Crítica y Resistencias. Revista de conflictos sociales latinoamericanos

N° 8. Año 2019. ISSN: 2525-0841. Págs.19-30

http://criticayresistencias.com.ar

Edita: Fundación El Llano – Centro de Estudios Políticos y Sociales de América Latina (CEPSAL)

Más allá de la Hipótesis Represiva[1]

Beyond the repressive hypothesis

José Ignacio Scasserra[2]

Resumen

Nos proponemos desarrollar las críticas a la hipótesis represiva realizada por Michel Foucault en su libro La voluntad de saber, con el fin de evaluar la pertinencia de la misma sobre el pensamiento de Sigmund Freud, específicamente en el llamado “giro del 20”. En vistas de tal fin, en primer lugar, desarrollaremos las críticas a la hipótesis represiva tal y cómo Foucault las despliega, sistematizándolas en las tres preguntas por él señaladas en el primer apartado del libro (pregunta histórica, histórico-teórica e histórica-política) y nutriendo su desarrollo con las investigaciones presentadas por el autor en el capítulo “El dispositivo de sexualidad”. En segundo lugar, tomaremos el texto Más allá del principio de placer como desarrollo representativo del pensamiento freudiano, aprovechando la perspectiva que el autor presenta allí sobre sus trabajos previos para ilustrar el primer y el segundo modelo pulsional. Finalmente atisbaremos una conclusión en donde evaluaremos la pertinencia o no de la crítica foucaultiana para los modelos freudianos.

Palabras clave: Represión, Sexualidad, Foucault, Freud, Poder.

Abstract

We aim to develop the critiques on the repressive hypothesis made by Michel Foucault in his book The Will to Knowledge, in order to evaluate it´s relevance on Sigmund Freud´s thinking, specifically in the so-called "turn of 20". In view of this purpose, firstly, we will develop the critiques on the repressive hypothesis just like Foucault develops them, systematizing them in the three questions indicated by him in the first section of its book (historical, historical-theoretical and historical-political questions) and nurturing its development with the research presented by the author in the chapter "The deployment of sexuality". Secondly, we will take the text Beyond the pleasure principle as a representative development of Freudian thought, taking advantage of the perspective that the author presents there on his previous works to illustrate the first and second drive model. Finally, we will glimpse a conclusion where we will evaluate the relevance or not of Foucault´s critiques on Freudian models.

Keywords: Repression, sexuality, Foucault, Freud, Power.

1. Introducción General: Decir el sexo; decir su represión.  

“Hablar contra los poderes, decir la verdad y prometer el goce; ligar entre sí la iluminación, la liberación y multiplicadas voluptuosidades; erigir un discurso donde se unen el ardor del saber, la voluntad de cambiar la ley y el esperado jardín de las delicias: he ahí indudablemente lo que sostiene en nosotros ese encarnizamiento en hablar del sexo en términos de represión”

Michel Foucault, La voluntad de Saber

La cita escogida como encabezado bosqueja un peligroso molino de viento que no acaba de ser martillado por el trabajo filosófico. El poder, comprendido en términos de represión negativa que inhibiría la verdadera naturaleza del hombre, de su deseo y su subjetividad, tienta la fábula de proponer liberaciones últimas donde la sexualidad encuentre la pasarela idónea para su pavoneo originario y verdadero. Contra ésta sombra de dios es que Michel Foucault se propone discutir en el primer tomo de su Historia de la sexualidad, titulado La voluntad de saber. Allí, el autor arremete contra la “hipótesis represiva” bajo la cual se pensó a la sexualidad como víctima de una constante y brutal represión. El autor comprenderá que dicha hipótesis, en nombre de una “verdadera” naturaleza de la sexualidad, descuida el hecho de ser parte de un arco argumentativo mayor, que no ve y desconoce: el del dispositivo de la sexualidad.

Este dispositivo aglomeraría los intentos por alojar la verdad del sexo dentro del discurso: decir el placer, su verdad y su historia, será a partir del siglo XVII la obsesión que recorra las formaciones de saber de diversas disciplinas. Uno de los tantos episodios del desarrollo de este dispositivo fue, en efecto, la “hipótesis represiva” llamada también por el autor en otras ocasiones como “hipótesis Reich” (Foucault, 2014, p. 29) emparentándola de este modo directamente con la tradición psicoanalítica y con el freudo-marxismo.

Ahora bien, consideramos que, siendo la tradición psicoanalítica muy vasta y llena de divergencias y perspectivas encontradas, la formulación de Foucault no basta para atribuir los problemas de la “hipótesis represiva” a la totalidad del saber psicoanalítico, su práctica y su institucionalización. Es por ello que en el presente trabajo nos proponemos evaluar la pertinencia de la crítica a la hipótesis represiva en el pensamiento de Sigmund Freud, específicamente en los desarrollos que orbitan en torno al llamado “giro del 20”. En vistas de tal fin, en primer lugar, desarrollaremos las críticas a la hipótesis represiva tal y cómo Foucault las habría desplegado en La voluntad de saber, sistematizándolas en las tres preguntas por él señaladas en el primer apartado del mismo (pregunta histórica, histórico-teórica e histórica-política). En segundo lugar, tomaremos el texto de Freud Más allá del principio de placer como desarrollo representativo de su pensamiento, aprovechando la perspectiva que el autor presenta allí sobre sus trabajos previos. De este modo, abordaremos el primer modelo pulsional freudiano presente en el comienzo del texto, ampliándolo con ocasionales desvíos hacia otros trabajos de su primer período (“La represión” y “Formulaciones sobre los dos principios del acaecer psíquico”). En tercer lugar, esquematizaremos el segundo modelo pulsional con las partes subsiguientes de Más allá del principio de placer. Finalmente atisbaremos una conclusión en donde evaluaremos la pertinencia o no de la crítica foucaultiana para los modelos freudianos.

2. Una arqueología del psicoanálisis

2.1. Introducción

A partir de los desarrollos de Foucault en La voluntad de saber se ha instalado una fuerte polémica en torno a las concepciones que comprendan al poder como negativo y unilateral. Como veremos, la apuesta del autor estará colocada en rastrear el carácter productivo de las relaciones de poder. A efectos de ceñirnos a los objetivos de este trabajo, nos limitaremos a desarrollar los interrogantes planteados por el autor en el primer capítulo del libro (“Nosotros, los Victorianos”) y a las posibles respuestas que articula más adelante, en el capítulo cuatro (“El dispositivo de sexualidad”) sistematizándolo de este modo nuestros desarrollos en las tres respuestas que el propio autor da sobre los tres interrogantes que monta para sospechar de la concepción “represiva” del poder.

2.2 El sexo sin la ley, y el poder sin el rey

“La historia del dispositivo de sexualidad, tal como se desarrolló desde la edad clásica, puede valer como arqueología del psicoanálisis” (Foucault, 2011, p. 125). Recordemos que la arqueología es un método que se propone abandonar la descripción de la historia del conocimiento en su dirección progresiva hacia el develamiento de una objetividad, para concentrarse en lo que Foucault llamó “episteme”, esto es, las condiciones de posibilidad históricas de un saber determinado, (Foucault, 1997, pp. 5-10 y 2008, pp. 175 – 183). Ante esta definición, no cabe duda de que La voluntad de saber narra las condiciones de posibilidad de la práctica psicoanalítica por medio de rastrear las condiciones de emergencia y el desarrollo del llamado “dispositivo de la sexualidad”.

Este “dispositivo de la sexualidad” será el que ordene el campo discursivo, teórico, institucional y jurídico en torno a una idea capital: se debe hablar de sexo, se debe rastrear obsesivamente su verdad y alojarla en el discurso. Dicha tendencia acabara por imponerse en occidente: “Entre sus emblemas, nuestra sociedad lleva el del sexo que habla. Del sexo sorprendido e interrogado que, a la vez constreñido y locuaz, responde inagotablemente. Cierto mecanismo, lo bastante maravilloso para tornarse él mismo invisible, lo capturó un día” (Foucault, 2011, p. 75).  El dispositivo, aunque heterogéneo, se mostró efectivo: una vez que Foucault logra asilar como rasgo distintivo la consigna “hablar de sexo” (Miller, 1999, p. 68), mostrará cómo se conjura allí una multiplicidad de discursos que, si bien se presentan como contrarios, se dejan englobar por el dispositivo que aspira a decir el placer.

Dentro de los múltiples desarrollos discursivos sobre el sexo, el que le interesa destacar a Foucault es el que conceptualizará como “hipótesis represiva”, que habría montado sobre el pasado la insistencia sobre la moderna represión de la sexualidad, haciéndola coincidir con el desarrollo del capitalismo y del orden burgués, debido a la incompatibilidad del derroche energético del sexo con la dedicación al trabajo necesaria en las épocas de explotación capitalista a la que se refiere. De allí se desprende una vertiente que consideraría la emancipación social en términos de liberación pulsional[3].

Podemos ver entonces cómo la “hipótesis represiva” nace en el marco de un dispositivo más amplio, que ella no percibe ni comprende, que la ha constreñido a necesitar decir la verdad sobre el sexo que busca liberar. Por ello, frente a esto, Foucault propone tres dudas considerables: 1) Una pregunta histórica: ¿Es la represión del sexo una evidencia histórica?; 2) una pregunta histórico – teórica: ¿es la mecánica del poder del orden de la represión?; 3) y una pregunta histórico – política: el discurso crítico sobre la represión, ¿le cierra el paso al mecanismo de poder o forma parte de la misma red histórica que denuncia, y disfraza?

A lo largo del desarrollo del libro el autor abordará estos problemas, poniendo en cuestión tanto la evidencia histórica, como la pertinencia conceptual, y los objetivos de la hipótesis represiva. Dichos desarrollos exceden los límites de nuestro trabajo, pero podemos condensarlos esquematizando las tres respuestas que Foucault ensayará en torno a estos tres problemas, todas presentes en el capítulo “El dispositivo de sexualidad”.

1) Con respecto a la pregunta histórica, (¿Es la represión del sexo una evidencia histórica?) Foucault no niega la existencia efectiva de la represión. Ahora bien, señalará que la misma es propia de una concepción “jurídico-discursiva” de la ley, y que adoptarla en nuestras investigaciones nos compromete, con respecto al poder, a “pensarlo a partir de una forma histórica muy particular de nuestras sociedades: la monarquía jurídica” (Foucault, 2011, p. 86). Con el advenimiento de la modernidad y de las relaciones capitalistas de producción, será necesario, a juicio del autor, modificar el modo en que comprendemos los mecanismos del poder. El esfuerzo de Foucault a lo largo del libro será el de quitarle el lugar privilegiado, en el análisis, a la prédica de la ley; en palabras del propio autor: “Se trata de pensar el sexo sin la ley y, a la vez, el poder sin el rey” (Foucault, 2011, p. 88). Dicho esfuerzo cobra sentido en virtud de que los devenires históricos de los dispositivos de poder nos exigen pensarlo en términos “estratégico-productivos”, lo cual nos lleva a la respuesta de la segunda pregunta.

2) Con respecto a la pregunta histórico-teórica (“¿es la mecánica del poder del orden de la represión?”) Foucault demostrará que, si sólo nos ceñimos a una noción negativa del poder, no comprendemos su modo relacional y nos arriesgamos a desdibujar su complejidad. En efecto, el poder, lejos de funcionar de forma negativa, inhibiendo cualquier manifestación del placer, entabla con éste último una relación más compleja: el poder no buscará obturar al placer, sino que entre ambos polos se perseguirán, excitarán y reactivarán. Esta concepción será deudora de los principios metodológicos con los cuáles el autor habría abordado la noción misma de poder: el funcionamiento del mismo será entendido como productivo, normativo y administrativo. Más que negar la realidad, operara en virtud de su configuración; más que responder a un foco único de su ejercicio, refiere a “la multiplicidad de las relaciones de fuerza inmanentes y propias del campo en el que se ejercen, y que son constitutivas de su organización” (Foucault, 2011, p. 89). Allí pues, Foucault ha logrado tomar distancia tanto de una perspectiva que considere los polos dominantes – dominados como inmóviles, y ha dado cuenta de cómo el ejercicio de poder constituye, conforma y produce modos de organización, y podríamos agregar, formas de subjetivación específicas. Aceptado esto, ya no queda mucho lugar para rastrear índices de verdad subjetivos y externos a las lógicas del poder: el deseo, la sexualidad, el placer, o la búsqueda misma de emancipación se encontrarán, desde el comienzo, dentro de una compleja trama de relaciones de poder, en la que los “dominados” ejercen un rol más activo del que tradicionalmente se les habría asignado[4]. Llamamos momentáneamente la atención por el modo en que esta concepción de poder compromete la noción misma de subjetividad, extrayéndola de un lugar impoluto para colocarla inmediatamente dentro de un escenario relacional, ya que será importante en nuestra conclusión.

3) Por lo expresado previamente podemos ver hasta qué punto el ejercicio del poder es capilar e imperceptivo a la vez; de allí que, sobre la hipótesis represiva, señale Foucault: “la posibilidad misma de su éxito estaba vinculada al hecho de que se desplegaba siempre dentro del dispositivo de sexualidad, y no fuera de él o contra él” (Foucault, 2011, p. 126). Donde autores como Wilhelm Reich creerían ver la posibilidad de la emancipación, descuidaban el hecho de que estaban bajo la sujeción del dispositivo mismo de la sexualidad occidental.

2.3 Conclusión

Recuperando los desarrollos previos, podemos dar cuenta de que la práctica psicoanalítica, inmersa en un sistema explicativo en torno a los dilemas sexuales infantiles, es una parte innegable del desarrollo del dispositivo de la sexualidad. Ahora bien, siendo la “hipótesis represiva” un momento solamente de aquél, que encuentra su mayor exponente en Wilhelm Reich, aún no queda claro si Freud puede ser o no inscripto dentro de esta última línea.

3. Realidad y placer en un primer modelo pulsional

3.1 Introducción

Como es sabido, la obra de Freud funda la discursividad psicoanalítica (Foucault, 2010, p. 31) e instala múltiples tópicos que llegan hasta nuestros días dentro de su práctica y su discusión teórica. Ahora bien, siendo la obra del autor tan vasta y conocedora de tan variados momentos (entre los que destacamos los ya célebres “dos modelos pulsionales”) elegimos tomar como texto representativo de su pensamiento Más allá del principio de placer, siendo que allí podemos ver una revisión por parte de Freud del “primero modelo pulsional” y una propuesta positiva de su “segundo modelo pulsional”.

3.2 El primer modelo pulsional

“En la teoría psicoanalítica adoptamos sin reservas el supuesto de que el decurso de los procesos anímicos es regulado automáticamente por el principio de placer” (Freud, 2010C, p. 7). Con esta apreciación comienza Más allá del principio de placer, texto en el que Freud emprenderá la tarea de problematizar el llamado “primer modelo pulsional” que habría predominado en sus trabajos hasta 1920. Este primer modelo se habría estructurado desde una perspectiva económica, y habría comprendido al placer y al displacer como graduaciones de las intensidades anímicas que se encuentran enlazadas a determinadas representaciones. En el caso de que estas intensidades se vean aumentadas, excitando la vida anímica, nos encontraríamos ante el displacer; en el caso de que las mismas se vean disminuidas y estabilizadas, ante el placer.

Frente a estos dos movimientos de la vida afectiva, Freud observará que el aparato psíquico muestra la tendencia a reducir las intensidades anímicas para mantenerlas lo más estables posibles, siguiendo de este modo lo que el autor llamó el “principio de placer”. Esta búsqueda de placer sólo encontraba coto ante la imposición de un “principio de realidad”: será éste el que se impondrá en la inserción del individuo en determinados códigos culturales, promoviendo la postergación del placer. El doble juego de ambos principios, es decir, la búsqueda de la reducción de cantidades energéticas dentro de la vida anímica, y su inevitable postergación a partir de la inserción del individuo en el orden cultural, sería lo que marcaría la nota de los devenires anímicos del sujeto.

Dicho relevamiento implica, evidentemente, la represión de determinadas pulsiones, evitando que las mismas lleguen a su meta. Esto se da cuando una moción pulsional choca con resistencias que la buscan hacer inoperable, entrando de este modo en estado de represión. Estas resistencias pueden depender de estímulos exteriores, pero también de juicios adversos inmanentes al aparato psíquico. El motivo por el cual emerge esta última resistencia interior se encuentra comprometido con el principio de placer: por más de que la satisfacción de una pulsión sometida a la represión sea siempre placentera en sí misma, si se muestra inconciliable con otras exigencias y designios (tanto del aparato psíquico como de la realidad externa), producirá placer en un lado y displacer en otro. Por todo ello, la represión será un mecanismo inmanente, derivado quizás de situaciones externas, pero que se encontrará asimismo al servicio del principio de placer.

Dichas configuraciones pulsionales represivas encuentran dos codificaciones específicas en relación a si se tratan de pulsiones sexuales o pulsiones yoicas. En el caso de las primeras, operan un rodeo[5] para no renunciar al principio de placer por medio del autoerotismo y el período de latencia sexual: encontrando satisfacción en el propio cuerpo, o relegando a lo latente la pulsión sexual, difícilmente ésta llegará a una situación de frustración, permaneciendo de ese modo bajo el imperio del principio de placer. Por otra parte, entre las pulsiones yoicas tampoco se da un triunfo definitivo del principio de realidad sobre el principio de placer. Esto debido a que, si bien el yo- placer no puede más que desear, el yo-realidad asimismo aspira a beneficios y se asegura contra perjuicios. Por ello, “la sustitución del principio de placer por el principio de realidad no implica el destronamiento del primero, sino su aseguramiento. Se abandona un placer momentáneo, pero inseguro en sus consecuencias, sólo para ganar por el nuevo camino un placer seguro” (Freud, 2010A, p. 228). Por todo ello puede verse que la instauración del principio de realidad, y el relevamiento que éste hace del principio de placer, es entendido por Freud entonces como un rodeo que el aparato psíquico realiza, renunciando al objeto de placer momentáneo en vistas de un beneficio futuro.

3.3 Conclusión

Recuperamos, de los desarrollos previos, una mirada revisionista por parte del propio autor que encuentra en su primer modelo dos principios cuya articulación resulta en el sujeto social inmerso en la cultura. Ahora bien, es necesario señalar que la represión es comprendida siempre como un “mecanismo interno” del aparato psíquico, y no como una fuerza externa al sujeto que pondría coto a sus instintos más primarios. Queda la pregunta al respecto de la posible “derivación” del mecanismo represivo a partir de una “represión originaria”, que sin embargo necesita emparentarse con el principio de placer y entenderse como un rodeo hacia la disminución de intensidades anímicas.

4. Repetición de lo mismo en un segundo modelo pulsional.

4.1. Introducción

Una vez repuesto su primer modelo pulsional, el autor problematiza el esquema “placer-realidad” por medio de un movimiento que lo lleva a sospechar que el principio de placer resulta insuficiente para describir los devenires del acaecer psíquico: de ser así, la mayoría de nuestras vivencias tenderían al placer, lo cual es fácilmente falseable. Freud se propone allí entonces la tarea de rastrear un mecanismo más originario al principio de placer, que explicaría la compulsión a re escenificar situaciones dolorosas por parte de los sujetos de su análisis.

4.2 La compulsión de repetición

Para comenzar, el autor propone dos ejemplos que ilustran el modo en que el aparato psíquico no parece perseguir forzosamente el placer. Se tratan de la vida onírica de los sobrevivientes de grandes catástrofes, y del juego infantil: en ambos casos encuentra Freud el intento por re escenificar (sea por medio del sueño, o del juego) una situación penosa y desagradable. Es por ello que el autor considera que “en el alma existe una fuerte tendencia al principio de placer, pero ciertas otras fuerzas o constelaciones la contrarían, de suerte que el resultado final no siempre puede corresponder a la tendencia al placer” (Freud, 2010C, p. 9). El relevo del principio de placer por el principio de realidad sólo puede responsabilizarse de parte de nuestras sensaciones displacenteras, pero no de todas.

Esta nueva certeza guía a Freud a problematizar su propia labor como terapeuta: hasta ese momento, se habría propuesto “hacer consciente lo inconsciente” por medio de identificar las resistencias de los pacientes en situación de transferencia y exponérselas a éstos, pretendiendo que las renunciaran. Esta concepción se comprometía con la idea de que lo reprimido, en definitiva, no busca salir a la consciencia. En contraposición a esto, Freud exige liberarnos del error de creer que el terapeuta, al enfrentarse contra las resistencias del paciente, se las ve solamente con las fuerzas del inconsciente[6]. En efecto, lo reprimido mismo no ofrece resistencia alguna a los esfuerzos de la cura, sino que, al contrario, busca ingresar a la consciencia. “La resistencia en la cura proviene de los mismos estratos y sistemas superiores de la vida psíquica que en su momento llevaron a cabo la represión”. (Freud, 2010C, p. 19). En otras palabras, es el yo quien opera la represión hacia lo reprimido; este hecho, al igual que en el primer modelo pulsional, se encuentra al servicio del principio de placer, buscando aliviar el displacer que se excitaría si se libera lo reprimido. La consciencia aquí opera pues como instancia cultural incompatible con las exigencias pulsionales; no es entonces la oposición reprimido-conciencia lo que aquí está en juego, sino reprimido-cultura (o conciencia como formación cultural)

Por ello, el autor propone un mecanismo de la vida anímica más arcaico y originario: se trata de la “compulsión de repetición”, la cual obliga a los individuos a re-vivenciar situaciones penosas, provocando displacer al yo, sacando a la luz operaciones de mociones pulsionales reprimidas que no pudieron nunca ser satisfechas. Como un “sesgo demoníaco” que nos perseguiría, la “compulsión de repetición” nos fuerza a re escenificar de forma auto inducida escenas pasadas y penosas, usualmente ancladas (aunque no necesariamente) en el drama edípico que opera como primer desamor. No se trata de situaciones en las que el individuo se involucre activamente, presentando rasgos de su carácter, sino aquellas en las que la persona parece vivenciar pasivamente algo sustraído a su poder. Por todo ello, concluye Freud: “osaremos suponer que en la vida anímica existe realmente una compulsión de repetición que se instaura más allá del principio de placer” (Freud, 2010C, p. 22) por ser más elemental, más pulsional y más originaria.

La introducción de dicha compulsión altera el esquema del modelo pulsional que Freud habría propuesto: el objetivo del mismo ya no será el de mantener sus energías lo más bajas y estables posibles, sino que este se vería inclinado a reproducir estados previos, incurriendo de esta manera ocasionalmente en situaciones que supongan un incremento de energía, desafiando de este modo el principio de placer. En efecto, “una pulsión sería entonces un esfuerzo, inherente a lo orgánico vivo, de reproducción de un estado anterior que lo vivo debió resignar bajo el influjo de fuerzas perturbadoras externas” (Freud, 2010C, p. 36). Por ello, las pulsiones serían siempre conservadoras, adquiridas históricamente y dirigidas hacia la regresión.

4.3 Conclusión

Recuperemos, de los desarrollos previos, un modelo pulsional que ya no explica el malestar psicológico a partir de un mecanismo de represión que encuentre una dependencia última en una situación externa. En efecto, se trata de una compulsión interna, originaria, a repetir y re-escenificar situaciones previas. Esa re-escenificación se verá comprometida, por supuesto, con perturbaciones externas que habrían frustrado la satisfacción de pulsiones. El resultado de esto es la comprensión de la situación represiva como sumida en una necesaria complicidad entre lo reprimido y aquello que reprime.

5. Conclusión General: Más allá de la hipótesis represiva.

“Siempre he desconfiado un tanto del tema general de la liberación, en la medida en que (…) se corre el riesgo de recurrir a la idea de que existe una naturaleza o un fondo humano que se ha visto enmascarado, alienado o aprisionado en y por mecanismos de represión” (Foucault, 1984, p. 103). De esta manera, continuaba predicándose Foucault en contra de la idea de represión a lo largo de los años 80. En efecto, a las tres críticas ya expuestas del autor a la “hipótesis represiva” se le suma el riesgo a asumir un compromiso para con una “verdadera” sexualidad que preexistiría al ejercicio del poder sobre ella, y opere como índice de verdad y fondo al que liberar; contra esto, es sabido que la tarea foucaultiana se las ve con “ficciones políticas” (Gros, 2007, p. 162) y no con objetividades develadas.

Ahora bien, todas estas críticas fueron realizadas por Foucault al psicoanálisis utilizando los trabajos de Wilhelm Reich como exponentes del mismo. Por eso a continuación emprendemos la tarea de revisar si las críticas, en efecto, le caben a los dos modelos pulsionales propuestos por Freud.

En primer lugar, con respecto a la pregunta histórica, ya hemos señalado que en La voluntad de Saber la represión no es negada en tanto evidencia histórica, sino que es comprendida como un momento fundamental de las monarquías jurídicas previas al advenimiento de las relaciones capitalistas de producción. Si el sujeto del psicoanálisis admite historización, creemos, junto con Omar Acha, que éste es “inescindible de la crisis del fundamento simbólico impuesta en la revolución francesa”[7]. Abrimos pues la puerta a afirmar que el psicoanálisis freudiano es burgués, en virtud de que “su problema central en el tratamiento de las dolencias psíquico-emocionales tuvo como condición de existencia el advenimiento del mundo burgués”[8] constituido por la dominación social impersonal que genera la producción y apropiación burguesa del plusvalor. Por ello, el sujeto del psicoanálisis se aloja sólo dentro del marco de dicha relación impersonal de producción capitalista (que es asimismo un mecanismo de producción subjetiva)[9]. Este marco de relaciones de dominación necesitará ser comprendido, a partir de La voluntad de Saber, desde un enfoque “estratégico-productivo” del poder, y no desde uno “jurídico-discursivo”, abandonando de este modo la centralidad de la dimensión represiva del poder tanto en el modo de comprender las relaciones sociales de producción como los mecanismos de producción subjetiva. El sujeto psicoanalítico emerge pues por los efectos positivos de producción que son inaugurados en la modernidad capitalista, y no por una dimensión negativa, represiva y transhistórica del poder.

Con respecto a la pregunta teórica sobre la mecánica del poder, observamos que, tanto en el primer como en el segundo modelo pulsional freudiano, la represión se encuentra, en efecto, al servicio del principio de placer[10]. Opera como rodeo en el primer caso, o como ejercicio que busca evitar el displacer en la liberación de lo reprimido en el segundo. Por ello, la disociación entre placer y poder que Foucault denuncia en el esquema de Reich parece no figurar en los modelos freudianos. Asimismo, el pensamiento de Freud, al menos en el desarrollo de estos dos modelos pulsionales, describe mecanismos inmanentes al aparato psíquico, por lo que no se estaría comprometiendo con una prédica de cómo funciona el poder en la inmanencia del campo social. Incluso más: siendo la represión expresión de los “retoños” de lo reprimido, o siendo el Superyó la herencia psíquica del complejo de Edipo, es innegable el carácter productivo que el poder ejerce sobre la subjetividad en la perspectiva de Freud, más allá de que éste no rastreara la singularidad histórica de cada época.

Finalmente, y con respecto a la pregunta histórico-teórica, creemos que el psicoanálisis no puede dejar de ser inscripto dentro del “Dispositivo de la sexualidad”, pero de esto no se sigue necesariamente su compromiso con la hipótesis represiva. Allí, la noción de subjetividad a blandir por la discursividad psicoanalítica se muestra fundamental: si incurre en el error de naturalizar una subjetividad, con su sexualidad y sus placeres originarios en eterno combate con las tramas de poder que busquen reprimirlo, sea por medio de un biologicismo (Reich) o un psicologismo, no queda más que entenderlo como un momento más del desarrollo de la hipótesis represiva. Ahora bien, si como Freud, reconoce las huellas históricas que el poder va dejando en el sujeto, y rastrea los modos en cómo el mundo pulsional se adapta a los medios adversos por medio de codificar su deseo, su goce y su placer, nos encontraríamos ante una práctica psicoanalítica que se ubica más allá de la hipótesis represiva.

Por todo ello, creemos que no es legítimo extender las críticas de Foucault a la hipótesis represiva sobre el pensamiento freudiano, al menos en su expresión del llamado “giro del 20”. La crítica foucaultiana parece dirigirse más puntualmente a producciones post-freudianas, entre las cuáles hemos identificado a Wilhelm Reich, pero que Exposto y Rodriguez Varela identifican como una línea completa de autores que han designado como “obstáculos-Freud”: lo que aglutina a estos autores será “una visión transhistorica, sustancialista, personalista, o irracionalista de lo inconsciente freudiano, remitiendo a un dualismo pulsional naturalista, una visión represiva de la cultura, un familiarismo patriarcal, una perspectiva des-historizada de la sexualidad y una energética reduccionista de la economía libidinal”[11]. En ese mismo artículo, los autores señalan el modo en que la crítica foucaultiana a la hipótesis represiva ha obturado diálogos posibles entre el psicoanálisis y otras corrientes teóricas, como el marxismo; por ello, proponemos nuestros desarrollos como un modo de imaginar diálogos por venir con la tradición psicoanalítica, en virtud de superar el “obstáculo-Freud”.

En miras de este objetivo, creemos que los desarrollos genealógicos de Foucault pueden operar como una constante crítica de nuestras formaciones discursivas: si comprendemos la actitud crítica desde Foucault, sabremos que ésta es, entre otras cosas, una disputa hacia los regímenes de veridicción que configuran nuestros afectos y modos virtuales de existir (Foucault, 1995, p. 8). Por ello, instamos a recuperar la arqueología que el autor nos aporta del psicoanálisis como un valioso desarrollo que dé cuenta del lugar de enunciación de la práctica y nos prevenga de los argumentos que pueden, sutilmente, sumergir su discursividad en viejas fábulas sobre un sujeto y una sexualidad “originaria” que, como tarea, debemos problematizar.

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Marx, Karl (2008) Introducción a la crítica de la economía política. Buenos Aires: ed. Luxemburgo.

Miller, Jacques-Alain (1999) “Michel Foucault y el psicoanálisis”, en Michel Foucault, filósofo. Barcelona: ed. Gedisa.

Reich, Wilhelm (1985) La revolución sexual. Para una estructura de carácter autónoma del hombre. Barcelona: ed. Planeta de Agostini. 

Más allá de la Hipótesis Represiva

José Ignacio Scaserra 


[1] Fecha de recepción: 13 de agosto de 2018. Fecha de aprobación: 16 de enero de 2019

[2] Profesor de enseñanza superior y media en filosofía (Universidad de Buenos Aires). Actualmente se encuentra cursando la maestría Estudios Interdisciplinarios de la Subjetividad (Universidad de Buenos Aires) y se desempeña como investigador en el Instituto Interdisciplinario de Estudios de Género.

[3] “El proceso de cambio en la estructura síquica humana durará, con toda probabilidad, mucho tiempo, demasiado tiempo; por eso podemos decir que la desaparición de la reglamentación moral y el advenimiento de la regulación según los principios de economía sexual será posible solamente en la medida en que los impulsos biológicos naturales se impongan a los impulsos secundarios antisociales” (Reich, 1985, p. 49)

[4] Hoy en día esta concepción ha sido puesta en cuestión, especialmente por pensadoras de líneas feministas que, a partir de ciertas particularidades históricas, proponen incluir dentro de la perspectiva “estratégico-productiva” del poder una dimensión represiva que le resulte constitutiva. Destacamos de estos valiosos aportes Calibán y la bruja de Silvia Federici, y Disputas sobre el sujeto, de Isabel Lorey. Mencionamos estos lineamientos para dar cuenta de complejidades que mantenemos en el tintero por ahora sólo en virtud de ceñirnos a nuestro objetivo principal.

[5] Con respecto a la expresión “rodeo”, presente usualmente a la hora de desarrollar la alternancia entre principio de placer y principio de realidad, el Diccionario de psicoanálisis, en las dos menciones que hace sobre la cuestión, nos insta a pensarlo como un “aplazamiento necesario” en vistas de conseguir la “satisfacción buscada” (Laplanche y Pontalis, 1996, pp. 298, 299)

[6] En efecto, este esquema se verá complejizado en Inhibición, síntoma y angustia (1926), donde el autor va a identificar y desarrollar cinco modos de la resistencia: tres de ellas serán ejercicios del yo (la represión, la resistencia de transferencia y el beneficio secundario de la enfermedad), otra será atribuida al inconsciente o al ello (la compulsión de repetición en sí, que desarrollaremos inmediatamente), y otra será obra del superyó (en derivación de la culpabilidad inconsciente y de la necesidad de castigo). Hacemos esta salvedad para mostrar cómo el propio esquema que entra en conflicto en Más allá del principio de placer se irá complejizando gradualmente.

[7] Recuperado de http://www.elpsicoanalitico.com.ar/num31/sociedad-acha-que-psicoanalisis-despues-de-la-revolucion-rusa-lacan-castoriadis-marcuse.php

[8] Ibid

[9] “La producción no sólo produce un objeto para el sujeto, sino también un sujeto para el objeto” (Marx, 2008, p. 81)

[10] No desconocemos los desarrollos del propio Freud en El malestar en la cultura (Capítulo VII) en donde esta idea será desarrollada con mayor profundidad. Allí, se postula una tesis paradójica en relación a la consciencia moral, que anuda el placer y el poder. Sin embargo, a efectos de este artículo, ponemos el ancla en Más allá del principio de placer, dejando la puerta abierta a ulteriores investigaciones que intenten poner el vínculo entre la crítica a la hipótesis represiva de Foucault y la consciencia moral en El malestar en la Cultura.

[11] Recuperado de http://intersecciones.com.ar/index.php/articulos/104-psicoanalisis-y-marxismo-en-el-siglo-xxi-una-relectura-categorial-de-leon-rozitchner-critica-del-malestar-capitalista-y-clinica-negativa?fbclid=IwAR3JmqiMDcA5H1aMfCMXM_xV6X5s_6m0qQIohAbNhiUnqRbMdB9uPN9veR0