El maíz tiene muchos usos, pero por lo que pudimos saber una parte la utilizan para su propia alimentación, otra parte para alimentar a sus animales de traspatio y la otra parte la venden, particularmente a tortillerías, donde obtienen una ligera ganancia en pesos mexicanos.  Es decir, que la actividad comercial que se realiza en la zona del cambio es realmente intensa. Aunque deja ganancias marginales en comparación a lo que se genera en las demás zonas del tianguis en las que se compra y se vende con dinero oficial, esas ganancias no son nada despreciables y muy por el contrario son muy importantes para la reproducción biosociocultural de la población.  De acuerdo a lo que pude registrar durante mis visitas a los tianguis semanales, al final de una jornada de tianguis estas grandes cambiadoras se llevan al menos una tonelada de maíz, media camioneta de leña, y otros productos varios, o en otras palabras se llevan una buena ganancia, que en pesos mexicanos en 2018, era de $5000 la tonelada de maíz, más otros $5000 de la media tonelada de leña, en total unos $10,000 pesos más todos los pequeños cambios que realizaron, que comprados con los $2000 comprados de frutas y verduras en la Central de Abasto, más el gasto de diesel o gasolina $500 por costo de transportación, es decir, unos $2000 de inversión, parece claro que hay un buen margen de ganancia.

Es así que en la zona de cambio un comercio hasta cierto punto justo, y digo hasta cierto punto, porque el precio del maíz, y esto es causa de empobrecimiento de las familias campesinas, varía en relación a su precio en la bolsa de valores de Chicago [Gráfica 1], a los intereses monopolistas de los grandes productores, por las disposiciones gubernamentales y también por las variaciones estacionales. La siembra de maíz en milpa para los pequeños productores es muy costosa, el kilo de maíz no vale el precio que el mercado impone, incluso hoy que tiene un precio elevado tampoco tiene un precio real. Si sube el maíz, suben las tortillas, el sueldo de los obreros no alcanza, la carestía crece. Así que normalmente el precio del maíz es mantenido intencionalmente barato para que las familias no productoras de alimentos sobrevivan, pero a costa del empobrecimiento de las familias campesinas, una receta que el estado mexicano viene aplicando desde mediados del siglo XX. No obstante, todo parece indicar que es mediante la práctica del cambio donde el maíz dinero recupera parte de su valor, permitiéndoles a las familias adquirir una amplia cantidad de alimentos que no producen.

Gráfica 1.  Comparativa entre precios del maíz en la bolsa de Chicago y en los tianguis de Acatzingo y Tepeaca. Agosto 2015 – agosto 2016

Fuente: Elaboración propia con base en datos históricos de la bolsa de futuros de Chicago, el precio del dólar en el Banco de México y el trabajo de campo en los tianguis de Acatzingo y Tepeaca

Hace diez años cuando hice trabajo de campo en los tianguis de Tepeaca y Acatzingo, una señora que llevaba entre 10 y 15kg de maíz, cuando el kilo rondaba los $4 pesos, podía adquirir al menos 20 productos distintos. En mi experiencia, comprar cuatro kilos de maíz por un monto de $20 pesos para luego cambiar ese maíz por productos era más redituable ya que con esos $20 pesos no hubiera podido comprar esos 6 u 8 productos, mientras que si podía adquirirlos utilizando al maíz como dinero. Es decir, el poder adquisitivo del maíz es considerablemente mayor al del peso mexicano. Lo que se debe a que si bien el precio del maíz se establece en relación al conjunto universal de mercancías y no de manera independiente, por lo que así como ha aumentado el precio del maíz también ha aumentado el precio de frutas y verduras, hay un margen de valor autónomo que tiene el maíz que no depende de su precio en la bolsa de Chicago sino que depende de su valor de uso no sólo en términos alimentarios sino también en términos simbólicos y culturales, por lo que si se devalúa en Chicago, no por ello se devalúa en la zona del cambio.

El conjunto de mercancías alimentos susceptibles de ser adquiridos con maíz está constituido por productos tales como verduras (jitomate, lechugas, cebollas espinacas, apio, zanahoria, cebollines, pepinos) camotes (papa, camote morado) frutas (naranja, mango, plátano, fresa, uva criolla, limón, zapote, aguacate, chayotes), hierbas (calanca, manzanilla, siempreviva, epazote, cilantro, yerbabuena, y otras más), flores, carnes de res y puerco, aunque brillan por su ausencia granos como frijoles, haba, arroz, que no suelen ser cambiados, “porque la gente no quiere darlos” me dijo una cambiadora, es decir, que aunque no hay ningún impedimento para cambiar maíz por arroz o habas, la gente generalmente considera a estos productos como fuera del conjunto de alimentos susceptibles de ser intercambiados por maíz.  Sería largo detallar todas las posibilidades de intercambios que la gente realiza, pero de manera breve puedo afirmar que durante mis visitas observé recurrentes cambios de una bandeja de maíz (1 kilogramo, 2 cambios) por las siguientes cantidades de verduras, frutas y yerbas: 12 limones, 3 jícamas, 23 tunas, 5 mangos, 8 granadas, 11 peras chicas, 10 nopales, 4 brócolis, 2 manojos de verdolagas, 2 manojos de huazontle, 2 manojos de quelites, 5 alcachofas, 1 bolsita de chía, cebollines, 2 chayotes, 4 chiles poblanos, 7 calabacitas, 5 cebollas, 9 zanahorias, 7 betabeles, 5 aguacates, 13 tomates, 52 papas chicas, 4 flores de calabaza, 6 chiles güeros, 16 jitomates verdes, 9 pepinos, 1 manojo de té de manzanilla, 2 manojos de té limón, 1 manojo de árnica, entre muchos otros cambios que se dan (García, 2018).

Estas hortalizas forman parte importante del conjunto amplio de mercancías que pueden ser compradas con maíz dinero. Sin duda alguna el contexto de gran producción agrícola parece clave para facilitar el uso del maíz como dinero, pues la inversión de dinero nacional que se utiliza para comprar mercancías en la Central de Abasto que luego se cambiaran por maíz dinero es menor si lo comparamos con la inversión que se necesitaría hacer si esas hortalizas no se produjeran ahí mismo y por lo tanto tuvieran que traerse de un lugar lejano pues ello implicaría un aumento por gastos de transportación, que no podría equilibrarse en relación al valor del maíz. Es por ello que considero que es gracias a la disponibilidad de alimentos y de maíz en la región, así como a toda una teoría del valor propia de la cultura de estas familias campesinas, que hace posible que la gente puede utilizar el maíz como dinero y así acceder a ellos a precios más o menos justos. La gente que va al cambio no va buscando llevarse, los mejores jitomates, las mejores papas, las mejores cebollas, como pensarían los liberales, sino que va buscando llevarse todos esos productos y muchos más, ya que le interesa la multiplicidad y la diversidad. Y todo ello lo puede adquirir con maíz dinero.

Conclusiones. Impacto del uso del maíz dinero en la economía local y regional

Para conocer el impacto del maíz dinero en la economía local y regional, hay que conocer el valor del maíz dinero. Ya he dicho que el valor del maíz no depende exclusivamente de su valor de cambio en el mercado nacional, por lo que hay que indagar cuáles son otras de las consideraciones a partir de las cuales se le da valor al maíz. La definición de valor en términos llanos es muy sencilla pero poco conocida y casi siempre se confunde con valor de uso o valor de cambio. Valor, en pocas palabras, es aquello que satisface.  Esta es la definición liberal de John Locke de 1691, misma que Marx utilizó al escribir su famoso libro El capital: “El valor natural de todo objeto consiste en su capacidad para satisfacer las necesidades elementales de la vida humana o para servir a la comodidad del hombre” (citado por Marx, 1995, p. 3). Es decir, el valor es resultado del continuo proceso de satisfacción de deseos y necesidades. Damos valor a aquello que nos satisface, si nos deja de satisfacer dejamos de darle valor. La satisfacción tiene una dimensión ética, me refiero a los límites de la libertad para satisfacer nuestros deseos y necesidades; la posibilidad del hedonismo y la avaricia son comportamientos humanos identificados hace miles de años que suelen aparecer en el proceso de satisfacción de nuestras necesidades: Dime que te satisface y te diré qué valoras.

La pregunta entonces es, cuál es el valor del maíz, es decir, qué satisface el maíz. Para responder a ello hay que decir que el maíz tiene muchos usos, es un bien que puede satisfacer muchas necesidades y deseos. El maíz es un conjunto de muchas cualidades, por lo que puede ser útil en diversos aspectos, hay por tanto múltiples modos de usar el maíz, lo cual es resultado de un largo proceso histórico y cultural. Las cualidades del maíz están relacionadas con sus distintas dimensiones que lo constituyen, en las que no abundaré porque son demasiado conocidas, pero si quiero mencionarlas puntualmente. La más importante probablemente es la dimensión alimentaria. El maíz se puede preparar y consumir de muy diversas formas, todas ellas creaciones que se han dado dentro de un milenario proceso cultural. Tiene además el maíz una dimensión ecológica, pues sabemos que el maíz tradicionalmente no es sembrado como monocultivo como en los campos agroindustriales, sino en milpa como policultivo, junto con un sinnúmero de otras plantas comestibles, de las cuales también comen otros animales, creando así un sistema ecológico. Además también tiene una dimensión simbólica mítico ritual pues el maíz tiene un lugar importante en la mitología agrícola mesoamericana, así como en las prácticas rituales relacionadas también con la agricultura.  El uso continuado del maíz en prácticas rituales es central para la identidad de los pueblos mesoamericanos. Por último pero no menos importante, hay que decir que el maíz tiene también una dimensión económica, que es la que he explorado en esta investigación, qué se refiere básicamente a la utilización del maíz como dinero. Este uso es posible, como he mencionado antes, debido a que el maíz está en el centro de un amplio conjunto de alimentos/mercancías, por lo cual puede ser intercambiado por cualquier alimento perteneciente a ese conjunto.

Mucha de la gente que trabaja como jornalero agrícola en las plantaciones de hortalizas y que ha conservado la propiedad sobre la tierra son gente campesina que continúa sembrando su propia tierra, no siembran hortalizas de manera extensiva porque no tienen el dinero para competir con los medianos y grandes productores, por lo que en su lugar siembran milpa, un sistema del que obtienen una variedad de alimentos que complementan su dieta, y sobre todo del que obtienen maíz, un producto que no solo vale por todo lo que se puede hacer con él como ya lo he mencionado, sino también que vale por todo lo que se puede comprar con él.  Es decir, por qué un jornalero sembraría maíz si sale caro producirlo, si es más fácil comprar tortillas en el mercado. La razón es sencilla, porque están produciendo dinero, los campesinos del valle de la Malintzin siembran maíz y cosechan dinero. Para una familia campesina no es rentable sembrar maíz con fines de venta pues la ganancia es mucho menor que la inversión. Por esta razón si una familia siembra milpa, la mayoría de veces lo hace porque tiene otras fuentes de ingreso, no depende totalmente de la producción milpera para vivir, sino que algunos de sus integrantes pueden ser albañiles, comerciantes, jornaleros agrícolas, etc. o ser beneficiarios de algún programa de gobierno, por lo que la siembra de milpa se realiza mayormente como una práctica cultural alimentaria, simbólica, ritual y ecológica, que les da identidad y que reproduce socioculturalmente al grupo de pertenencia. Sin embargo, en algunas regiones, como el caso estudiado, se siembra maíz y se cosecha dinero; lo cual no ocurre en otras regiones campesinas del país en las que también hay abundancia de maíz.  Es común escuchar que el dinero no crece en los árboles y puede que sea cierto, pero de lo que estamos seguros es de que si crece en la milpa. El maíz dinero crece en la milpa. Esta relativa facilidad para acceder al maíz dinero es lo que permite que miles de personas se congreguen semanalmente en los tianguis a cambiar, dado que cualquier persona lo puede producir, siendo por ello un dinero no nacional, no estatal y dependiendo de su productor y su proceso productivo, también podría ser dinero no-capitalista (es decir, que fuera producido sin explotación de mano de obra, sin fertilizantes químicos, con semillas nativas, etc.).

La utilización del maíz como dinero facilita a las personas el acceso a una gran cantidad de alimentos, pero no solamente, sino que contribuye en gran medida al bienestar de la economía familiar ya que con el dinero nacional obtenido por la venta de la fuerza de trabajo los integrantes de las familias pueden pagar servicios y comprar bienes, entre ellos alimentos industrializados como aceite, sal, azúcar, pastas, bebidas, etcétera, los cuales no suelen cambiarse o comprarse con maíz dinero, mientras que con el maíz dinero que cosecharon pueden adquirir una gran cantidad de alimentos semanalmente. Por supuesto, no quiere decir que estas familias vivan holgadamente, pero de acuerdo a mis datos podrían estar viviendo en mejores condiciones que otras familias que no producen su propio maíz dinero ya que estas familias utilizan dos dineros, el dinero nacional y el maíz dinero.

Para concluir. El maíz dinero tiene un valor que es resultado de un complejo proceso de valorización. El maíz dinero no solo satisface una necesidad o deseo sino que tiene cualidades que le permiten satisfacer una amplia gama de deseos y necesidades. El valor del maíz implica no solamente todo lo que puedes hacer con él (valor de uso), sino también todo lo que puedes comprar con él (valor de cambio), algo que no sucede con los dineros nacionales (y las criptomonedas) que sólo tienen valor de cambio y prácticamente ningún valor de uso. El maíz utilizado como dinero en regiones de gran producción agrícola no sólo sirve como facilitador de intercambios, sino también como reproductor de los ecosistemas socioculturales.

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[1] Fecha de recepción: 20/08/2025. Fecha de aceptación: 09/12/2025

Identificador persistente ARK: https://id.caicyt.gov.ar/ark:/s25250841/kphddweqq

[2] Centro de Estudios Antropológicos, UNAM.

México

yutkeej@gmail.com   

https://orcid.org/0009-0008-8753-4609

 

[3] El ejemplo más evidente es el caso de las personas que no producimos nuestros propios alimentos por lo cual tenemos que recurrir al mercado para conseguirlos, alimentarnos y seguir viviendo.

[4] Lo que en este ensayo expongo es resultado de mi investigación de doctorado realizada en el posgrado en Historia y Etnohistoria en la Escuela Nacional de Antropología e Historia (2014-2018). Para una discusión más profunda de lo aquí expuesto consultar la tesis Cambio de alimentos en los tianguis regionales de Acatzingo y Tepeaca (García, 2018).

[5] La moneda es la dimensión física del dinero.

[6] De acuerdo a información del Banco de México las monedas de menor denominación como las de 10c, 20c, 50c son de hierro y otros componentes como cromo, silicio, manganeso y níquel. Mientras que las de mayor denominación, de $1, $2, $5 y $10, son de cobre, aluminio, níquel y zinc. Si el cobre se cotiza hoy día en alrededor de $130 pesos,  el aluminio en $17 pesos el kilo y el níquel en $385 pesos el kilogramo; tomando en cuenta que la moneda de 10 pesos familia C pesa 10.329 gramos, de los cuales la parte central de la moneda es 65% es cobre, 10% níquel y 25% zinc, mientras que el anillo periférico está hecho de 92% cobre, 6% aluminio, 2% níquel, entonces el total valor del cobre de una moneda de $10 es de aproximadamente 1 peso, el valor del níquel de 23 centavos, pese a que es más caro que el cobre. Lo que significa que el valor simbólico de la moneda de $10 pesos no se corresponde con su valor en metálico, sumando a que los aproximadamente 8 gramos de cobre no tienen mayor valor de uso. Información tomada del Banco de México. https://www.banxico.org.mx/billetes-y-monedas/moneda-10-pesos-familia-c-cir.html

[7]El surgimiento del dinero, de acuerdo a Marx, es un proceso de desarrollo de las formas del valor donde se comienza por establecer una equivalencia entre dos mercancías lo que permite su cambio [forma I: M – M], luego entre múltiples mercancías lo que permite múltiples cambios [forma II: M – M – M – M – M – M – M], después todas las mercancías en relación a una mercancía particular, lo que hace posible el intercambio comercial de larga distancia [Forma III: M(a); M(b); M(c); M(d); M(e) = M (z)] y finalmente, el dinero [Forma IV: m(a); m(b); m(c); m(d); m(e) = D] que permite el intercambio generalizado de mercancías (Cf Marx, 1995, pp. 14-36).

[8]Ejemplos de cadenas de compra, venta y trueque.  Venta:  Una mercancía la vendemos por dinero (M - D). Compra: Compramos con dinero una mercancía (D - M). Series de compraventa:  Con dinero compro una mercancía que luego vendo a cambio de dinero (D - M - D). Una mercancía la vendo a cambio de dinero para comprar otra mercancía (M - D - M). Con dinero compro una mercancía que vendo por dinero, con la cual compro mercancía que vendo por dinero, y así sucesivamente (D - M - D - M - D – M). Trueque de mercancías: El trueque de mercancías, cambio de mercancía por otra mercancía (M - M). Una mercancía la podemos cambiar un tanto número de veces por otras mercancías hasta que acabe su existencia. Series de trueque de mercancía: Cambio plátanos por calabazas y luego por cebollas y luego por chiles y luego por otras mercancías (M - M - M – M). Trueque de dinero: Hoy día le llamamos compraventa de divisas, pero sería más exacto llamarle trueque de dinero, porque estamos cambiando una mercancía por otra mercancía (D - D). Introducción de trueques en cadenas compraventa: Con dinero compramos una mercancía que cambiamos por otra mercancía que vendemos por dinero, con el que compramos mercancía que cambiamos por otra mercancía (D - M - M - D - M – M). Uso de maíz dinero (mD) y dinero nacional (Dn): Con pesos mexicanos compramos una mercancía que vendemos por maíz dinero y ese maíz dinero lo vendemos por pesos mexicanos, con los cuales compramos más mercancía ( Dn – M – mD – Dn – M – mD)