Discurso periodístico sobre el asesinato de Cristian Leandro Ferreyra, militante del Movimiento Campesino de Santiago del Estero Vía Campesina en 2011. Estudio sobre la prensa de alcance nacional y provincial: Página 12 y El Liberal[1]

 

Journalistic discourse on the murder of Cristian Leandro Ferreyra, a member of the Peasant Movement of Santiago del Estero, Vía Campesina, in 2011. Study on the national and provincial press: Página 12 and El Liberal

Daniel Ricardo Santin[2]

 

Esta obra está bajo una licencia internacional Creative Commons Atribución-NoComercial-No hay restricciones adicionales 4.0 (CC BY-NC 4.0)

 

Resumen

Este artículo científico examina el tratamiento mediático del diario Página 12 (Buenos Aires) y El Liberal (Santiago del Estero) sobre el asesinato de Cristian Ferreyra, un activista campesino de MOCASE Vía Campesina, ocurrido en 2011. El objetivo es analizar comparativamente las expresiones discursivas, conceptos y la agenda setting empleados por estos medios gráficos en la cobertura del caso.

Metodológicamente, se utiliza el análisis crítico del discurso para examinar 32 noticias y crónicas publicadas entre noviembre de 2011 y diciembre de 2012. A esto se suma una entrevista semiestructurada a un periodista del diario El Liberal. El contexto del estudio es la lucha por la tierra entre organizaciones campesinas y empresarios del agronegocio.

El análisis revela una polarización discursiva en la que el diario santiagueño estigmatiza al movimiento campesino mientras legitima el accionar del agronegocio. El Liberal presenta a los campesinos como sujetos violentos y conflictivos, omite aspectos clave del conflicto y favorece la voz de los empresarios. Se identifica el uso de pronombres y caracterizaciones que refuerzan la dicotomía víctima-victimario, así como la influencia de la voz del gobierno provincial en la construcción de la noticia. Por su parte, Página 12 enfatiza rasgos identitarios de los campesinos y responsabiliza al sojero y al gobierno de la provincia por lo sucedido.

El estudio concluye que el tratamiento mediático del caso Ferreyra contribuye a la deslegitimación de la lucha campesina y minimiza la violencia estructural subyacente en el conflicto por la tierra. Se destaca la importancia de un periodismo responsable que evite reproducir los intereses de los sectores dominantes y fomente una mirada crítica sobre los relatos mediáticos. Especialmente, teniendo en cuenta la perspectiva histórica y los testimonios de los campesinos en relación con la lucha por la tierra.

Palabras clave: Discurso periodístico, agenda setting, newsmaking, análisis del discurso, lucha por la tierra.

Keywords: Jornalistic discourse, agenda setting, newsmaking, discourse analysis, struggle for land.

 

Introducción

En este artículo se analiza el tratamiento periodístico que el diario El Liberal (Santiago del Estero) y el diario Página 12 (Buenos Aires) dieron al caso del asesinato de Cristian Ferreyra, campesino activista de MOCASE Vía Campesina en Santiago del Estero, ocurrido en noviembre de 2011. El objetivo es presentar comparativamente las expresiones simbólicas discursivas, los conceptos y los criterios de agenda setting empleados por estos medios gráficos.

Como herramienta metodológica se emplea el análisis crítico del discurso para realizar el trabajo descriptivo y analítico de un corpus de 32 noticias y crónicas publicadas referidas al caso. El conflicto de base es la lucha por la tierra entre las organizaciones campesinas y los empresarios del agronegocio que pretenden sumar hectáreas para la producción de soja. Se analizaron las noticias publicadas por El Liberal y Página 12 entre noviembre de 2011 y diciembre de 2012 y se realizó una entrevista en profundidad a un periodista del diario santiagueño.

En la actualidad, muchas investigaciones indagan acerca del tratamiento mediático de los movimientos sociales y sus respectivas luchas. Esto es relevante porque los medios pueden encender una alarma social frente a los movimientos como elementos de turbación o peligro y, también pueden incidir en la esfera política para motivar la sanción de leyes que impidan, por ejemplo, la manifestación y defensa pública de sus derechos.

A comienzos del siglo XXI, más precisamente el periodo comprendido entre el año 2003 y 2015, Argentina fue escenario de transformaciones importantes. Entre los sucesos más importantes se encuentran las reformas estructurales del Estado y la crisis económica, política y social.

Las políticas neoliberales implementadas en la década del 90 desembocaron en una crisis social y económica en todo el país. El aumento de la tasa de desempleo y la reforma del Estado fueron algunas de las variables determinantes para generar los cambios profundos a niveles macroeconómicos. Esta realidad no era ajena a las zonas rurales. En especial, los territorios del norte del país fueron asediados por el avance de un modelo de agronegocio mordaz, que utilizaba guardias blancas (cuadrillas parapoliciales) para resguardar sus arcas y esto generó, con el paso del tiempo, diversos conflictos con los campesinos e indígenas que habitaban esos espacios geográficos desde épocas ancestrales.

Los conflictos por la propiedad de la tierra fueron primero silenciosos, pero crecieron en violencia y desigualdades. Incluso en la actualidad resuenan en tierras santiagueñas. En estos territorios, la soja defiende su potestad como el cultivo preponderante, al mismo tiempo que pretende desplazar a los pequeños productores campesinos de la tierra.

Entre los años 1990 y 2000, las comunidades campesinas e indígenas se vieron desfavorecidas e incluso desalojadas de las tierras que habían habitado por siglos. El modelo de producción del agronegocio arrasaba con el modo de vida campesino y esto condujo a que la lucha por la tierra se volviera una bandera compartida por diversos grupos de campesinos organizados.

Uno de los ejemplos de lucha campesina más emblemáticos en Santiago del Estero fue el caso de La Simona. Este conflicto comenzó en la década del 70, cuando las empresas Los Mimbres SA, Salónica SA y Jungla SA, representadas por el empresario Guillermo Masoni, compraron los títulos de alrededor de 100 mil hectáreas en la zona de La Simona y Campo San Martín que, al mismo tiempo, permanecían habitadas por diversos grupos de familias. En el año 1998, el MOCASE instaló una carpa negra en el ingreso de este territorio en conflicto para protestar en contra de los intentos de desalojo. Este símbolo de resistencia permitió alzar la voz del Movimiento Campesino de Santiago del Estero en los medios de comunicación nacionales, ya que la problemática permanecía ajena a la agenda mediática de la prensa santiagueña. Se denunció que la expansión de la frontera agropecuaria provocaba violentos desalojos del pueblo campesino y que, además, el desmonte indiscriminado generaba un impacto ambiental negativo para el resto de la sociedad (Jara, 2016). A partir de esta denuncia, se articularon acciones que trascendían lo específico de este hecho puntual y que tejían redes con nuevos aliados para la lucha contra el agronegocio; por ejemplo, con el movimiento ecologista.

Los campesinos evitaron el desalojo, aunque la tensión permaneció latente por varios años. Masoni firmó la paz con el MOCASE Vía Campesina recién quince años después, en el marco de las mesas de diálogo por la tierra, un espacio de diálogo impulsado por la gobernadora Dra. Claudia Ledesma de Zamora y el defensor del pueblo Adjunto, Luis Santucho.

En relación con la relevancia y actualidad de este tema es necesario brindar un panorama histórico del surgimiento del MOCASE como actor clave en la defensa de los derechos territoriales campesinos. Este agente social es representado mediáticamente en diversos medios de comunicación, en particular, se analiza la presencia en la prensa local El Liberal en el marco del homicidio de Cristian Ferreyra en 2011. La actividad investigativa para desentrañar el significado político que hay detrás de la construcción de la noticia y, por ende, detrás de la construcción del MOCASE como una agrupación que realiza acciones delictivas es un objeto de estudio vigente en el campo de las ciencias sociales en general y de la comunicación en particular.

 

Surgimiento del MOCASE

El 4 de agosto de 1990 un grupo de campesinos decidió organizarse y dar forma al Movimiento Campesino de Santiago del Estero (MOCASE) en búsqueda de brindar una respuesta organizada a los constantes intentos de desalojo. Desde sus comienzos, se planteó como una organización pacífica; no obstante, fue víctima de hostigamientos, amenazas y robos constantes.

El repertorio de acciones que lleva adelante MOCASE desde su nacimiento incluyen la defensa y lucha por la propiedad de la tierra; las manifestaciones encabezadas para la liberación de detenidos en contexto de conflictos; la defensa del medioambiente y la búsqueda de justicia, por ejemplo, para resolver el asesinato de Cristian Ferreyra, caso que nos compete en este artículo, entre otras.

Las acciones mencionadas no fueron llevadas a cabo de manera aislada, sino que el movimiento buscó a lo largo de su historia el apoyo y la solidaridad de organizaciones afines políticamente como agrupaciones de desocupados, partidos de izquierda y sindicatos. En efecto, la búsqueda de respuesta y la lucha por los derechos de los campesinos está signada por un origen obrero y un presente trabajador.

Junto a estas intervenciones de defensa y de protección a los derechos de los campesinos, MOCASE lleva adelante un proyecto político-cultural radiofónico que integra varias emisoras radiales ubicadas en distintas regiones donde se encuentran los miembros de la organización campesina. El objetivo de estas radios es la transmisión de información, comentarios, música y entretenimiento para los vecinos de la zona, sin dejar de ser una herramienta de comunicación para la resistencia, puesto que emite comunicados actualizados de los desalojos y de los hechos que atentan contra los campesinos. La primera emisora mocaseña fue Radio Del Monte (88.7 MHZ, Quimilí), nacida el 17 de abril del año 2003. Actualmente, existen seis emisoras de radio con frecuencias distribuidas en distintos puntos de la provincia.

A principios de 2002 la organización se fracturó en dos: el MOCASE histórico y el MOCASE Vía Campesina (VC). Esta ruptura significó la conformación de dos organizaciones con claras diferencias en cuanto a la forma organizativa, las estrategias, los recursos y los grupos de apoyo. El MOCASE Vía Campesina mantenía alianzas con organizaciones internacionales como La Vía Campesina, La Cloc y el Movimiento Nacional Campesino Indígena. Años más tarde, en 2019, el movimiento se unificó y continuó llamándose MOCASE.

Diario El Liberal

En la cartografía comunicacional de Santiago Del Estero se destaca el diario El Liberal, creado el 3 de noviembre de 1898 por el cordobés Juan Figueroa. No solamente es el periódico más antiguo, sino que, además, tiene influencia en la agenda mediática del resto de los medios de comunicación que operan en el contexto local.

El diario tiene una orientación comercial-empresarial privada y, a lo largo de su historia, construyó un discurso con rasgos identitarios muy claros para los distintos actores políticos y sociales de esta provincia. En la actualidad, existen en Santiago del Estero ocho diarios, además de El Liberal. No obstante, este último cuenta con gran tirada en su edición papel y con muchas suscripciones en su edición web. Tiene canales oficiales de difusión en redes sociales y un portal web que presenta contenido actual en un formato multimedia (audios, videos y escritos). Su orientación original fue nacionalista, de tendencia laica y con el claro fin de promover la defensa de los derechos civiles.

 

Diario Página 12

Página 12 es un diario argentino con sede en la ciudad de Buenos Aires, fundado en 1987 por los periodistas Jorge Lanata y Ernesto Tiffenberg. Desde sus inicios, se consolidó como un medio de referencia nacional, reconocido por su enfoque crítico y su tratamiento en profundidad de la actualidad política y social del país. En 2016, pasó a formar parte del Grupo Octubre, un conglomerado mediático gestionado por la Fundación Octubre, presidida por Víctor Santa María, dirigente sindical y político argentino. Actualmente, Página 12 mantiene una presencia destacada en el panorama informativo nacional, con una línea editorial cercana al peronismo.

La elección de ambos diarios para hacer este análisis obedece a una serie de criterios estratégicos para este estudio, ya que estos actores comunicacionales comparten la condición de ser medios impresos y digitales de amplio reconocimiento por parte de la opinión pública (diario El Liberal en el ámbito local y diario Página 12 en el ámbito nacional). Asimismo, se los escogió por ser actores que se encuentran ideológicamente en veredas opuestas en una gran diversidad de tópicos. Por un lado, El Liberal se define como nacionalista y defensor de los derechos civiles; mientras que Página 12 se define como un medio políticamente de izquierda, progresista, centrado en la defensa de los derechos humanos y en las minorías.

Ambas posturas discursivas-periodísticas y políticas se pueden analizar en el tratamiento periodístico que le dieron al caso del asesinato del militante Cristian Ferreyra y a la representación del MOCASE como organización.

 

Marco teórico

Para comprender el análisis del caso del asesinato de Cristian Ferreyra que llevaremos adelante en este artículo es necesario tomar contacto con los conceptos del enfoque constructivista de agenda setting, teoría del newsmaking y análisis del discurso.

El newsmaking o construcción de la noticia tiene una “mirada constructivista respecto al periodismo que sostiene que la realidad es el resultado, básicamente, de rutinas informativas sujetas a limitaciones y tensiones propias de la organización periodística” (Pena de Oliveira en Arrueta y Brunet, 2010, p. 19).

En 1970, en Estados Unidos, se estudiaba fervientemente cómo las emisiones de los medios de comunicación impactaban en la sociedad y cuáles eran las dinámicas del trabajo periodístico. Wolf (1987) explica que el newsmaking es la perspectiva teórica que señala que los medios no asumen una postura neutra a lo que sucede, sino que colaboran en un proceso de construcción que combina las normas, valores y criterios de noticiabilidad que guían la tarea periodística; y las limitaciones y presiones económicas o políticas que condicionan qué noticias toman estado público y cuáles no. Martini (2000) sostiene que este enfoque teórico permite elaborar noticias, evitando caer en una interpretación simplista de una tarea que es más bien compleja. En otras palabras, es una teoría que sirve para comprender cómo se relacionan la imagen de la realidad social construida por los medios, las rutinas organizativas del trabajo periodístico y los significados sociales que emergen de allí.

A partir de esta definición del autor podemos ver la complejidad de la tarea periodística, desde la búsqueda de la información, hasta el resultado del producto informativo (noticia). Esta corriente revela un papel activo de los periodistas y el producto noticia se muestra como el resultado de una construcción.

Existe un gran caudal de hechos potencialmente noticiables y, para elaborar la noticia, se deben cumplir una serie de requisitos:

1. Deben hacer posible reconocer un acontecimiento (incluidos los excepcionales) como hecho noticiable; 2. Deben elaborar formas de producir los acontecimientos que no tengan en cuenta la pretensión de cada acontecimiento a un tratamiento idiosincrático; 3. Deben organizar el trabajo temporal y espacialmente de tal manera que los acontecimientos noticiables puedan afluir y ser elaborados de forma planificada. Estos requisitos están relacionados entre sí. (Tuchman como se citó en Wolf, 1987, pp. 214-215)

Cabe destacar que el estudio de la fabricación de la noticia se asienta en una noción de noticiabilidad (newsworthiness) que es “el conjunto de elementos a través de los cuales el aparato informativo controla y gestiona la cantidad y el tipo de acontecimientos de los que seleccionar las noticias” (Wolf, 1987, p. 222). Desde esta perspectiva, los valores-noticia constituyen elementos fundamentales que determinan qué hechos tienen el potencial de convertirse en noticias. Se entienden como criterios de relevancia que guían tanto la selección de los acontecimientos como su tratamiento dentro de la redacción. Por un lado, estos valores permiten elegir, entre todo el material disponible, aquello que merece ser incluido en el producto periodístico final. Por otro, orientan la forma en que se presenta la información: qué aspectos destacar, cuáles dejar de lado y en qué orden jerarquizar los contenidos. En este sentido, los valores-noticia funcionan como reglas prácticas sustentadas en saberes profesionales que estructuran, de manera explícita o implícita, los procesos cotidianos del trabajo periodístico (Wolf, 1987).

Otro concepto que ayuda a analizar la relevancia que un medio de comunicación masivo le otorga a un acontecimiento es si este se encuentra incluido dentro de su agenda de temas prioritarios. Wolf (1991) denomina este proceso tematización. Para este autor, tematizar un suceso significa colocarlo en el orden del día de la atención del público.

Por otro lado, el análisis del discurso es una disciplina que se origina en la década del 60 y se ha transformado con el paso del tiempo. Se pueden identificar tres etapas: la década de 1960 se conoce como la primera generación de esta disciplina, influenciada por la sociología y abocada al estudio del impacto de los mensajes generados por el emisor. En esta perspectiva se presume un receptor pasivo. La etapa posterior o segunda generación (década del 70), centra su inquietud en el análisis de los contenidos que se incluyen en los mensajes y su vínculo con la ideología. Por último, la tercera etapa (década del 80), trabaja fundamentalmente con diversas formas de comunicación y diseño en el plan de elaboración de mensajes. En este último periodo se ahondó y expandió el estudio del discurso, cuyo principal referente es Teun Van Dijk (Van Dijk, 2003) y su instrumento de análisis crítico del discurso (ACD). Este es el enfoque adoptado en este artículo para analizar los discursos en las noticias y crónicas emitidas por El Liberal acerca del asesinato de Cristian Ferreyra.

El discurso es una construcción lingüística compuesta por una serie de enunciados formulados por un enunciador con la intención de ser interpretados por distintos receptores. En su elaboración, el enunciador incorpora una multiplicidad de elementos culturales, sociales, históricos e ideológicos que reflejan su postura y sus intereses dentro de un determinado contexto. Desde la perspectiva de Van Dijk (1997), el análisis crítico del discurso se centra en examinar las relaciones de poder presentes en los discursos que se emiten dentro de una sociedad. Este autor analizó las estrategias discursivas utilizadas por los sectores dominantes y sus implicancias en los entornos donde operan. Además, este enfoque estudia las repercusiones cognitivas y sociales del discurso al analizar la manera en que su construcción y circulación dan lugar a narrativas de resistencia frente a estructuras de opresión.

El análisis del discurso desnuda la interconexión entre ideología y discurso, revelando las representaciones subyacentes en la producción y recepción de los mensajes. En este sentido, los medios de comunicación desempeñan un rol central en la reproducción de discursos hegemónicos, ya que no solo seleccionan y jerarquizan los temas de la agenda pública, sino que también ejercen una influencia estructural al difundir determinados puntos de vista sobre los hechos. Las representaciones y valores que difunden respecto a distintos actores sociales, especialmente aquellos vinculados a movimientos de resistencia, pueden ser estudiados de manera crítica para revelar sus sentidos profundos.

En términos generales, el análisis crítico del discurso busca comprender cómo el lenguaje contribuye a la reproducción de las estructuras de poder (incluso puede perpetuar situaciones de abuso de poder). Dentro de este marco, cobra especial relevancia la exploración de problemáticas sociales como la desigualdad, la dominación y los conflictos que emergen de ellas y analizar el papel fundamental que desempeña el discurso en la configuración de estas dinámicas. El énfasis está puesto en los componentes del discurso “asociados a la expresión, confirmación, reproducción o impugnación del poder social de los oradores o escritores, en su condición de miembros de los grupos dominantes” (Van Dijk, 2009, p. 24). En este sentido, el autor propone que el discurso ideológico de los integrantes del endogrupo, “. . . pone énfasis en las características positivas de nuestro propio grupo y de sus miembros y en las características negativas de los otros, el exogrupo” (Van Dijk, 2009, p. 24). Por consiguiente, el análisis crítico del discurso busca indagar en las distintas formas en que el lenguaje puede ser utilizado como instrumento de abuso, prestando especial atención a prácticas como la manipulación del contenido, la distorsión informativa, la difusión de falsedades, la difamación y la propaganda. Estas estrategias discursivas buscan influir de una manera ilegítima en la percepción y el comportamiento de los destinatarios de los mensajes, con el objetivo de sostener y reproducir estructuras de poder establecidas (Van Dijk, 2009).

Como podemos ver, el discurso es fundamentalmente ideológico, ya que su propósito es reproducir el poder. Específicamente, a este tipo de estudio le interesa el poder social como “el control sobre las acciones de otros” (Van Dijk, 2009, p. 29). Este lingüista, afirma que, además, ese control se despliega “en beneficio de aquellos que lo poseen y en detrimento de los sujetos controlados, se puede hablar de abuso de poder” (Van Dijk, 2009, p. 29). En este sentido, el control se administra en el discurso, en las mentes de los hablantes controlados y en sus opiniones e ideologías. Esta vigilancia mental por medio del discurso es el resultado que se pretende, y ya que el accionar de los sujetos está influenciado por esta intervención mental, indirectamente hay un control sobre la acción que ejecutan.

Por lo tanto, el estudio crítico de los discursos permite evidenciar cómo ciertos sectores de la sociedad o instituciones hegemónicas ejercen su poder social al influir y controlar a otros actores dentro del entramado social. En este sentido, el dominio de un grupo sobre otro se sustenta en su capacidad para imponer y regular los discursos que circulan en la sociedad. Así, el análisis crítico del discurso se centra en examinar las múltiples maneras en que el control sobre el lenguaje se convierte en un mecanismo de dominación, utilizado para moldear ideas, pensamientos y comportamientos en función de los intereses de las élites.

Este análisis, como proceso de la reproducción del poder discursivo, se puede entender desde dos elementos (Van Dijk, 2009):

        ¿Cómo los grupos dominantes controlan el discurso?

        ¿Cómo tal discurso controla la mente y las acciones de los sectores más desfavorecidos y menos poderosos, y cuáles son los efectos sociales de este control?

Las personas suelen tener un control activo sobre la comunicación en el ámbito familiar, pero cuando reciben información de los medios masivos, asumen un rol más pasivo y son influenciadas por estos grandes emisores. El poder sobre el discurso depende del contexto, la coyuntura y la estructura del mensaje. El contexto, entendido como el marco que da sentido al discurso, incluye factores clave como la situación social, los participantes, sus roles y objetivos, así como las ideas e ideologías que influyen en la comunicación tanto en el ámbito social como institucional (Duranti y Goodwin, 1992; Van Dijk, 1998).

 

El conflicto en 2011 y el asesinato de Cristian Ferreyra

La comunidad Lule Vilela se asienta en el noroeste del país, principalmente en las provincias de Tucumán, Salta y Santiago del Estero. Los miembros de esta comunidad son habitantes originarios de las tierras y trabajan en forma conjunta con el MOCASE Vía Campesina en la lucha y defensa por la propiedad de las tierras.

En 2009 se produjo un fuerte avance y expansión de la frontera agropecuaria en Santiago del Estero y la lucha por los derechos de los campesinos originarios se intensificó. Concretamente, en dicho año había 2000 hectáreas en pugna en la zona norte de la provincia: el empresario Jorge Ciccioli, oriundo de Santa Fe, buscaba explotar estas tierras para el cultivo de soja y los campesinos, miembros de MOCASE Vía Campesina, querían continuar habitando y trabajando la tierra por su cuenta. Frente a esta situación, el empresario pretendió desalojar a los campesinos utilizando medios violentos y los miembros de la comunidad respondieron que ellos son los verdaderos dueños de la tierra y que las mismas habían sido vendidas ilegalmente. En réplica a los hechos violentos, los campesinos denuncian a los empresarios por acoso, hostigamiento y diversas amenazas.

En el año 2011 mataron a Cristian Ferreyra, campesino de 23 años y miembro activo del MOCASE Vía Campesina. La comunidad de San Antonio comunicó de forma oficial que el miércoles 16 de noviembre del 2011, en la casa de la familia de Cristian Ferreyra, se apersonaron Javier y Arturo Juárez, sicarios contratados por el empresario Jorge Ciccioli y dispararon a sangre fría contra dos campesinos. Darío Godoy y Cristian Ferreyra fueron trasladados al hospital de Monte Quemado Dr. Antonio F. David con heridas leves y graves, pero Cristian no sobrevivió. Tres días después de lo sucedido, quedó detenido Javier Francisco Juárez como presunto autor del crimen de Ferreyra. Este último era encargado del campo y tío de la viuda de Cristian Ferreyra.

A medida que transcurría la investigación policial para buscar y detener a los agresores, la viuda de Ferreyra, Beatriz Juárez, brindó testimonios dramáticos que fueron publicados en el diario El Liberal. Los testimonios de la viuda de Ferreyra, apuntaban a que la raíz del problema estaba en los antiguos rencores y odios familiares entre su tío y ella. En la crónica, el medio gráfico dejó entrever que el crimen tenía su origen en conflictos personales y emocionales entre los protagonistas.

Desde una perspectiva diferente, en su versión digital del 18 de noviembre, el diario Página 12 tituló “Otra víctima por defender su territorio” (Aranda, 18 de noviembre de 2011). El artículo enfatizó en una serie de aspectos relacionados con el militante asesinado como defensor de la tierra, su trayectoria de resistencia al desalojo y su pertenencia al MOCASE VC. También alude al conflicto histórico que la organización campesina tenía con el referente del agronegocio Jorge Ciccioli. Datos invisibilizados en las primeras versiones que circulaban en la prensa santiagueña.

En simultáneo, los campesinos miembros del MOCASE Vía Campesina buscaban hacer oír su voz. Se movilizaban en distintos parajes del interior de la provincia y en ciudades importantes como la capital provincial, frente al Tribunal Superior de Justicia de Santiago del Estero y en la ciudad de Buenos Aires. Estos reclamos fueron difundidos por el diario El Liberal en la jornada del 19 de noviembre del 2011 en un pequeño recuadro que no buscaba llamar demasiado la atención de los lectores.

Por otro lado, la red de Radios del MOCASE Vía Campesina, como así también otras estaciones aliadas a la organización campesina, por ejemplo, FM La Tribu (Almagro, Buenos Aires) informaban permanentemente cada una de las manifestaciones y protestas para que la opinión pública nacional tomara conocimiento y condenara el crimen. Al mismo tiempo, estos medios eran canales de reclamo para solicitar la pronta resolución del caso por parte de la justicia de Santiago del Estero.

Del otro lado del conflicto, los abogados de los empresarios Jorge Ciccioli y Hugo Juárez, señalados como autores intelectuales del crimen de Ferreyra, prometieron presentarse el 20 de noviembre ante la justicia. No obstante, no cumplieron con este paso. El conflicto y el malestar social incrementaba a medida que el caso Ferreyra tomaba estado público. Entre otras organizaciones que se hicieron eco de lo sucedido, la Iglesia Católica emitió un comunicado el 21 de noviembre en rechazo y repudio de los actos violentos y la Central de Trabajadores y Trabajadoras de la Argentina (CTA) también se expidió en el mismo sentido.

El 22 de noviembre, el gobierno de la provincia anunció la suspensión de los desmontes por 180 días en toda la provincia para apaciguar el malestar creciente debido al conflicto por la tierra. Además, se creó una comisión especial que trabajó desde esa fecha en cada lugar de conflicto. Este comité estaba presidido por el director de la Dirección de Bosques, Dr. Publio Araujo, y trabajó en conjunto con el Comité de Emergencias.

Sumado a las medidas mencionadas, el Poder Ejecutivo provincial gestionó una audiencia para las organizaciones campesinas con los miembros del Superior Tribunal de Justicia (STJ) para que los campesinos expongan su mirada sobre la problemática del sector. Este era un intento más del ejecutivo provincial por agilizar los acuerdos entre las partes para tranquilizar el conflicto. Ese mismo 22 de noviembre trasladaron a Juárez, el principal acusado, a la dependencia policial de la ciudad de Monte Quemado, Departamento Copo, pero se negó a declarar.

El empresario Ciccioli prometió y no cumplió con su palabra de presentarse ante las autoridades judiciales de la provincia, por lo que el 23 de noviembre quedó detenido por el asesinato de Cristian Ferreyra a disposición del juez de la causa para ser interrogado. Más allá de la detención del empresario, sus abogados insistieron públicamente en los medios de comunicación que Ciccioli había adquirido de buena fe el campo en Departamento Pellegrini y en Departamento Copo. En paralelo, los abogados de los hermanos Abregú y de Juárez pidieron la liberación de los imputados.

Por su parte, la legislatura provincial hizo un reclamo a la justicia por el esclarecimiento del hecho y el entonces gobernador de Santiago del Estero, Gerardo Zamora, dijo en los medios locales que “No debe morir nadie por conflictos con las tierras en Santiago” (El Liberal, miércoles 23 de noviembre del 2011). Por otro lado, el presidente del Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (INAI), Daniel Fernández, estuvo de acuerdo con la resolución del gobierno de suspender el desmonte y se sumó al pedido público de justicia para esclarecer el caso Ferreyra.

Al día siguiente de las declaraciones públicas del gobernador Zamora, este mandatario recibió a los familiares del joven asesinado en la casa de gobierno y continuó con su postura de mostrar una preocupación desde el Estado para el cese de los conflictos por la tierra en el interior de la provincia.

Por otro lado, el empresario Ciccioli se descompensó el día miércoles 23 de noviembre por complicaciones de las enfermedades que padece (diabetes, hipertensión y celiaquía) y a raíz del intenso calor que se vivía en la provincia. Estuvo internado en el Hospital Regional hasta el jueves 24. Hasta este momento, el autor material del crimen, Javier Francisco Juárez, continuaba detenido.

El 25 de noviembre, los miembros del MOCASE Vía Campesina marcharon por distintos puntos del país, entre estos las calles de la ciudad de Monte Quemado, cabecera del Departamento Copo, en repudio del crimen de Cristian Ferreyra. La agrupación realizó cortes en la Ruta Nacional 16 por intervalos de media hora, pintó mensajes de protesta en contra de las empresas forestales de la zona y difundió un documento en el que solicitaban juicio y castigo para los responsables de la muerte del activista.

Ante la pronunciación y condena pública de distintos actores sobre el asesinato, el ministro de justicia de la provincia, Ricardo Daives, afirmó “se tomaron medidas para que no vuelva a pasar lo de Ferreyra” (El Liberal, 26 de noviembre del 2011). Entre estas medidas, el funcionario destacó un “trabajo intensivo” (El Liberal, 26 de noviembre del 2011) desde el área de seguridad para identificar y capturar a los responsables del crimen. Este trabajo se llevó adelante con colaboración de otras dependencias del mismo gobierno provincial para evitar y prevenir futuros conflictos por la tierra. El Liberal publicó declaraciones de testigos del crimen el 26 de noviembre, entre ellas, la de Iván Landriel, y la de una anciana que señaló “le sacó la pierna” (El Liberal, 26 de noviembre del 2011) en alusión al disparo de Javier Juárez contra Cristian Ferreyra.

El diario líder de la prensa local se hizo eco de la información proporcionada por los funcionarios judiciales y, el martes 29 de noviembre, aseveró que se comenzaba a definir la situación procesal de los imputados. Asimismo, el medio gráfico destacó que el abogado defensor de Ciccioli solicitó a la justicia la incorporación de un expediente a la causa que relata un incidente de junio del 2011, en el que el empresario fue víctima del corte de 17 kilómetros de alambrado y de daño a su maquinaria.

Finalmente, el 4 de noviembre de 2014, tres años más tarde de la tragedia, comenzó el juicio por el crimen de Cristian Ferreyra y el 9 de diciembre, la justicia dictó la sentencia. Javier Juárez, quien confesó durante el juicio haber disparado contra Ferreyra, fue condenado a 10 años de prisión y a pagar 900 mil pesos en concepto de indemnización por los daños causados. El empresario Ciccioli, señalado como el autor intelectual del hecho, junto a otros integrantes de la banda parapolicial, resultaron absueltos por la Cámara Criminal de Santiago del Estero y recuperaron su libertad.

Cabe aclarar que el asesinato de Cristian Ferreyra no fue el único hecho violento que tuvo como protagonistas a empresarios del agronegocio y a miembros de MOCASE VC. Entre 2011 y 2015 sucedieron otros episodios que, si bien exceden el análisis que se propone este artículo, es menester mencionar, por ejemplo, el asesinato del militante campesino Miguel Galván el 10 de octubre del 2012 en el paraje El Simbol, ubicado al norte de la provincia.

Análisis del discurso comparativo del caso Ferreyra: Diario El Liberal y el Diario Página 12

En las noticias publicadas por el diario El Liberal sobre el asesinato de Cristian Ferreryra se identifica una polarización entre victimarios bajo los pronombres gramaticales “el /ellos” (Jorge Ciccioli, Javier Francisco Juárez) y víctimas bajo el pronombre plural “nosotros” (Beatriz Juárez y Darío Godoy). Igualmente, la asociación entre homónimos (los Juárez) muestra la intención política del medio gráfico de presentar el crimen del activista del MOCASE VC como un dilema doméstico en el que la mayoría de los implicados eran familiares entre sí.

Si bien se analizaron 32 noticias, se incluyen en este artículo dos ejemplos que dan cuenta con claridad de esta polarización discursiva. A continuación, se presenta el primero de ellos:

La joven madre, de 26 años de edad, contó a la Agencia Pelota de Trapo lo sucedido entre el victimario y la víctima en la tarde del pasado miércoles, en el paraje San Antonio, Departamento Copo.

“Mi marido sale y estaban discutiendo porque él (Javier Juárez) era empleado de (Jorge) Ciccioli, el empresario que nos quiere sacar de nuestra casa. Y entonces ahí es cuando mi marido le dice que él no es el dueño, y que nosotros somos los que vivimos acá. Y ahí le agarra y le mete un tiro en la pierna izquierda a mi marido”, relató la mujer, cuyo tío es el presunto homicida.

“Como no podían cargar de nuevo el arma por falta de tiempo, la mujer de Darío (el compañero herido que está hospitalizado) sale corriendo para sacarle fotos con el celular. Y luego la empiezan a correr y a golpearla, hasta le tira un tiro en los pies. Ahí la mujer le pegó en la cara y se metió en la casa de nuevo” agregó Beatriz que ingresó con su hijo a su vivienda, ya que “siempre lo amenazó que lo iba a matar”.

Después de los disparos, la mujer comentó que Juárez se subió a su moto y, tanto Cristian como Darío, quedaron tirados en el suelo. Ahí yo me voy corriendo a buscar ayuda a los vecinos. Pero Cristian se desangraba. Antes de llegar a la ciudad de Monte Quemado, falleció”, agregó.

Finalmente, reveló que “(su tío) siempre me ha tenido odio y rencor, desde niña quiso abusar de mí”. (El Liberal, 19 de noviembre de 2011, p.38)

El análisis del discurso en el fragmento noticioso revela una marcada polarización entre un endogrupo, representado por las víctimas campesinas, y un exogrupo, conformado por el empresario y sus empleados. Desde la perspectiva de Van Dijk (2009), esta estructura discursiva no solo delimita grupos opuestos, sino que también refuerza la legitimidad del endogrupo mientras deslegitima al exogrupo.

En el relato periodístico, el endogrupo campesino se construye a partir de la reiteración de pronombres personales como “nosotros”, “nos”, y “mi”, los cuales enfatizan su arraigo territorial y su condición de víctimas del agronegocio. Ejemplos como “nosotros somos los que vivimos acá” (Juárez, como se citó en El Liberal, 2011, p.38) refuerzan la idea de que los campesinos son los legítimos poseedores de la tierra, apelando a un sentido de pertenencia ancestral. En contraposición, el exogrupo empresarial es caracterizado con rasgos negativos, asociado a términos como usurpación, despojo y violencia. El uso de “él” para referirse al empresario y “ellos” para designar a sus empleados refuerza la idea de un enemigo externo, generando una dicotomía víctima- victimario que estructura toda la narración.

Este esquema discursivo define roles opuestos que sustenta la teoría y busca simplificar la mirada del lector con una polarización de términos. El endogrupo campesino se asocia con valores positivos como la resistencia y la justicia, mientras el exogrupo es presentado como el empresario que amenaza la estabilidad de la comunidad. Sin embargo, esta construcción discursiva omite aspectos clave del conflicto, como la disputa legal por la tierra y el comunicado oficial del MOCASE VC tras el homicidio. La omisión de estos elementos evidencia un sesgo en la cobertura periodística, que busca posicionar la noticia como un conflicto interpersonal y no como un problema histórico y social más amplio.

A diferencia de este esquema simplificador entre víctima y victimarios, el diario Página 12, en su primera publicación respecto al asesinato, pone el énfasis en atributos identitarios del militante campesino. Ejemplo de esto encontramos en el siguiente extracto textual: “Quería mantener una forma de vida que implica trabajar la tierra, criar animales, sembrar y cosechar su comida” (Aranda, 2011, S/P).

En contraposición a lo que subraya El Liberal, el diario Página 12 destaca la labor cotidiana y los valores que pregonaba Ferreyra como militante campesino. Destaca estas ocupaciones cómo relacionadas con una forma de vida tradicional, ligada a la agricultura familiar y a una defensa pacífica de la tierra. Al mismo tiempo aparece, aunque en menor medida, la faceta de Ferreyra como víctima de las guardias blancas del empresario. El diario nacional introduce este punto con el testimonio de Marilena Santillán, militante del MOCASE VC “Esto es el lejano Oeste, no se cumplen nuestros derechos, nos matan como animales” (Aranda, 18 de noviembre de 2011, S/P).

Este fragmento de la noticia de Página 12 pone de relieve la polarización entre el nosotros (campesinos) y ellos (empresarios-sicarios), puntualmente cuando incluye el pronombre personal “nos” (Aranda, 18 de noviembre de 2011). En paralelo, se hace visible el nivel de indefensión en el que viven los campesinos bajo el mando de los empresarios, aún más, comparar el contexto rural con el lejano oeste y a los campesinos con los animales, da cuenta de niveles extremos de violencia. Además, esta cita permite dilucidar la ausencia del Estado en materia de seguridad.

Otra de las perspectivas de la que se vale El Liberal para reforzar el enfoque víctima y victimario de una pelea entre vecinos, es la versión del Poder Ejecutivo provincial:

[El gobernador de la provincia, Dr. Gerardo Zamora] “Nadie debería morir por pelear por tierras” . . . “En hechos como este se puede hacer diferentes lecturas, lo importante es lo que la justicia determine. Lo cierto es que hubo un fallecido, ambas personas (que tuvieron el conflicto) son gente humilde, lugareños y seguramente sus familias vivieron durante muchos años en ese lugar”, indicó.

“Sí, es cierto, hubo un problema de tierra, es un problema que hay en varios lugares de la provincia y nosotros para esto tenemos un Comité de Emergencia, una mesa de diálogo y una serie de mecanismos que son del Poder Ejecutivo y de las comunidades campesinas, que están organizadas por decreto y pronto será ley para establecer una política de Estado para tratar estos conflictos. Una de estas personas formaba parte del movimiento campesino, que integra la mesa de diálogo, e incluso en el Comité de Emergencia tiene dos integrantes”, manifestó. . . “Lo que ocurrió fue un hecho entre dos vecinos, pero eso no quita de que la justicia determine que puede haber alguna responsabilidad del propietario de la tierra. . . (El Liberal, 23 de noviembre de 2011, P.2)

En este segundo ejemplo de la prensa local, se evidencia una clara prevalencia de la voz del gobernador provincial, quien enmarca el conflicto territorial desde su propia perspectiva. En su discurso, los campesinos son posicionados como el exogrupo, caracterizados con una serie de atributos negativos que los presentan como conflictivos y responsables de su propia situación. El gobernador utiliza la expresión “pelear por tierras” (Zamora como se citó en El Liberal, 2011), lo que sugiere que la lucha campesina no es un reclamo legítimo, sino un acto de confrontación. Al describir la muerte de Ferreyra como resultado de un enfrentamiento, minimiza la violencia estructural y la desigualdad que se encuentra en las bases del conflicto y lo reduce a un hecho aislado de disputas entre pares.

Asimismo, Zamora refuerza la representación negativa de los campesinos al describirlos como “gente humilde, lugareños y seguramente sus familias vivieron durante muchos años en ese lugar” (Zamora como se citó en El Liberal, noviembre del 2011, P.2). Con esta afirmación, los describe como un grupo precario económicamente y que es propenso a tener acciones negativas. De esta manera, el discurso oficial omite la lucha histórica de estas comunidades por la posesión y permanencia en sus territorios.

En contraposición, el endogrupo, conformado por el Comité de Emergencia y la Mesa de Diálogo del gobierno provincial, es representado como un actor con intenciones conciliadoras. El uso del pronombre “nosotros” en su discurso refuerza la imagen de un gobierno comprometido con la resolución pacífica de los conflictos. El gobernador incluso se posiciona como un mediador benevolente, destacando la participación de militantes campesinos en organismos de negociación. Sin embargo, a pesar de esta aparente inclusión, el discurso del Zamora enfatiza que la conflictividad persiste debido a la propia transgresión de los campesinos, responsabilizándolos implícitamente por la violencia que sufren.

En los meses de noviembre y diciembre de 2011 El Liberal otorgaba extensas redacciones al primer mandatario santiagueño para que se explaye acerca de lo sucedido en el paraje San Antonio. Por su parte, Página 12 recurría a los testimonios de una de las líderes más experimentadas y mentora del MOCASE VC, Deolinda Carrizo, quien responsabilizaba políticamente a los funcionarios de gobierno de turno, ejemplo de esto lo podemos ver en el siguiente extracto:

“Araujo (de Bosques) responde directamente al ministro de Producción, Luis Gelid, que es un reconocido sojero local. Y Gelid es mano derecha del gobernador Gerardo Zamora. Todos tienen las manos con sangre de campesinos”, denunció Deolinda Carrizo, del Mocase-VC, a Página/12.

Carrizo afirmó que la “cadena de responsabilidades incluye a Elías Suárez (jefe de Gabinete), Marcelo Pato (jefe de policía) y Ricardo Daives (ministro de Justicia), todos fueron advertidos de lo que acontecía en San Antonio y no hicieron nada” (Aranda, 16 de diciembre de 2011, S/P)

La referente de los campesinos del Mocase Vc, pone en contexto el conflicto, recuerda y reconstruye como trabajaba la organización campesina para dar conocimiento a las autoridades provinciales en general, y a la Dirección de Bosque de la provincia en particular, sobre el conflicto que se venía gestando con el empresario. Ante esta omisión y ausencia de la presencia de las autoridades del gobierno provincial, Deolinda responsabiliza directamente al Gobernador Dr. Gerardo Zamora y a los ministros encargados de prevenir que se lleguen a estas instancias de conflicto por tierras en el interior de Santiago del Estero.

Como se puede observar, el principal aparato informativo santiagueño nutre diariamente a la opinión pública con una versión sesgada del asesinato del activista campesino, Página 12 opta por dar más espacio redaccional al testimonio de los miembros activos del MOCASE VC, por ejemplo, Marilena Santillán aporta datos que hacen a la descripción identitaria del joven militante asesinado. Esto queda evidenciado en el siguiente extracto noticioso: “Mataron a Cristian porque era un joven fuerte, decidido a defender el territorio de sus padres y de su hijo. Él hablaba, dialogaba, pero no negociaba el territorio. Por eso lo mataron” (Aranda, 18 de noviembre del 2011, S/P).

Desde el conocimiento militante de Santillán sobre Ferreyra, se retratan otras cualidades alejadas de la violencia y más cercanas al uso de la palabra y el diálogo como instrumentos de mediación y de negociación. Acuerdo que se fracturaba cuando estaba en juego el territorio y la vida de sus habitantes.

En la mayoría de las noticias publicadas por El Liberal se encuentra el mismo patrón: los miembros de MOCASE Vía Campesina son caracterizados constantemente como violentos, ya sea como víctimas o agresores. Se destacan hechos como heridos por armas de fuego y enfrentamientos en los que los campesinos son retratados portando armas blancas, como al mencionar que habría tomado “sendos cuchillos” (El Liberal, 17 de noviembre de 2011). Este tipo de términos refuerzan la imagen de un movimiento campesino alejado del diálogo y propenso a la confrontación violenta.

Para sustentar este análisis se entrevistó a un periodista de El Liberal. La identidad del entrevistado se mantiene en confidencialidad y, en el encuentro personal, expresó que el campesino es sereno o pasivo, pero también es capaz de tener respuestas extremas ante situaciones que percibe como provocativas para su seguridad o la de su entorno. Según este testimonio, el periódico considera que los campesinos por lo general reaccionan de manera violenta, ante una ofensa —aunque sea mínima o una broma— pueden reaccionar de manera desproporcionada, incluso letal. La entrevista sugiere que el concepto de ofensa no es universal y que, en contextos rurales, ciertas acciones pueden tener consecuencias graves debido a una sensibilidad particular frente a la honra o el respeto.

En esta representación periodística estigmatizada, los campesinos son retratados como sujetos asociados constantemente con conductas violentas, primitivas e incivilizadas, reforzando así una imagen negativa que los desvincula de cualquier reivindicación legítima. En este marco, no resulta sorprendente que el medio gráfico enfatice la supuesta agresividad con la que actúan, llegando incluso a insinuar que su accionar tenía la intención de causar daño o atentar contra la vida de los empleados del empresario Ciccioli.

 

Conclusiones

El conflicto por la tierra en Argentina, presente desde la década de 1990, sigue vigente y expone la lucha de las comunidades campesinas e indígenas frente al avance del agronegocio. Mientras estas comunidades buscan hacer valer su derecho a habitar y trabajar sus territorios, los empresarios sojeros continúan expandiendo su dominio sin considerar los límites ambientales, los derechos humanos ni la justicia social. Esta disputa territorial no solo se traduce en desalojos y violencia, sino también en una batalla simbólica en el campo discursivo, donde los medios de comunicación juegan un papel clave en la construcción de sentido y en la legitimación de determinados actores y relatos.

El asesinato de Cristian Ferreyra en 2011 puso en evidencia la crudeza de este conflicto y la violencia sistemática ejercida contra el campesinado. Este artículo tuvo como objetivo analizar comparativamente el tratamiento periodístico que El Liberal y Página 12 dieron al caso de Cristian Ferreyra, identificando las expresiones simbólicas-discursivas y los criterios de agenda setting utilizados en su cobertura.

A través del análisis crítico del discurso, se examinaron noticias y crónicas publicadas entre noviembre de 2011 y diciembre de 2012, complementadas con una entrevista en profundidad a un periodista de El Liberal. El tratamiento mediático del caso en el diario El Liberal mostró cómo las narrativas periodísticas pueden contribuir a la criminalización y estigmatización del movimiento campesino, al tiempo que minimizan o justifican la violencia estructural del agronegocio. En su cobertura, el medio reforzó un esquema discursivo que deslegitima la lucha campesina, otorgando mayor espacio a la voz de los empresarios y silenciando las demandas de MOCASE VC.

Por su parte, el discurso del diario Página 12 expone una versión alternativa a la prensa santiagueña al destacar los rasgos identitarios del militante Ferreyra y su organización campesina, principalmente en la relación entre el campesino y la tierra. Este diario recurre a otras voces militantes para retratar la figura de la víctima y, en paralelo, enfatiza en otros atributos como el empleo de la palabra como medio de comunicación y la paz como forma de vida.

Además, otro rasgo distintivo en la cobertura de Página 12 es el espacio que le brinda a las palabras de Deolinda Carrizo, testimonio que abre el espectro del conflicto y responsabiliza política y legalmente al gobierno de la provincia, como así también a los ministros del gabinete. Por lo tanto, el empresario, sus guardias blancas y los campesinos militantes del MOCASE VC ya no son los únicos actores del conflicto, sino que el escenario se complejiza al incluir las políticas que lleva adelante el gobierno provincial en materia de conflictos por tierras.

Los medios de comunicación no solo informan, sino que construyen la realidad al decidir qué hechos son noticia y cómo deben ser interpretados. En este contexto, resulta fundamental un ejercicio periodístico responsable que no reproduzca acríticamente los intereses de los sectores dominantes como lo hace El Liberal, y que no posicione alternadamente a los campesinos como víctimas del conflicto o como sujetos pasivos, como se observa en algunos pasajes de las noticias de Página 12.

Si bien la objetividad absoluta es un ideal inalcanzable, es necesario reconocer los mecanismos de selección y omisión en la cobertura mediática y fomentar una mirada crítica sobre los relatos que circulan en la esfera pública. Sobre todo, si el discurso periodístico trata problemáticas como conflictos por la tierra, donde están implicados agentes económicamente poderosos como Jorge Ciccioli, el gobierno de la provincia, y sujetos subalternos marginalizados como el defensor de la tierra del MOCASE VC, Cristian Leandro Ferreyra.

 

Bibliografía

Aranda, D. (18 de noviembre de 2011). Otra víctima por defender su territorio. Página 12.

https://www.pagina12.com.ar/diario/sociedad/3-181517-2011-11-18.html.

Aranda,  D.    (16    de    diciembre  del   2011).    Un   alerta   del    conflicto.       Página  12.

https://www.pagina12.com.ar/diario/sociedad/3-183510-2011-12-16.html.

Arrueta, C. y Brunet, M. (2010). Noticiabilidad y planificación. Una mirada desde la teoría de los emisores, los procesos productivos y la cultura tecnológica. Intertextos: Cuadernos del programa de comunicación (4), pp. 15-51.

Duranti, A. y Goodwin, C. (1992). Repensar el contexto: el lenguaje como fenómeno interactivo. En

Ochs, E. (Ed.), Cultura y desarrollo del lenguaje: adquisición del lenguaje y socialización del lenguaje en una aldea de Samoa. Prensa de la Universidad de Cambridge.

Jara, C. (2016). ¿Qué es un campesino? La construcción de un sujeto político ambiguo en Santiago del Estero (argentina). Astrolabio, (16), 340- 361. Disponible en: https://revistas.unc.edu.ar/index.php/astrolabio/article/viewFile/11836/14719

El Liberal (23 de noviembre de 2011). Zamora: “No debe morir nadie más por conflictos con las tierras en Santiago”. El Liberal [edición impresa].

El Liberal (26 de noviembre de 2011). Dr. Ricardo Daives, Ministro de Justicia “Se tomaron medidas para que no vuelva a pasar lo de Ferreyra”. El Liberal [edición impresa].

El Liberal (19 de noviembre de 2011). “Dramático testimonio de la viuda del joven que fue ultimado por un disparo de escopeta”. Disponible en: https://www.elliberal.com.ar/nota/- 12842/2011/11/dramatico-testimonio-de-la-viuda-del-joven-que-fue-ultimado-por-un- disparo-de-escopeta.

El Liberal (17 de noviembre de 2011). Un muerto y un herido tras una trágica discusión en Copo. El Liberal. Disponible en: https://www.elliberal.com.ar/nota/-13127/2011/11/un-muerto-y-un- herido-tras-una-tragica-discusion-en-copo

Martini, S. (2000). Periodismo, noticia y noticiabilidad. Norma.

Van Dijk, T. (2009). Discurso y poder. Contribuciones a los estudios críticos del discurso. Gedisa. ISBN: 978-84- 9784-303-4.

Van Dijk, T. (1998). Estructuras y funciones del discurso. 12va. edición. Siglo XXI. Van Dijk, T. (1997).

Racismo y Análisis Crítico de los Medios. Paidós Comunicación.

Wolf, M. (1991) La investigación de la comunicación de masas. Crítica y perspectivas. Paidós.



[1] Identificador persistente ARK: https://id.caicyt.gov.ar/ark:/s25250841/mhkg83otk
Fecha de recepción: 28/01/2025. Fecha de aceptación: 05/06/2025

[2] Universidad Nacional de Quilmes

Bernal, Quilmes, Buenos Aires. Argentina

https://orcid.org/0000-0001-5361-8224
rsantin1980@gmail.com