Crítica y Resistencias. Revista de conflictos sociales latinoamericanos

N° 1. Año 2015. ISSN: 2525-0841. Págs.1-3

http://criticayresistencias.com.ar

Edita: Colectivo de Investigación El Llano en Llamas. Ciudad de Córdoba

Nota editorial

El contexto latinoamericano actual se encuentra caracterizado por la profundización de un conjunto de resistencias que configuran el campo popular y que refieren a una multiplicidad de demandas. Así, el escenario de conflictividad regional-local está atravesado por la emergencia y persistencia de cada vez más luchas en torno al trabajo, la tierra y la vivienda, los bienes comunes, la seguridad, la identidad, entre otros.

En este sentido, la reconfiguración del campo popular no sólo ha implicado una ampliación de las demandas sino también de los sujetos que lo conforman, antaño representado exclusivamente por los trabajadores fabriles sindicalizados. Campesinos, indígenas, trabajadores informales y precarizados, vecinos, mujeres, jóvenes marginados, se erigen como las principales voces de estas nuevas luchas.  

Por otra parte, estas resistencias ya no refieren a un relato único, así como también han adoptado modalidades diferenciales y características propias. Si bien locales, espontáneas, simultáneas, auto-convocadas, todas ellas empero revisten un carácter común. Evocan y materializan los límites cada vez más variados y profundos del sistema capitalista actual que requiere como condición necesaria para su funcionamiento de mecanismos complejamente diseñados para aceitar e invisibilizar las acentuadas, pero siempre presentes, formas de explotación y precarización.

De alguna manera, este primer número de la Revista Crítica y Resistencias tiene por objeto reflejar el conjunto de preocupaciones que nos convocan, tanto en términos académicos como políticos, para el abordaje de los conflictos sociales urbanos y rurales en Latinoamérica.

Así, referir a las luchas, resistencias y conflictos sociales en América Latina en el contexto actual implica por un lado, dar cuenta de la reconfiguración que el campo popular y sus luchas han tenido desde finales del siglo XX hasta el presente, al calor del ascenso de los gobiernos autodenominados “progresistas” o de “centro izquierda”, como también inscribir la lectura y análisis de estos fenómenos en el marco de una mirada crítica de las retóricas académicas utilizadas para su  interpretación.

El primer aspecto, busca ilustrar la ambivalente relación entre el Estado y las múltiples y diversas formas de reclamo, lucha y resistencia que emergen como crítica feroz al modo de explotación y dinámica capitalista de la región al finalizar los años 90. A lo largo de una extensa entrevista, Raúl Zibechi, con una aguda mirada, sintetiza la relación entre el Estado y las resistencias populares en un permanente juego que oscila entre la represión, la cooptación y la autonomía. De esta manera, el pensador uruguayo reconstruye las formas y características principales que tuvieron, sobre todo, las resistencias populares urbanas; a la vez que se sumerge en un profundo análisis sobre los desafíos que éstas enfrentan en el ámbito de la militancia en lo que refiere al desarrollo de estrategias que permitan desplazar los tradicionales modos de comprender la autonomía como modo de acción política, hacia formas más locales y populares de pensar esta forma de construcción.

Por otra parte, Horacio Machado Aráoz presenta la particularidad que muestran las “resistencias ecologistas” o por los “bienes comunes” y su vínculo con la estatalidad en el marco de una década signada por el “desarrollo con inclusión”. En tal sentido, a lo largo de su artículo el autor despunta con marcada lucidez la tensión que el actual modelo de desarrollo de la región -basado principalmente en economías de corte “extractivista”- ha implicado para las resistencias del ecologismo popular, advirtiendo que detrás de las mismas se encuentra una disputa en relación a las concepciones mismas de crecimiento y desarrollo como parte de un legado colonial e ilustrado.

Ambos artículos pretenden, en alguna medida, caracterizar las luchas y resistencias a partir de sus experiencias particulares. No obstante, estas resistencias deben ser inscriptas en el marco de las formas persistentes y acentuadas de explotación y precarización que reviste el capitalismo actual. Este hilo que une las distintas formas de expresión popular es abordado por John Holloway en una conferencia pronunciada en Londres durante el invierno de 2014 que es incluida en esta publicación y da cuenta de la permanente oportunidad que revisten las múltiples expresiones de descontento popular a lo largo y ancho del globo, y que son producto, muchas veces, de una inmediata experiencia de rabia y/o ira.

Holloway argumenta que todas estas expresiones deben ser entendidas como “movimientos telúricos”, esto es, como manifestaciones de un quiebre profundo del sistema capitalista y como una oportunidad para diseñar modos alternativos de “pensarnos”. La historización de las luchas, entonces, demanda inscribirlas como expresiones de los límites y fronteras que el sistema capitalista posee como condición intrínseca de su funcionamiento. Referir a las crisis como “oportunidades” y las resistencias como “formas de esperanza” implica, entonces, pensarlas como síntomas de un mundo profundamente excluyente y desigual. Pero también como la manifestación de aquello “que puede venir” de la “posibilidad” como categoría de acción. Esta forma de comprender las resistencias implica un desafío no sólo político sino intelectual y ético.

Este segundo punto ha significado para nosotros la apuesta epistémico-política que atraviesa no sólo el primer número de la revista sino el origen de la misma. Una invitación a repensar los viejos lenguajes con los que se pretende describir, comprender y analizar estas luchas, a la vez que imaginar nuevas formas del decir, que política y prácticamente sirvan a los movimientos de resistencia actuales.

Al respecto, el artículo de María Alejandra Ciuffolini nos invita a reflexionar sobre las “gramáticas teóricas” en las que se inscribe, desde hace un tiempo, la lectura académica de las resistencias y los conflictos sociales. La autora realiza una interesante síntesis en torno al lenguaje de la “subjetivación”, la “biopolítica” y el “biopoder”, que se ha constituido en los últimos años en la mirada hegemónica en el mundo académico, para luego introducir una relevante comparación entre este marco conceptual y aquel que habilita repensar y recuperar la noción de clase.

El fin último de este ejercicio intelectual es dar cuenta que los modos del decir sobre los fenómenos sociales que se producen en el ámbito académico suponen una “voluntad de verdad” sobre aquello que se enuncia y que este ejercicio es no sólo una actividad intelectual sino eminentemente política. De este modo, Ciuffolini sostiene que a pesar de que las claves de lectura actuales puedan ser potentes política y teóricamente, esto no implica abandonar conceptos que muchas veces son descartados por la moda académica y los leguajes dominantes, ya que resultan categorías claves para repensar las estrategias de lucha. En este sentido, resulta además relevante el modo en que las nociones de clase, emancipación, autonomía, despatriarcalización y descolonización atraviesan a todos los artículos que componen este primer número. Dada la particularidad de la conformación de las resistencias, repensar y abrir estas categorías, así como ser críticos de aquellas otras, se presenta como una necesidad imperiosa de nuestro quehacer cotidiano.

El carácter relacional, antagonista, insurgente que presentan las luchas es, sin dudas, una advertencia a la vez que espacio de creación de nuevos ejercicios semióticos que aporten no sólo a la descripción, sino a la creación y a la posibilidad que presenta el acontecimiento de la resistencia. Es nuestro mayor deseo que la Revista Crítica y Resistencias se constituya como un espacio al servicio de esta tarea.

El número también cuenta con colaboraciones de artículos científicos sobre temáticas específicas, vinculadas a los debates teóricos que se hilvanan en los escritos ya mencionados. Por un lado, contamos con la propuesta de Juan Ignacio González titulada: “La Agrupación de Estudios Sociales y su resistencia a la dictadura militar en Córdoba, 1967/1969”, la cual se orienta al análisis del papel de la resistencia estudiantil en el contexto del Cordobazo, con el propósito de describir el trayecto inicial de la Agrupación de Estudios Sociales (AES), sus posicionamientos políticos y algunos de los debates que la atravesaron.

A su vez, Milica Matovic nos invita a leer “Creatividad y jóvenes en la candidatura de Belgrado 2021 para el título de CEC”, un artículo centrado en la juventud -interesada siempre en lo nuevo, creativo e innovador-, como parte de la sociedad que más sufre la realidad serbia, caracterizada por la fuga de cerebros, la transición y una crisis duradera.

Facundo Pares cierra el número con un escrito titulado: “La problemática habitacional en Chile: emergencia, desarrollo y formas que asume el Estado hasta 1973”, para abordar el proceso histórico a través del cual se constituye la relación entre la estatalidad chilena y el movimiento de pobladores desde fines del siglo XIX hasta el gobierno de la Unidad Popular.