“Nos plantamos aquí para que no nos olviden”. Plantones en la Ciudad de México: memorias disonantes, demandas de justicia y política[1] [2]


"We stand here so they won't forget us." Protests in Mexico City: Dissonant memories, calls for justice, and politics

Morgane Govoreanu[3]

 

Esta obra está bajo una licencia internacional Creative Commons Atribución-NoComercial-No hay restricciones adicionales 4.0 (CC BY-NC 4.0)

 

Resumen

Los plantones, es decir campamentos de protesta (protest camps) como forma de movilización en México, revelan relaciones entre memorias de violencias políticas, peticiones de justicia y sistema político. A través de los conflictos de memoria y sus polifonías que se expresan por sus dimensiones dialógicas y materiales, regímenes emocionales aparecen como motor de la acción a pesar de que las practicas conmemorativas nacionales intenten callar a estas voces divergentes. El papel de emprendedores de memoria dentro de un comercio de memorias en los plantones permite entender como plantones se dividen y peligran su lucha política y sus demandas de justicia. Se cuestiona por fin como unas memorias, aun disonantes y en competencia, llegan a mundializarse cuando otras no. Para eso, se contempla la hipótesis de Paul Ricoeur de memorias por el duelo. Este análisis se ancla en una etnografía comparativa y longitudinal (2007-2023) de plantones en la Ciudad de México.

Palabras clave: campamentos de protesta, emprendedores de memoria, mundialización de la memoria, regímenes emocionales.

 

Abstract

The plantones, that is to say Mexican protest camps, as a form of mobilisation, reveal relationships between memories of political violence, demands for justice and the political system. Through the conflicts of memory and its polyphonies that are expressed through its dialogical and material dimensions, emotional regimes appear as a motor of action even though national commemorative practices attempt to silence these divergent voices. The role of memory entrepreneurs within a trade of memories in the sit-ins allows us to understand how plantones divide and endanger their political struggle and their demands for justice. Finally, it questions how some memories, even if they are dissonant and in competition with each other, manage to globalise when others do not. To this end, Paul Ricoeur's hypothesis of memories through mourning is considered. This analysis is based on a comparative and longitudinal ethnography (2007-2023) of plantones in Mexico City.

Keywords: protest camps, memory entrepreneurs, globalisation of memory, emotional regimes.

 

Introducción

Dentro de las formas de movilización social en México[4], los plantones, es decir campamento de protesta (Feigenbaum, Frenzel, McCurdy, 2013; Brown, Feigenbaum, Frenzel, McCurdy, 2018), ocupan un lugar particular especialmente en la Ciudad de México (CDMX)[5]. Forman parte del paisaje físico y sonoro de la ciudad capital[6], con lonas coloradas llenas de eslóganes que se instalan en plazas, banquetas y glorietas de la ciudad capitalina. Omnipresentes en las pláticas cotidianas, están anunciados en periódicos, noticieros y radios para que los transeúntes de la ciudad los puedan evitar y circulen tranquilamente.

Perteneciendo al repertorio de acción (Tilly, 1984; Goirand, 2010) nacional, reivindican un derecho, piden una ayuda o reclaman justicia. Por allí, producen narrativas alternas a las de las autoridades a las cuales se dirigen, dando vida a narrativas y recuerdos colectivos de grupos específicos (campesinos, indígenas, trabajadores de una empresa o sindicato desaparecido, sindicalistas, etc.) que inscriben en el espacio público. Participan de una “explosión de la memoria” (Burke, 2011, p.489) en México, que se manifiesta para enfrentar socialmente a procesos históricos violentos de represión política que siguen perpetuándose en la actualidad nacional[7]. En este contexto, les plantonistes[8], participantes de los plantones, son estigmatizados y criminalizados dentro de un proceso de negación de los sujetos políticos (Ovalle, citado en Allier Montaño, 2016, p. 192), es decir que las metas políticas de sus acciones en el espacio público están anuladas mediante procesos de estigmatización y marginación.

Se hace enfoque aquí en los usos del pasado, su presencia vinculado con lo político, y en lo que una forma de movilización puede revelar sobre estos usos. El amplio trabajo de campo ha revelado que los plantones son espacios de disputa por la memoria. Cuestionan la inscripción espacial de memorias colectivas de grupos ciudadanos, estructurados o no en organizaciones sociales (asociaciones, organizaciones de derechos humanos, sindicatos, comunidades étnicas, etc.) en espacios públicos en México. ¿Cómo se expresan las memorias colectivas[9] disonantes en competencia y espacializadas que, a pesar de su gran heterogeneidad, utilizan una misma forma de movilización, es decir los plantones? ¿En qué medida los plantones participan de memorias sociales[10] nacionales[11] y hasta en algunos casos una mundialización de memorias subalternas mexicanas[12] mediante demandas de justicia?

Estos cuestionamientos se anclan en tres hipótesis:

-                      Los plantones encarnarían en el presente sufrimientos y heridas pasadas, denunciando lógicas de dominación (Bourdieu, 1976, pp. 126-130) y a veces (re)creándolas de nueva cuenta.

-                      Los plantones aplicarían una política vernácula del sentimiento en la que se incluyen recuerdos, discursos y emociones de los que son portadores y portavoces. La emoción sería el principal motor de los usos del pasado en su vínculo con lo político (Gensburger, Lefranc, 2017, p. 20).

-                      Regímenes emocionales tejerían, en filigrana, relaciones con la historia y la memoria mediante regímenes de historicidad (Hartog, 2012). Estos regímenes emocionales, cercanos a lo que Claudio Lomnitz (2010) llama cronotopos[13], constituirían una hipótesis para comprender las formas en que se transportan y expresan los recuerdos, y cómo cambian con el tiempo a través de las demandas de justicia.

Interrogando por una parte el proyecto político de los grupos plantonistas y por otra parte los usos políticos y estratégicos del pasado dentro del Estado-Nación mexicano, el análisis de las formas de memorialización que se proyectan mediante los plantones se basa en un doble postulado:

-                      Si la memoria es considerada como un hecho social siguiendo a Henry Rousso (2016, pp.9-27) quien retoma a Paul Ricoeur (2014, pp. 112-163) y a Maurice Halbwachs (1925; 1950, pp.25-28), las memorias en los plantones, es decir los usos del pasado en y mediante los plantones, son múltiples: tanto aquellos de movimientos y organizaciones específicos, los que se quieren alternativos a narrativas y usos oficiales del pasado, aquellos que emergen en el acto de plantarse en espacios públicos, como los personales de les plantonistes. Objetos de disputa no sólo entre plantonistes e instituciones políticas, sino también entre y dentro de grupos plantonistas que reivindican pasados diferentes, refuerzan dinámicas de exclusión que pretenden combatir.

Las memorias son circunstanciales y culturales: se anclan en el tiempo largo y son difíciles de aprehender afuera de sus contextos (Assman, 2010; Connerton, 1989). Si las memorias plantonistas son analizadas por el prisma de los cuadros sociales en los cuales se inscriben (clases sociales, generaciones…), también son vinculadas a los acontecimientos, en particular a los que son los plantones en sí, reconciliando en la historia contemporánea[14], una “analítica y arqueología de estructura, del presente” y un análisis del acontecimiento (Allier et al., 2020, p. 17).

El corpus proviene de una tesis doctoral en antropología política que pretende hacer una etnografía comparativa y longitudinal de plantones en la Ciudad de México (CDMX) entre el 2007 y el 2023[15]. Los plantones abordados aquí se encuentran en espacios públicos y comportan prácticas de memoria generalizadas, aunque éstas últimas estén presentes en todos los plantones en diferentes grados. De igual manera, las ideas desarrolladas no conciernen a todos los plantones ni todas las memorias, ni siquiera todos los conflictos de memoria observados en los plantones.

Este artículo oscila entre el artículo de perspectiva y el estudio comparativo[16]. Al cruce entre antropología política y antropología de la memoria (Severi, 2015; Argenti & Schramm, 2009; Fabian, 2007, 2002; Berliner, 2005), estudios sobre historia del tiempo presente (Allier Montaño, 2016; 2018; et al., 2020) e historia de memorias sociales (Jelin, 2002), las memorias en juego aquí abarcan las realidades coetáneas de cuatro generaciones de la segunda mitad del siglo XX a las últimas del siglo XXI. Estas se enmarcan dentro de violencias de Estado historizadas[17]. El objetivo es considerar las “demandas sociales por historizar el presente, particularmente respecto a las temáticas de violencia, trauma y dolor” (Allier Montaño, 2018, p.6) y una “historia de resistencia y de luchas” (Arias et al., 2022) plantonistas hasta ahora descartada de la historia oficial.

Por eso, se trata de analizar primero la dimensión dialógica y material de las memorias en los plantones, en particular sus conflictos en relación con violencias políticas, peticiones de justicia y el sistema político en la ciudad capital del México contemporáneo. Seguidamente, se aborda el papel de las emociones en las relaciones entre estas memorias disonantes y en competencia. Para terminar, se evaluará la validez de la teoría de Paul Ricoeur sobre las maneras en que el duelo forma grupos memoriales que podría explicar la mundialización de demandas de justicia mexicanas.

 

Discurso, memorias y lógicas espaciales

Cualquieras sean las reivindicaciones de les plantonistes, se trata de movilizar a víctimas directas o indirectas quienes pretenden dar a leer y escuchar una historia no escrita (Lefranc, Mathieu, Siméant, 2008, pp.8-9). Los plantones parecen unificados alrededor de un trauma[18] inicial que lleva a la toma de conciencia de una memoria común y a demandas de justicia. Sin embargo, los grupos y subgrupos en los plantones portan representaciones y usos del pasado a veces diferentes.

 

Polifonías memoriales disonantes: el carácter discursivo y dialógico de las memorias en los plantones

Mientras los plantones parecen expresar una oposición, constituyen para les plantonistes en México la última instancia de comunicación después de haber agotado los otros recursos disponibles. Así los plantones se inscriben en un continuum de acciones presentado abajo.

Tabla 1. Repertorio de acciones de plantonistes en México

(Fuente: elaboración personal a partir de entrevistas y datos etnográficos)

En su suplica a la autoridad[19], los plantones son la última etapa antes la puesta en peligro de les plantonistes por una huelga de hambre. La dimensión dialógica de los plantones es justificada por les plantonistes como por C, quien publica una cita póstuma de su hermano Alejandro, comediante y escritor muy involucrado en el plantón por Los 43[20]: “porque la injusticia no merece ni una sola lágrima, sino gritos y protestas”.

Esta jerarquía vernácula adentro del repertorio de acción plantonista en la CDMX difiere de la tipología establecida por la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC) que gestiona a los policías en la capital (tabla 2), en la cual la “concentración”, es decir la reunión de personas en un lugar, subsume a las otras acciones clasificadas por su ocurrencia en la vía pública.

Más allá del espacio físico, el lugar en el cual los plantones actúan es dialógico. Las definiciones y concepciones enunciadas muestran que, si los plantones participan del espacio dialógico dentro del sistema político mexicano, existe un desplazamiento entre concepciones vernáculas de los plantones como instancias de comunicación y concepciones institucionales, percibiéndolos como obstáculo a la libre circulación de las personas.

Tabla 2. Jerarquías y definiciones institucionales de acciones en la vía pública por parte de movimientos sociales

(Fuente: elaboración personal a partir de datos publicados en línea por la SSC y el Gob. de la CDMX)

En la polifonía que aborda a los plantones, el derecho constitucional los establece como una subcategoría de la manifestación, ligada con los de libre reunión y asociación, en oposición al de libre tránsito. Esto explica que los debates en cuanto a los plantones giren en torno a conflictos de movilidad[21].

A estas voces se añaden causas defendidas que, a menudo, oponen ciertos grupos al Estado[22]. Los plantones contribuyen a la politización (Pagis, 2014) de discursos sobre memoria cuando lo que reivindican en el presente están en vinculación con hechos pasados e inscribiendo materialmente esta doble dinámica en el espacio público, discursiva y memorial, por una parte y reivindicativa por otra. Así, los 400 Pueblos (400P), movimiento campesino[23] que reúne comunidades de agricultores en el Estado de Veracruz bajo el mando de César del Ángel[24], venían dos veces al año a la CDMX pidiendo las contrapartes debidas desde hace décadas y haciendo vivir la memoria de las promesas que les habían hecho, en el momento del reparto agrario a la liquidación del Latifundio[25]. Otra situación: las comunidades nahuas de la Huaxcaleca, Estado de Puebla, miembro de la Unión Nacional Anáhuac (UNA) que defiende los derechos de pueblos indígenas. Entre 2007 y 2010, vienen a la CDMX para pedir una protección contra la represión sangrienta que sufren desde el 2003 bajo el gobierno de Mario Plutarco Marín Torres[26]. Reivindican el derecho de vivir según la tradición heredada de sus antepasados[27]. Esta reivindicación es también expresada por S., mujer Triqui del Estado de Oaxaca, quien ha perdido gran parte de su familia por enfrentamientos entre las principales organizaciones Triqui: MULT, MULT-I[28] y UBISORT[29]. Ella describe el “sacrificio de sangre” de su comunidad por querer vivir en sus tierras originarias codiciadas por otros grupos Triquis apoyados por el Gobierno de Oaxaca:

“Es nuestro pueblo, nuestra tierra, de donde viene nuestra sangre. Mira a mis hijos privados de todo lo que nos hace vivir: nuestras plantas, nuestros jardines, nuestras casas. Ya no tienen nada de todo esto. No visten la ropa tradicional y hablan cada vez más el español. Están perdiendo nuestra lengua y nuestra cultura. Pero tienen derecho… Por eso estamos aquí y nos vamos a quedar hasta que el Estado nos cumpla lo prometido” (entrev., 2022).

Más allá de la memoria de masacres y enfrentamientos para enfoques territoriales y políticos (De Marinis, 2013), el eje central es la transmisión, en particular de la lengua y del modo de vida en su tierra. El vínculo a la tierra trasciende el concepto de territorio o de lugar de producción, para designar un elemento natural consubstancial de la existencia de la comunidad porque es el espacio en el cual se perpetua la cultura y se ancla la memoria Triqui.

 

La competencia por la memoria

Se trata de una guerra de memorias (Stora, 2007) en el sentido en que algunas intentan derrocar a otras. Esta batalla plantea preguntas: ¿qué es una memoria y quién(es) la definen? ¿Para qué fines? ¿Cómo convergen, se conectan o se alejan hasta oponerse? Si no se puede contestar aquí a todas estas preguntas, la etnografía provee algunas respuestas. Así, el plantón por Los 43[30] es emblemático: se enfrentan allí memorias, entendidas como experiencias de activismo plantonista, de dos grupos principales. Un primero reúne personas recientemente aculturadas a la militancia alrededor de C., mujer de 46 años. Se involucra en el plantón después del fallecimiento de su hermano muy comprometido con el plantón[31], para seguir sus pasos. De esta manera, C. conmemora dos traumas, uno personal con la muerte de su hermano y uno colectivo con la desaparición de Los 43 estudiantes. En este grupo, la mayoría tuvo un trauma personal que influenció su compromiso[32]. El otro grupo reúne a antiguos guerrilleros o antiguos manifestantes cercanos a la guerrilla, que comparten sus códigos culturales (bajo perfil, secreto, silencio, etc.). A., mujer de unos sesenta años, es puente entre los dos grupos:

“Nos masacran, nos matan, toman nuestros recuerdos y desaparecen a nuestra cultura para sus intereses. A poco ¿no tendríamos que decir nada ni hacer nada? ¿Qué no tenemos raíces que defender?” (entrevista, 2022). “Hay gente aquí que no tiene otra opción que tomar las armas si quiere salir adelante. Ellos que defendieron nuestras libertades, con toda la gente que estaba alrededor, fuimos criminalizados” (entrevista, 2023).

Militante en una asociación y compañera de un familiar de Lucio Cabañas[33], ella documenta escrupulosamente las violencias en el Estado de Guerrero desde hace tiempo en vista de su tesis de Licenciatura en derecho que espera terminar pronto para ser abogada y defender los derechos de grupos indígenas y de territorios naturales, aunque sea la más grande cuando se titule. Las memorias de personas que no pertenecen a estos dos grupos no son tomadas en cuenta y terminan aisladas y borradas de las memorias colectivas compartidas en el plantón.

La competencia de las memorias entre los plantones proviene de la fragmentación de los movimientos sociales (Melucci, 1995): Alfonsina explica que los 400P no se unen con otros plantones, ni siquiera campesinos, para que no los confundan. Sin embargo, hay acercamientos. El plantón por Los 43 expresa su apoyo a mujeres mazatecas quienes aparte expresaron su apoyo a mujeres Triqui.

Los plantones son lugares de memoria por ser lugares materiales, simbólicos y funcionales (Nora, 1984, p.XXXIV) portadores y portavoces de representaciones del pasado y de usos del pasado. Lugares de memorias disonantes en conflicto, son atravesados por otros conflictos. La lucha para el derecho a la ciudad (Duhau, Giglia, 2008) es particularmente amarga por la desaparición y la privatización de espacios públicos mediante proyectos presentados como culturales por empresas privadas, como lo es por ejemplo un espacio inmersivo de reproducciones de obras pictóricas en la plaza del Monumento a la Madre o múltiples conciertos y eventos (ferias de libros, de artesanía indígena, etc.) en el Zócalo capitalino que, afuera de éstos, no es accesible para pasear por las rejas metálicas que la cierran. También, el derecho a la ciudad es afectado por la cooperación, en particular en materia de seguridad (Gil y Alonso, 2009), entre organizaciones legales e ilegales, formales e informales, en las cuales los operadores políticos son centrales en la criminalización (Grajales, Le Cour Grandmaison, 2019, pp.8-26; Le Cour Grandmaison, 2019, pp.209-255). Las divisiones espaciales entre los plantones Triqui recalcan los enfrentamientos comunitarios de los cuales los gobernadores del Estado de Oaxaca sacan provecho. Por eso se encuentran varios plantones contiguos que muestran las escisiones en las comunidades por conflictos geopolíticos regionales. Estos plantones están frecuentemente expulsados por el Gobierno oaxaqueño por ser considerados como fuentes de molestia, tanto por ocupar el centro de la capital estatal, como por tener puestos de venta de artesanía declarados ilegales, mientras que son apreciados por los turistas. Después de haber sido expulsados definitivamente en diciembre de 2022, las familias Triquis desplazadas por la violencia y los homicidios se encuentran sin ningún recurso para la subsistencia[34].

 

Los objetos de memoria

Varios objetos en los plantones constituyen puntos de inflexión entre, por una parte, memoria individual y memoria colectiva y entre diferentes plantones, por otra parte. Entre las huellas memoriales observadas, se encuentran el bordado militante de las mujeres mazatecas, cuya artesanía colectiva vincula la vida cotidiana de su comunidad a su lucha por la liberación de sus familiares detenidos arbitrariamente. Bordan palabras de Ricardo Flores Magón en paisajes de su pueblo. Esta práctica semanal reúne en el plantón a mujeres[35] que pertenecen a diversas organizaciones para bordar juntas. Participan de un activismo textil (Pentney, 2008; Sánchez-Aldana, 2019) que cuenta, tejiendo, memorias vivas, particularmente en contexto de violencia (Rivera García, 2017). El bordado Triqui aparentemente más tradicional con sus flores, animales y sus esquemas de color en los huipiles[36] expresa a la vez la identidad cultural y la resistencia al orden colonial (Fábregas, 1998, p.25; Rocha, 2014) mediante la producción de un “texto oculto" que critica el poder invisible y es invisible a los ojos de los dominantes (Scott, 2009, p.12).  

Dentro de esta cultura material en los plantones, los altares de muertos atestiguan una práctica patrimonial y cultural entrelazada con otras prácticas culturales, como el día de muertos. Desafían a los gobernantes recuperando desaparecidos y muertos dejados por la historia política oficial. Los altares se reconocen fácilmente por las fotografías de seres queridos y ofrendas. En el plantón por Los 43, hay altares para los compañeros caídos, como el hermano de C. Todos pueden llevar la foto de un difunto. La cuestión de la transmisión es aquí central: interroga los contenidos de memoria (experiencia colectiva de violencia para las mujeres mazatecas, reivindicación de una identidad para los Triquis, difuntos en el plantón por Los 43) y quien tiene legitimidad para transmitirlos (mujeres mazatecas sometidas a la violencia, voluntarios en el plantón por Los 43, los que a la vez sufrieron una experiencia común de desplazamiento y que también detienen un saber ancestral en los Triquis) o para quien estos objetos son usados o puestos de relieve. El plantón por Los 43 es en sí un altar perpetuo frente a los transeúntes, con las caras de Los 43 estudiantes. Sirve también para que Los 43 desaparecidos encuentren el “camino de las almas” hasta sus cuerpos (Le Guen, 2008) que no han sido encontrados todavía por los vivos.

Fotografía 1. Plantón en apoyo a los familiares de Los 43, avenida Paseos de la Reforma, Ciudad de México

(Fuente personal)

Si los plantones testifican diversos vínculos entre memoria y espacio mediante su dimensión dialógica, ésta última se materializa en diferentes soportes de memoria como lo son prácticas artesanales y patrimoniales.

“Es la única manera de construir la memoria, la memoria de la historia presente”[37] : lo cotidiano de la memoria en los plantones

Si las memorias son claves en las prácticas plantonistas, en sus dimensiones dialógicas, materiales y en sus competencias, ¿Cómo funcionan estas memorias cotidianas?

 

La hipótesis de los regímenes emocionales de memoria

Si los plantones forman parte de los movimientos de ocupación de plazas (Deschezelles, Olive, 2017; Nez, 2020), son lugares de expresión de emociones siguiendo el ejemplo de otros foros de democracia participativa (Blondiaux, Traïni, 2018). ¿Cuáles son las emociones en juego y cómo operan en los plantones?

La ira hacia las instituciones políticas o jurídicas, o hacia una personalidad concreta es una emoción prescrita en todos los plantones. La expresión de los sentimientos de indignación y de humillación es también valorada. Esto explica que el campo léxico de la ira esté presente en los discursos como en los escritos de plantones, hasta en las redes sociales. C., agradeciendo las atenciones por su cumpleaños, escribe: “espero poder molestar mucho tiempo más con mi locura, mi rabia y mi revuelta”. La indignación es también reivindicada para explicar el compromiso militante, es decir les plantonistes sienten el dolor y la ira a causa de una situación de injusticia que los lleva a solidarizarse con víctimas y sus familias. Concierne directamente las personas afectadas o a terceros (Kaufmann, 2019, pp. 328-335), la indignación es colectivamente compartida en los plantones. Jugaría paradójicamente el papel de regulador social (Minner, 2019) en la expresión de emociones: si la ira está dirigida hacia lo exterior del plantón, puede también traducirse en arrebatos de ira entre plantonistas; también forma parte de regulaciones colectivas de las emociones, lo que también influye sobre memorias y batallas memoriales. Les plantonistes reproducen ciertas normas de enunciación de emociones e intentan sacar a la luz nuevas normas sociales en la sociedad mexicana alrededor de la reparación de injusticias. En el plantón por Los 43, luchan con las familias para conseguir el relato exacto de los hechos, acusar a los culpables y encontrar los cuerpos de los estudiantes desaparecidos. Esto vulnera la impunidad y el silencio institucional habituales en México en casos de violencia, masacres, desapariciones forzadas[38] o desplazamientos forzados. Si el presidente de la República Andrés Manuel López Obrador (AMLO) creó una Comisión de la Verdad para resolver el caso de Los 43 estudiantes de Ayotzinapa, el pisoteo de esta comisión confirma el silencio instituido, parece todavía más ensordecedor cuando se trata del ejército, como es el caso con la desaparición de Los 43. 

Como muchos campamentos de protesta en los movimientos de Indignación del 2011 (Canet, 2012; Kaufmann, 2019), los plantones participarían de una política vernácula de sentimientos en la cual se inscribirían memorias, discursos y emociones: “es que todo lo que nos queda, todo lo que podemos hacer es reunirnos porque te revuelca tanto el coraje que ya no quieres ni estar. Pero no nos vamos a quitar la vida por la pequeña esperanza que surge a veces” (S., Triqui, 2022).

Dentro de esta política vernácula de desesperanza, el régimen emocional (Reddy, 2001), es decir los modos de expresión de emociones culturalmente marcados por sus contextos, en particular políticos, de dolor, indignación e ira, atestigua la fuerza emocional del vínculo con el pasado y de sus enfoques políticos y sociales adentro de la sociedad mexicana. Analizar las emociones en los plantones es una manera de plasmar la historia en carne y hueso (Capdevila, Langue, 2014) e historizar el pasado vivo (Pérotin-Dumon, 2014) en relación con los traumas y la historia de violencia que denuncian les plantonistes. Si “el silencio es siempre sospechoso [porque] es síntoma de resistencia, represión y olvido" (Crapanzo, 1994, p.115), y sin embargo es la norma en México, dadas las estrategias utilizadas para acallar las voces de les plantonistes.

 

El fantasma de la Revolución y su perpetuo retorno

Dentro de los medios usados para silenciar a les plantonistes, resulta paradójica la utilización de un régimen de historicidad conmemorativo, vinculado al bicentenario de la Independencia y al centenario de la Revolución[39]. Como resultado, los plantones han sido gradualmente atrapados y silenciados por las conmemoraciones, siendo expulsados o trasladados a lugares menos emblemáticos y visibles. El argumento de rehacer las banquetas sirvió para expulsar a cuatro de los siete primeros plantones. Además de la represión violenta de les plantonistes, de su acoso administrativo y policial y de la indiferencia política[40], las instituciones nacionales mexicanas intentan silenciar a quienes sacan a la luz las injusticias. Por eso, están las políticas que silencian sus nombres y se enmascaran en una aparente voluntad de conmemoración que, en realidad, pretende imponer su olvido (Todorov, 2010) o reducir las situaciones a su dimensión conmemorativa, encarnando "comportamientos y disposiciones institucionales" (Ricoeur, 1991, p.41-56) capaces de impedir la movilización de esta memoria por parte de los grupos sociales. La Revolución mexicana de 1910 es un referente memorial: conocida de todos, reivindicada y cuyas imágenes[41] forman parte del imaginario de la historia moderna del país. Sin embargo, ésta es sólo una entre varias dentro de un ciclo de revoluciones (Krauze, Meyer, Reyes, 1977). Repetidamente mencionada en obras literarias[42], se convirtió en un mito que combinaba ideales y entusiasmo popular, que los sucesivos gobiernos sólo traicionaron. Estos dos elementos son los principales ingredientes de la narrativa conmemorativa de la Revolución, especialmente en su objetivo de unificar la nación (Dorta Vargas, 2022) a través de sus fechas (15 de septiembre y 20 de noviembre) y la bandera. Otros historiadores recalcan la centralidad de los hechos del 68 (huelgas estudiantiles, masacre) en las memorias y en la historiografía del siglo XX mexicano (Allier Montaño, 2022) como otro mito unificador de la nación que se reproduce en el presente. Así, cronologías usadas para describir el 68[43] en las relaciones entre sociedad y Estado fueron retomadas para modelar cronologías de los acontecimientos de Ayotzinapa[44]  (Aguayo, 2015; Dufays et al. 2021).

Esta relación decepcionante al pasado traicionado está igualmente muy presente en los ámbitos políticos como atestiguan numerosos ensayos pseudohistóricos o pseudosociológicos[45]. Incluso la Revolución aparece culpable[46], como si el país y su pueblo lo fueran de su pasado en una "visión de los vencidos" (Wachtel, 1992), entre los cuales les plantonistes encarnan a los vencidos de los vencidos, portadores de un legado memorial (Simay, 2008).

 

Cuando memorias disonantes se vuelven modo de vida en el presente

Si el pasado está muy presente en el México actual tanto en su iconografía, en sus prácticas cotidianas o lingüísticas, la recurrencia de la consigna común "¡Haz memoria!" subraya la importancia del pasado y la necesidad de recordar, aunque sean narrativas minoritarias. Para les plantonistes que llevan reivindicaciones e indignaciones, la necesidad de hacer memoria, aún de pasados disonantes y en competencia, se vuelve un modo de vida en el presente. Algunos plantonistas se dedican a su compromiso militante de tiempo completo. De allí, aparece un comercio de la memoria en los plantones. Más allá de las actividades artesanales que permiten proporcionar modos de subsistencia (ventas de miel, origami, boteo, etc.), ciertos plantonistas desarrollan un lobbying memorial, es decir que promueven su causa para sacar provecho material y pecuniario. Se vuelven emprendedores de memoria en su sentido mercantil mediante, por ejemplo, boteo hacia transeúntes en las calles cercanas al plantón, cobrando derecho de piso para puestos ambulantes informales, vendiendo ellos mismos a los plantonistas creaciones suyas para beneficio personal. Además de los lideres sindicalistas charros[47] que usan los plantones para ejercer una presión y malversar dinero para fines personales, los plantonistas colectan dinero, bienes materiales y comida. Según las causas que promueven, los plantones van a recibir más o menos donaciones espontáneas, por múltiples razones (ideológicas, sensibilidad, etc.). Comida, cobijas o vestimenta son frecuentemente dados por vecinos quienes son sensibles a las condiciones de vida de les plantonistes, que apoyen o no a su causa. Los 400P recibían donaciones, por ejemplo. Las mujeres tenían invitaciones para una ducha, o para dormir en una cama una noche. Las mujeres mazatecas reciben pequeños regalos o totopos durante las visitas, porque ellas siempre invitan a comer. A veces, cercanos u organizaciones simpatizantes les llevan objetos para vender y conseguir víveres y otras necesidades (papel higiénico, materiales para reparar las lonas, etc.). En el plantón por Los 43, las donaciones son tan numerosas e importantes, por la emoción generada por la desaparición de los estudiantes, al punto que generan violentos conflictos. Además del bote para colectar dinero, como en todos los plantones, les plantonistes organizan regularmente acontecimientos para los cuales llaman el apoyo económico de otras organizaciones. Para eso, pueden mandar dinero a la cuenta bancaria de uno u otro de les plantonistes, como el tesorero, por ejemplo. Hasta se habla de una camioneta obsequiada al plantón con la cual se fue M., quien decidió retirarse del plantón por conflictos con muchas otros temas del colectivo.

Cuando el emprendimiento militante de la memoria se vuelve el principal ingreso de un plantonista, las relaciones en los plantones pueden estar comprometidos. Sin embargo, esto es también un modo de difundir la causa y sensibilizar las poblaciones, abriendo la posibilidad de una socialización de la memoria. 

 

La mundialización de demandas de justica mexicanas

Las memorias mexicanas expresadas mediante plantones, disonantes y en competencia, se encuentran, para unas de ellas, mundializadas. ¿Por qué algunas se mundializan? ¿Cuáles son entonces los factores de mundialización de estas memorias? ¿Cómo explicar que ciertas situaciones conmemoradas por las demandas de justicia expresadas en los plantones, hasta del presente, en México hayan encontrado eco internacional y otras no?

 

De memorias por el duelo a una política vernácula de memorias mundializadas alrededor de duelos mexicanos

Dentro de los últimos casos mundializados, se encuentran los feminicidios en la frontera norte del país en los años 2000, o la desaparición forzada de Los 43 estudiantes de Ayotzinapa. El movimiento de demanda de justicia para los estudiantes se convirtió en un movimiento social latinoamericano (Slimovich, Lay Arellano, 2018), cuya cobertura mediática se volvió mundial, como lo demuestra Eva Salgado Andrade (2018) estudiando el tratamiento mediático de la marcha del primer aniversario de la desaparición de los estudiantes. Esto los diferencia de otros movimientos que usaron también plantones, como lo hicieron comunidades Triquis masacradas y en situación de desplazamiento forzado durante más de una década ya, mediante plantones recurrentes año tras año durante semanas o meses. En cuanto a los campesinos veracruzanos de los 400P, si consiguieron fama internacional y algunas respuestas políticas, tienen años sin manifestarse, excluidos de numerosos recursos que reciben los campesinos (fertilizantes, apoyo para la compra de máquinas, etc.). En unos de sus ranchos fundados a la liquidación del Latifundio, apenas tuvieron luz en el 2015, siguen sin agua potable ni pavimento. El empedrado que permite a entrar en la comunidad lo hicieron ellos mismos. La hipótesis aquí contemplada retoma el análisis de Paul Ricœur, que establece un vínculo causal a través de la "conmemoración en el duelo", basada en acontecimientos fundadores negativos (Ricœur, 1991, pp.41-56). En efecto, la situación de la memoria política y de la politización de acontecimientos por los plantones parece tanto más interesante cuanto que plantea interrogantes sobre la globalización de la memoria (Rousso, 2007, pp.3-10): ¿qué es lo que convierte a ciertos acontecimientos en “fundadores negativos” de una conciencia colectiva a veces a escala internacional? Entonces, los plantones serían en estos casos, “dispositivos que movilizan el recuerdo del pasado violento a fines políticos” (Gensburger, Lefranc, 2017, p. 16). Estos movimientos mundializados, “Ni una más” y “Los 43”, parecen efectivamente mostrar el poder del luto en la asamblea y la acción políticas, cuestionando los usos políticos del duelo y la existencia de políticas vernáculas o institucionales del duelo en México. Los acontecimientos fundadores son principalmente, aquí, asesinatos y masacres. La violencia, el sufrimiento y el horror que a menudo dividen comunidades (Eloxochitlán de Flores Magón, San Juan Copala, etc.) unen por un sentimiento de indignación a testigos ofendidos por injusticias y familiares de los masacrados. Todo esto se observa por ejemplo en el primer aniversario de la desaparición de Los 43 estudiantes llamado el “Día de la indignación” (Salvado Andrade, 2018) porque la sociedad mexicana despertó con la atroz desaparición de estos jóvenes y se solidarizó (Castro, Agudo, 2015).

Sin embargo, otros movimientos que han utilizado plantones, se han internacionalizado sin hacer referencia a sucesos tan trágicos ni centrarse en cuestiones conmemorativas. Es en particular el caso del movimiento #YoSoy132, a favor de la democratización de medios de comunicación y en contra de la imposición de Enrique Peña Nieto como ganador de las elecciones presidenciales en el 2012[48]. Iniciado en redes sociales, este movimiento se tradujo en plantones (por ejemplo, frente a la agencia televisiva nacional Televisa o frente a una cárcel[49]) y por manifestaciones en todo el país, demostrando cómo un activismo en línea, genera un activismo en la calle (Rivera Hernández, 2014). Este movimiento incluía incluso a grupos de muchos países, hasta el punto de ser calificado de mundial por la prensa[50]. De igual manera, cómo entender que otros movimientos comparables a “Ni una más” o “Los 43”, comparables en cuanto a la importancia del luto, de su conmemoración y de eventos fundadores en negativo (masacres, desapariciones forzadas, desplazamientos forzados…) no alcanzan la misma mundialización.

 

Algunas claves de mundialización de memorias disonantes

Dentro de la complejidad y de la multiplicidad de factores de mundialización, ciertos grupos plantonistas encuentran en enfoques memoriales y demandas de justicia una manera de ampliar su audiencia. Así, si los usos del pasado están presentes en todos los plantones, la mayoría de los que tienen un impacto internacional organizan su lucha alrededor de cuestiones de memoria y de demandas de justicia. Por ejemplo, el plantón por Los 43 gira en torno a la conmemoración de los desaparecidos y las exigencias de verdad y justicia después de la desaparición de Los 43 estudiantes. La comparación con otros plantones que denuncian igualmente hechos tan horribles como masacres, muestra que no tienen el mismo impacto, como es el caso de las comunidades Triqui. Desde el 2008, las masacres marcan su historia hasta sumar cientos de muertos e incluso comunidades divididas con una mayoría de habitantes en situación de desplazamiento forzado. Sin embargo, tienen poco apoyo y su situación no parece mejorar, a pesar de las investigaciones[51] que describen hasta los discursos denigrantes de las élites regionales retomados al nivel nacional (De Marinis, 2019). Lo mismo puede decirse de los 400P que se han hecho mundialmente famosos, con fotografías de sus espectáculos de danza desnudos y que fueron contactados por varias organizaciones internacionales (la Fundación Bill y Melinda Gates, por ejemplo) entre 2008 y 2010. No crearon red de apoyo de largo plazo, por lo que se encuentran en una situación difícil que explica su desaparición de la escena pública. Sin embargo, han denunciado violencias y represiones en el pasado. Su fama no les permitió hacer comunidad por el luto por disensos internos. Así, son acusados por algunos de ser un grupo de choque, es decir un grupo pagado para para usar la fuerza para reprimir a un movimiento o una acción política (Rivas Ontiveros, 2019) por el Partido de la Revolución Institucional (PRI) cuando su situación muestra su escasez de recursos.

Además de la conmemoración por el duelo, la memoria debe de ser compartida para que se globalice. Entonces, la marginalidad en el grupo explicaría la marginalidad de la memoria según Sarah Gensburger (2005, p.59, citada por Baussant, 2007). La marginalidad es aquí vinculada a la ausencia de los atributos de poder, es decir los medios de difusión de las ideas y de los comportamientos. Los grupos marginados presentan una imagen que socava la deseabilidad social de los gobernantes. Las memorias mexicanas que se mundializan a pesar de las tentativas de borramiento y de silenciamiento por las instituciones políticas, lo han logrado gracias al apoyo generalizado de la sociedad mexicana.

Todo esto ilustra la necesidad de unir pasado y presente, tal y como reclamaba Claude Lévi-Strauss y que se encuentra en el corazón de los estudios sobre la memoria, con los plantones mexicanos encarnando la compleja articulación entre pasado, presente y futuro en la inscripción espacial de un referente memorial de identidad (Clary, 2014, p.6).

 

Conclusión

El análisis de las memorias disonantes en los plantones en la Ciudad de México lleva a considerar sus dimensiones dialógicas y materiales, para entender cómo procede la competencia entre estas memorias. La importancia de la expresión de las emociones dentro de los plantones lleva a considerar regímenes emocionales, en particular de ira y de la indignación, para entender la cotidianidad de las emociones vinculadas a cuestiones de memoria en los plantones. Estos regímenes emocionales demuestran a la vez el agenciamiento de los ciudadanos que entran en la acción mediante los plantones a partir de recursos emocionales, construyendo memorias colectivas y a veces sociales, y también la poca importancia de los testigos en la historia mexicana frente a otros enfoques en el presente (intereses económicos, honor e imagen de personalidades públicas en particular políticas, paz social).

Los usos políticos y estratégicos del pasado adentro del Estado-nación mexicano, entre conmemoración de una historia y de memorias reificadas (las de la Independencia y de la Revolución) y del borramiento de memorias subalternas, destaca la importancia del duelo y de los acontecimientos fundadores negativos que encarnan el sufrimiento y el trauma del pasado en la formación de los grupos militantes de la memoria.

 

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[1] Identificador persistente ARK: http://id.caicyt.gov.ar/ark:/s25250841/mx1pan0hn  

Fecha de Recepción: 05/10/2023 Fecha de Aceptación: 29/11/2023

[2] Se agradece a los coordinadores y editores de la revista el apoyo que me proporcionaron para mejorar este artículo, así como a los revisores por la riqueza de los comentarios que aportaron y las preguntas que formularon, que me permiten desarrollar mis ideas más allá de este texto, hasta mis planteamientos en el campo de los estudios sobre la memoria. También agradezco a Belén Cabrera y a José Manuel Durón García por sus revisiones y correcciones lingüísticas.

[3] École des hautes études en sciences sociales, Paris

https://orcid.org/0009-0006-8113-5629 morgane.govoreanu@ehess.fr

 

[4] Como lo escribe Hélène Combes (2020) en su prólogo: “México es uno de los países más contestatarios del mundo: marchas multitudinarias, enormes plantones que se instalan en plazas y calles por meses, marchas y tomas de edificios, son todos ellos parte del panorama cotidiano en las ciudades. Su especificidad se caracteriza tanto por el aspecto masivo y recurrente de las protestas, como por las formas originales que toman (manifestantes desnudos, disfrazados, en tractores, con bicicleta, etcétera)”.

[5] Sobre 3008 movilizaciones en vías públicas identificadas por la Secretaría de seguridad ciudadana entre el 1ro de agosto del 2019 y el 31 de julio del 2020, los plantones representan solamente 4% de las acciones llevadas a cabo, muy por detrás de concentraciones (46%), mítines (22,6 %), bloqueos (17,5 %) y manifestaciones (9,3%). Para las definiciones institucionales y todas las acciones enumeradas, ver: Congreso de la Ciudad de México (2020, p.48).

[6] Desde enero del 2022, la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC) identifica todos los plantones previstos para el día mismo en una agenda de movilizaciones publicada en su sitio internet: https://www.ssc.CDMX.gob.mx/ciudadania/agenda-de-movilizaciones-sociales.

[7] Y no por las razones sugeridas por Peter Burke, es decir una reacción en una época amenazada por amnesia.

[8] De acuerdo con la práctica de la revista, el lenguaje inclusivo se aplica aquí sustituyendo la palabra de género masculino para los miembros de los plantones, el plantonista, los plantonistas, por su forma neutra: le plantoniste, les plantonistes.

[9] La memoria colectiva que emerge de las entrevistas y del trabajo de campo se acerca a la definición dada por Maurice Halbawchs (1997, pp.97-98), es decir una memoria compartida por miembros de un grupo que “envuelve las memorias individuales, pero no se funde con ellas” en los “marcos sociales” (1994) de los cuales depende. El ejemplo que pone Halbwachs en nota de pie de página es muy esclarecedor para distinguir memoria individual y colectiva: “hay que distinguir entre dos problemas que no se plantean en los mismos términos ni se refieren a los mismos objetos”.

[10] La memoria social se entiende como una memoria prestada (p. 99) en lo que se compone de recuerdos de otros, que no son vividos en carne propia sin de que esto impida, como para la memoria colectiva, de ser compartida con un grupo amplio, aquí el de la nación. La memoria social deja una huella profunda que modifica instituciones y tradiciones.

[11] Le memoria es “como un conjunto de discursos, expectativas, reivindicaciones, practicas, políticas y realizaciones destinadas a representar el pasado en general, y determinados episodios históricos en particular” (Rousso, 2016, p. 21) (traducción personal). Al hacerlo, los plantones encarnan una “profunda interiorización del pasado y […] la voluntad […] de promover, de trabajar por una reescritura de la historia con los medios de intervención [disponibles]” (Capdevilla, Langue, 2014, pp. 197-200) y la fuerza, insurgente o contrarrevolucionaria, de la “reactivación de la herida pasada” por encima de “cualquier voluntad de olvido” (Ferro, 2007, p.14). Ver también: Halbwachs, 1994, 1997; Jelin, 2002; Namer, 2000.

[12] Los estudios subalternos intentan contestar a la tensión entre universal y particular (Ramos, 2011). Como lo subraya Rodolfo Gamiño Muñoz (2019), los estudios sobre memorias subalternas en América central y en el Cono Sur heredaron de trabajos pioneros como los de Ranahit Guha (2002) quien recalca cuatro características de los estudios subalternos: denunciación de la univocidad del discurso del Estado, el protagonismo activo de las personas reducidas al silencio en el relato, la inclusión de otras voces reducidas al silencio y la incorporación a la narratología de cambios, incluso cronológicos, que rompen con la versión dominante. Además, Gayatri Chakravorty Spivak escribió: ¿Puede hablar el subalterno? Juntos, Guha y Spivak publicaron: Selected Subaltern Studies. Hay que añadir también el artículo de Dipesh Chakravarty: “Postcoloniality and the Artifice of History: Who Speaks for ‘Indian’ Pasts?” (1992). En cuanto a América latina, destacan los trabajos de Iliana Rodríguez: Convergencia de tiempos. Estudios subalternos/contextos latinoamericanos, estado, cultura, subalteridad y con María Milagros López: Latin American subaltern studies reader (2001). Dentro de las obras sobre memorias subalternas en América latina, ver: “Exclusión, memorias y luchas políticas” (2005) y Las conmemoraciones. Las disputas en las fechas in-felices (2002) de Elizabeth Jelin; “Discursos historiales, vidas del liberalismo, voces de la historia. Genealogías de memoria y ciudadanía en Centro América” (2012) de Juan Pablo Gómez; “Voces subalternas e historia oral” de Mauricio Archila Neira, “Discursos culturales, memoria histórica y políticas de efectividad (1939-2007)” y “Discursos y políticas de la memoria: consideraciones acerca de las relaciones entre pasado y presente” los dos de Elena López; por fin: La nación en escenas. Memoria pública y usos del pasado en contextos poscoloniales de Mario Rufer (2010).

[13] Claudio Lomnitz los define como “las formas en las que la nación ha sido imaginada en tiempo y espacio” (p. 194).

[14] No se adentra aquí en el debate terminológico sobre historia del presente, historia del tiempo presente, historia contemporánea, historia del tiempo contemporáneo que rebasa los objetivos y temas de este artículo. Los términos empleados aquí no tienen ninguna pretensión conceptual ni epistemológica más allá de la doble perspectiva (acontecimiento/estructura) mencionada.

[15] La etnografía se divide en dos periodos: primero entre 2007 y 2010 y segundo entre 2022 (julio-sept. de 2022) y 2023 (julio-oct. de 2023). Entre los dos, vínculos se han mantenido con plantonistes, también se hizo un seguimiento de las actualidades y publicaciones científicas. El corpus se compone de datos etnográficos (notas de campo, entrevistas, documentos entregados por informantes …), 1593 artículos de prensa, así como datos de primera y segunda mano de diferente naturaleza (sociodemográfica, relativos a las concepciones y prácticas, publicaciones relativas a los plantones tales como ensayos, obras literarias…).

[16] Los conceptos usados comportan un potencial heurístico y comprensivo de observaciones etnográficas para mantener un equilibrio entre conceptualización y análisis de datos. En efecto, numerosos conceptos que saturan los estudios de memoria reflejan expectativas y representaciones contemporáneas en lugar de ser empíricamente operativos (Baussant, 2007). Así, si la memoria cultural y la memoria comunicacional (Assmann, 2010) no son citadas explícitamente, están en filigrana en este texto para comprender las dimensiones culturales de las memorias plantonistas, la cultura siendo para Jean Assmann “un sistema extremadamente complejo, que engloba múltiples memorias y grupos” (p.42), el pasado siendo entonces “una creación de la cultura” (p.43) “marcada por la necesidad de sentido y los marcos de referencia de cada presente dado”. La memoria cultural combina dos niveles de pasado: el pasado de los origines y el pasado reciente. Aquí se trata principalmente de la memoria comunicacional (p.45) es decir la memoria del pasado reciente compartida entre contemporáneos, basada en lo cotidiano y la interacción. Mientras que la memoria cultural se compone de mitos y de símbolos a los cuales se arriman recuerdos y se funda la identidad de un grupo (p.47), adquiriendo una fuerza normativa y formativa duradera.

[17] Se consideran aquí los cuatro periodos sacados del análisis historiográfico de Allier Montaño, Ovalle y Granada-Cardona (2021) que identifican primero una violencia para proteger las instituciones (1958-1969), una segunda etapa de violencia contrainsurgente, una tercera de violencia contra opositores legales e ilegales (década 1990) y una última a partir de 2006 caracterizada por violencia ejercida por nuevos actores tales como organizaciones criminales.

[18] Entendidos como “forma de apropiación original de huellas de la historia y como un modo de representación dominante de la relación al pasado” (Fassin, Rechtman, 2007, p.29) y la conciencia de una “memoria dolorosa”.

[19] Aunque las acepciones weberianas de autoridad (legal, legítima, carismática) son esclarecedoras, el término indefinido se toma aquí en su sentido arendtiano (Arendt, 1972) para designar a las personas u organizaciones a las que recurren les plantonistes, en función del objetivo perseguido por el plantón. Estas personas u organizaciones son llamadas autoridad por los encuestados, en el sentido de que ejercen poder, es decir tienen la capacidad de obtener comportamientos de los demás a pesar de su resistencia. Se explicarán definiciones específicas en caso de que surjan.

[20] Los 43 remite a los 43 estudiantes de la escuela normal rural de Ayotzinapa, Estado de Guerrero, quienes desaparecieron en la noche del 26 de septiembre de 2014 en la ciudad de Iguala, Gro. A partir de allí, este caso muy complejo da una marcha anual multitudinaria esta organizada en la CDMX, además de numerosos otros eventos para pedir verdad y justicia. También, se hizo un plantón al mes de esta desaparición en la avenida Reforma, llamada los Campos Elíseos mexicanos, en la CDMX. Desde esta fecha, siempre se ha mantenido a pesar de las convulsiones de su historia.

[21] Este argumento se ancla en un análisis por una parte de datos etnográficos (observaciones y entrevistas -largas, fugaces) y por otra parte de la Constitución de 1917 vigente. En esta última, los artículos 4 sobre manifestación y 9 sobre libre reunión y asociación, se oponen al 11 que consagra el libre tránsito.  

[22] Este término muy usado por les plantonistes, es retomado a pesar de su saturación conceptual lo que hace más complejo su entendimiento. En su sentido emic, el Estado es comprendido en acepciones cosistas o esencialistas que designan un todo variable según los interlocutores. Aquí, es concebido en su doble sentido de conjunto de instituciones políticas que disponen, entre otros, de los recursos de violencia coercitiva que usa hacia su población, que a la vez sirve y controla, por una parte. Por otra parte, remite a las personas que componen el Estado por su trabajo cotidiano adentro de instituciones que lo constituyen.

[23] En la filiación del movimiento de trabajadores de la copra, la albúmina seca del coco, por su líder y asesor político que participó en el movimiento de oposición al que las autoridades respondieron masacrando a los opositores en 1967, entre 27 y 80 personas según las fuentes.

[24] Ex funcionario electo y miembro del PRI (Partido Revolucionario Institucional), partido de derecha políticamente conservador que gobernó el país en un sistema de partido único durante casi setenta años.

[25] El acuerdo que tuvo lugar en la década de 1990, implicaba puestos de trabajo, compensaciones económicas e infraestructuras para sus pueblos en Veracruz.

[26] Este ex Gobernador del Estado de Puebla fue sospechado en su momento de formar parte de redes de pederastia. Fue a raíz de las filtraciones a los medios de comunicación de llamadas entre miembros de estas redes, en particular un empresario, Kamel Nacif, considerado el "rey de la mezclilla", que el ex gobernador, en funciones en ese momento, fue apodado "Gober precioso", como se refería a él en la llamada. A lo largo de sus años en los plantones, Mario Marín fue acusado por organismos internacionales de formar parte de redes de explotación sexual y prostitución infantil, tras las revelaciones de Lydia Cacho, periodista exiliada en Estados Unidos. La violenta represión sufrida por las comunidades indígenas del estado de Puebla aparecía regularmente en los periódicos nacionales. Al final, el ex gobernador fue acusado de las torturas que había infligido a Lydia Cacho.

[27] Los miembros de la UNA se vieron obligados a construir su propio sistema de agua potable (1997) para abastecer a su comunidad debido a la inercia del Estado. Fueron expropiados en 2005 por Mario Marín mientras que generaba tantos beneficios que construyeron una panadería cooperativa.

[28]Siguieron numerosos episodios de violencia, incluido un incidente especialmente sangriento en 2006. Durante sus plantones en la capital, fueron desalojados varias veces hasta principios de 2009. Su situación no se resolvió en Puebla, y sus problemas económicos en la CDMX empeoraron, hasta el punto de que en 2010 tuvieron que trasladarse a alojamientos de emergencia, a menudo con sus familias separadas. Entre mayo y septiembre de 2022, los miembros de la UNA regresaron al Zócalo capitalino en plantón, ya no por la violencia -tenían mucha mejor relación con los siguientes gobernadores de Puebla-, sino porque el sistema de agua potable, del que habían sido expropiados, no había recibido mantenimiento por parte de las autoridades. Ahora, está contaminado por metales pesados y nitratos. Por ello, en 2022 acudieron a pedir la ayuda y protección del presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), para sanear su sistema de agua potable y así garantizar la viabilidad de sus comunidades.

 El MULT, Movimiento de unificación y de lucha Triqui, y el separatista MULT-I, Movimiento de unificación y de lucha Triqui Independiente, creados respectivamente en 1981 y en 2006, en el torbellino del levantamiento de Oaxaca y la construcción de barricadas con la creación de la famosa y ahora disuelta APPO: Asamblea popular de los pueblos de Oaxaca. El MULT-I nació después de denuncias de corrupción y de acaparar recursos por dirigentes del MULT. Desde entonces, representantes y responsables del MULT-I fueron también acusados de corrupción, generando conflictos entre los movimientos y adentro de cada uno.

[29] Irónicamente llamada Unión del Bien Estar Social de la Región Triqui (UBISORT) creada en 1994 con el apoyo del PRI, el UBISORT es considerada como un grupo paramilitar en nombre del Gobierno del Estado de Oaxaca, que habría participado en gran medida en las recientes masacres para ganancias electorales, en particular desde las masacres de San Juan Copala en 2010 y de Tierra Blanca en 2021.

[30] Por sinécdoque, este término designa al plantón montado en apoyo a las familias de Los 43 estudiantes de la escuela normal rural de Ayotzinapa, Estado de Guerrero, desaparecidos en la noche del 26 al 27 de septiembre de 2014 à Iguala, Guerrero.

[31] Alejandro Bautista, actor y comediante, activista, defensor de la naturaleza en contra de megaproyectos urbanos. Detenido por su militancia, es detenido en el 2013 después de la marcha conmemorativa de la masacre del 02 de octubre de 1968, por alteración del orden público en grupo y desacato a la autoridad. Encarcelado más de un año, sale en mal estado de salud física y mental. Conmovido por el horror de la desaparición de Los 43 estudiantes, se involucra en el plantón en cuanto sale de la cárcel en noviembre de 2014. Muere el 28 de abril de 2015 en oscuras circunstancias.

[32] Otro ejemplo: M., hombre de 47 años, fue secuestrado durante meses. Traumado, incapaz de trabajar y de llevar una vida social normal, explica no temer a nada desde estos acontecimientos: si se salvó de esto, ¿Qué más le puede suceder después de haberse visto muerto tantas veces? Desde su llegada al plantón hace dos años, no salió más que por unas horas, ni siquiera para descansar una noche. Es el guardián y el velador del plantón, él de planta.

[33] Profesor formado en la normal rural de Ayotzinapa, Estado de Guerrero, se distinguió de sus compañeros, muy politizados y comprometidos como exigían las normales rurales regidas por el socialismo marxista, al convertirse en un líder del movimiento estudiantil de 1968 y dirigente del Parito de los Pobres, grupo armado en la selva guerrerense muy activo durante la guerrilla.

[34] Si se tienen muchos datos etnográficos (testimonios, mensajes hasta videos de les plantonistes Triqui expulsados), el evento fue poco recalcado por la prensa. Algunos ejemplos de prensa nacional (https://aristeguinoticias.com/0212/mexico/quitan-planton-de-triquis-que-llevaba-una-decada-en-el-zocalo-de-oaxaca/, https://www.jornada.com.mx/notas/2022/12/02/estados/desalojan-a-triquis-de-los-arcos-del-palacio-de-gobierno-en-oaxaca/, https://oaxaca.eluniversal.com.mx/sociedad/1-ano-del-desalojo-del-palacio-de-gobierno-de-oaxaca-ni-retorno-ni-atencion-para-triquis) que difieren de los artículos partidistas de la prensa regional opuesta a los plantones Triquis, siguiendo a las elites oaxaqueñas (https://www.rioaxaca.com/2022/12/22/triquis-dan-tregua-y-retiran-planton-en-el-zocalo-de-oaxaca/, https://jalisco.quadratin.com.mx/Nacional/otra-vez-triquis-invaden-el-zocalo-de-la-ciudad-de-oaxaca/).

[35] Esta forma militante es una estrategia casi exclusivamente femenina que se apropia de una actividad femenil que anteriormente se daba dentro de esquemas de dominación machista (Rivera García, 2017).

[36] Vestidos o blusas tradicionales ornamentados.

[37] Extracto de una entrevista con E., plantón de las mujeres mazatecas en resistencia de Eloxochitlán de Flores Magón, 2022.

[38] Trabajos académicos salen sobre estos temas candentes en el México actual. Cabe subrayar los siguientes: González Villarreal (2022), De Vecchi Gerli (2018). Las investigaciones de asociaciones (de derechos humanos, de colectivos de buscadores…) y de periodistas son de alta importancia, por ejemplo el trabajo de la asociación Article 19, Human Rights Watch, el libro de Federico Mastrogiovanni, Ni vivos ni muertos: la desaparición forzada en México como estrategia de terror (2014). Puede encontrar una bibliografía que hay que completar y actualizar aquí: https://conceptos.sociales.unam.mx/bibliografias/346biblio.pdf.

[39] La Independencia de México ocurrió en 1810 y la Revolución en 1910. Las fiestas conmemorativas etnografiadas son entonces las del año 2010.

[40] Estas prácticas se despliegan dentro de estrategias más amplias de silenciamiento y olvido de los plantones. En la capital federal, la estigmatización de las casas de campaña, la marginalización y la criminalización de los activistas son acompañadas de políticas palatinas de desaparición de los plantones, bajo el pretexto de rehacer el pavimiento, llenar los huecos, por ejemplo. Durante la primera etnografía (2007-2010), 4 de los 8 primeros plantones del estudio habían sido desmantelados por las autoridades que, afiliadas a un partido de izquierda, el PRD (Partido de la Revolución Democrática), bajo el mando de Marcelo Ebrard, no los podían desaparecer con violencia sin perder a su base electoral y sin contradecir a sus valores ideológicos.

[41] Por ejemplo: las Adelitas, estas mujeres combatientes con sus trenzas y faldas típicas de la época, Francisco Villa en su sillón presidencial o Emiliano Zapata con una mirada desafiante y blandiendo un sable, circulan por el mundo entero (Gob. CDMX).

[42] Para citar sólo algunos: Los recuerdos del porvenir de Elena Garro, las obras de Agustín Yáñez: La creación (1959), Las tierras flacas (1962), Las vueltas del tiempo (1973) después de su famoso Al filo del agua (1947) que el autor no quiso publicar y en el cual se entretejen experiencias del pasado político mexicano de diferentes personajes durante los funerales de Calles en 1945. En Los relámpagos de agosto (1964), Ibargüengoitia hace una cruel sátira de las novelas de la Revolución, dando lugar a lo que se llamará la novela de la contrarrevolución o la antinovela de la Revolución. Por fin, José Trigo (1966) hizo conocer a Fernando del Paso quien, a pesar de las vivas críticas, gana un premio literario gracias a sus descripciones de los ferrocarrileros de la época y del contexto histórico entre un gran desorden durante la modernización del país atravesada por la guerra cristera.

[43] Dentro de la abundancia de obras sobre el 68, cabe mencionar el de Eugenia Allier Montaño hecho a partir de estudios de memoria: 68. El movimiento que triunfo en el futuro (2021).

[44] Esta expresión se refiere al caso político-mediático desencadenado por la desaparición forzada de Los 43.

[45] Entre numerosos ejemplos: Arrebatos carnales (2009, con continuaciones en 2010 y 2011), la obra con título evocador Las vergüenzas de México (2014) o El naufragio de México (2019) de Francisco Martín Moreno (entre otros del mismo autor que no deja de evocar a los errores y las faltas de su país). En una línea un poco diferente, Jorge Castañeda y Héctor Aguilar Camín, en Regreso al futuro (2011) exploran, por diferentes datos cuyo un sondeo sobre la relación al pasado de México, el “país de la crisis perpetua” y todavía más la relación con el pasado, que obstaculiza el futuro, y, por último, la necesidad de que sus compatriotas cambien su imagen y representación del país para garantizar un futuro mejor.

[46] Sobre el tema: Si los huesos de México hablarán, Y la Revolución devoró a sus padres o Álvaro Obregón, fuego y cenizas de la Revolución Mexicana (2009) de Pedro Castro.

[47] El charrismo sindical remite al desvió de los sindicatos, a partir de mediados de los años 1980, cuando empezaron a defender progresivamente los intereses del patronato y no los de los trabajadores, lo que también se conoce como "sindicalismo blanco", en contraposición al sindicalismo rojo de los comunistas y al rojo y negro de los anarcosindicalistas. La figura popular del "charro" se inspiró en el apodo de Jesús Díaz de León, charro, quien fue destituido de su cargo por no proteger los derechos de los trabajadores ferrocarrileros, al grado de que el entonces Presidente de la República envió a la policía y al ejército para restituirlo en su puesto. Lo mismo ocurrió con su sucesor Alfonso Ochoa Partida, quien por cierto era charro, participante de la charrería, parte del patrimonio cultural intangible de la humanidad, equivalente a un vaquero mexicano que domina múltiples habilidades ecuestres.

[48] La ausencia de temas conmemorativos debe relativizarse a la luz de la declaración emitida por el grupo de trabajo titulada “Memoria y Conciencia”, en la que se mencionan numerosos movimientos anteriores, como el Magonismo y el Zapatismo, los del 1968 y del 1971, fraudes electorales (el 1988 y el 2006), crisis económicas y movimientos reprimidos (como el de Atenco o el de Oaxaca en 2006), entre otros. Disponible en línea: https://www.youtube.com/watch?v=E9dkSK1pgzA.

[49] Se trata de un plantón organizado frente al penal femenil de Santa Martha Acatitla, al sur este de la Ciudad de México, por las 14 personas detenidas por supuestos disturbios durante la toma de potestad del expresidente de la República.

[50] Ver por ejemplo artículos de prensa: http://www.proceso.com.mx/?p=315804, http://www.proceso.com.mx/?p=315804.

[51] Ver la bibliografía comentada de Natalia de Marinis: https://www.comecso.com/pequenas-bibliografias-comentadas/conflicto-region-triqui-de-oaxaca.