Crítica y Resistencias. Revista de conflictos sociales latinoamericanos

N° 4. Año 2017. ISSN: 2525-0841. Págs. 32-49

http://criticayresistencias.comunis.com.ar

Edita: Colectivo de Investigación El Llano en Llamas

Ahora voluntarixs. La construcción del discurso (a)político[1]

Now volunteers. The construction of (a)political discourse

Paola González[2]

Resumen

A lo largo de este trabajo proponemos realizar un análisis comparativo entre la construcción discursiva que Mauricio Macri, actual Presidente de la Nación argentina, realiza de los jóvenes en la política con la llevada a cabo por su antecesora, Cristina Fernández de Kirchner. Desde el análisis crítico del discurso, específicamente el Modelo Tridimensional de Norman Fairclough, se observó la idea de juventud que subyace en cada relato. Se analizó el discurso del Presidente no sólo como texto, sino también como práctica discursiva y como práctica social para indagar la influencia del pasado y el presente histórico en el rol que ambos designaron y designan a los jóvenes. El corpus seleccionado está compuesto por los discursos oficiales emitidos por Mauricio Macri desde su asunción hasta el 20 de junio del 2017, donde el Primer Mandatario haya desarrollado alguna idea vinculada a la juventud y su vínculo con la política. De esta manera, se buscará dar luz a un fenómeno que atraviesa no sólo el presente sino también el futuro político del país.

Palabras claves: análisis del discurso, política, juventud, Norman Fairclough.

Abstract

Throughout this work we propose to carry out a comparative analysis between the discursive construction that Mauricio Macri, current President of the Argentine Nation, makes of young people in politics with his predecessor, Cristina Fernández de Kirchner. From the critical analysis of the discourse, specifically the Norman Fairclough Three-Dimensional Model, we will observe the idea of youth that underlies each narrative. Resuming the conclusions of the research United and Organized: The construction of kirchnerist militant youth in Cristina Fernández de Kirchner (2010-2012), we will analyze the President's speech not only as a text, but also as a discursive and social practice to investigate the influence of the past and the historical present in the role that both designate young people. In this way, we will seek to give light to a phenomenon that crosses not only the present but also the political future of the country.

Keywords: discourse analysis, politics, youth, Norman Fairclough.

Introducción

Distintas investigaciones han indagado sobre la reinserción de la juventud a la política argentina desde de la asunción de Néstor Kirchner a la Presidencia de la Nación, en el año 2003[3]. Tras la aparición de una militancia post 2001 compuesta por sectores diversos como los Derechos Humanos, las universidades y el movimiento piquetero, el ex Presidente comenzó a capitalizar el fenómeno con la finalidad de construir una “orgánica de la juventud”. Sin embargo, hasta su muerte, la militancia juvenil kirchnerista era una realidad netamente intra – partidaria que explotaría a nivel mediático y social durante sus exequias en el año 2010, para luego extenderse hacia todo el arco político (González, 2017).

Sólo basta recordar la cadena nacional de la entonces Presidenta de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner (en adelante CFK), el 1° de noviembre de ese año, en su primera aparición pública tras el fallecimiento de su marido[4]. Allí, CFK comienza a construir discursivamente un vínculo con los jóvenes que se mantendría hasta el último día de su mandato.

Su sucesor en la primera magistratura, Mauricio Macri, representante de la Alianza Cambiemos, desde un primer momento buscó diferenciarse de los gobiernos kirchneristas a quienes catalogó como pesada herencia populista, marcada por la confrontación y la corrupción. Por ejemplo:

“Se viene un tiempo nuevo, el tiempo del diálogo (…) Tenemos que sacar el enfrentamiento del centro de la escena y poner en ese lugar al encuentro, el desarrollo y el crecimiento. En la pelea irracional no gana nadie, en el acuerdo ganamos todos” (MACRI, 2015).

Macri se posiciona como algo diferente (más allá de las características político – económicas de cada gestión), como un hecho novedoso dentro de lo acontecido en los últimos 12 años anteriores a su mandato, caracterizados por la confrontación y la pelea irracional. Es decir, sin sentido e instintiva y en contraposición al nuevo rumbo que él representa, cuyas ganancias serán para todos, según sus palabras. Pero dentro de ese escenario, ¿cómo construye Mauricio Macri a los jóvenes y su vínculo con la política?

Tomando como estrategia de abordaje el análisis crítico del discurso, más específicamente el modelo tridimensional de Norman Fairclough, indagaremos la construcción sobre los jóvenes que realiza el actual primer mandatario argentino a lo largo del primer año y medio de gestión, en comparación con conclusiones relacionadas al discurso de Cristina Fernández de Kirchner, desplegadas en anteriores investigaciones (González, 2017).

Norman Fairclough y su modelo tridimensional

El marco metodológico que orienta este trabajo es el Análisis Crítico del Discurso (ACD), más precisamente, el modelo tridimensional acuñado por Fairclough (1993, 2008). Ésta es una perspectiva teórico-metodológica dentro del campo de los Estudios del Discurso (Stecher, 2010). Desde este posicionamiento, Fairclough propone un modelo teórico de tres dimensiones para pensar al discurso y su análisis. Cada evento discursivo estará compuesto por tres facetas: texto, práctica discursiva y práctica social.

El corpus está compuesto por 160 discursos que fueron extraídos de la página oficial de la Casa Rosada[5], de los cuales se tomaron ejemplos para ilustrar el desarrollo de esta investigación. Los discursos analizados fueron seleccionados intencionalmente con base en las apelaciones hacia la juventud y su vínculo con la política.

El discurso como texto

Fairclough considera al texto como la pieza del lenguaje escrito o hablado que constituye el material de trabajo del investigador. El texto quedará enmarcado en un tiempo y espacio, reflejando la intención comunicativa de los participantes en el evento discursivo, a través de una estructura particular, generando a su vez un efecto en ellos (Franquesa, 2002). El análisis textual propio de esta dimensión implica analizar la textura de los textos, forma y organización, sin limitarse al contenido. Los fenómenos sociales y culturales abordados desde esta perspectiva se realizan en propiedades textuales, convirtiendo al discurso como texto en indicador de procesos, relaciones y cambios socioculturales (Fairclough, 1995).

Como bien detalla Stecher (2010), en este primer nivel, el análisis del discurso supone un análisis lingüístico detallado del texto (o los textos, como es el caso de la presente investigación) especificando cómo sus distintos rasgos (a saber, gramaticales, de vocabulario, de estructura global y de cohesión) producen efectos de sentido en la interacción, representación e identificación social.

En el estudio de la gramática se busca encontrar patrones en la manera de expresarse; en el vocabulario se examinan las palabras individuales o expresiones articuladas, así como algunas propiedades del lenguaje que aparecen en el discurso como neologismos, lexicalizaciones, metáforas y nominalizaciones (Barbosa de Pinho, Kantorski & Hernández, 2009). En cuanto al estudio de la cohesión textual, son trabajados los elementos de unión entre las frases, incluyéndose las sentencias individuales y la cohesión secuencial, con el fin de describir la retórica del texto para ver cómo los actores presentan sus objetivos (Medina, 2013). Mientras que en el análisis de la estructura se estudian los elementos de inferencia, implicaciones y significados extraídos de lo interno (y externo) al discurso (Barbosa de Pinho, Kantorski & Hernández, 2009).

El discurso como práctica discursiva

El foco de atención, en este nivel del modelo, es el modo en que los sujetos producen e interpretan los textos a partir de un conjunto de recursos discursivos socialmente disponibles y relativamente estables que constituyen órdenes del discurso. Un orden del discurso es entendido como un set ordenado de prácticas discursivas asociadas con un particular dominio social o institución (Stecher 2010).

La dimensión práctica discursiva propone ver cómo el texto se produce y circula socialmente, basándose en un nivel institucional. Las herramientas analíticas propias de esta instancia son la intertextualidad (buscando indagar la influencia de otros textos y nuevas configuraciones), interdiscursividad (en su relación con discursos actuales y tradicionales), coherencia (el texto como totalidad congruente entre la opinión del productor y consumidor) y la fuerza y control, para averiguar qué tipo de acción constituye el texto y quién maneja la producción del mismo (Medina, 2013). Como detalla Stecher (2010), las prácticas discursivas que componen un orden del discurso pueden ser clasificadas en tres tipos: los géneros, los discursos y los estilos.

Los géneros son formas socialmente ratificadas de utilizar el lenguaje en conexión con un particular tipo de actividad social. Dan cuenta del uso del lenguaje para el desarrollo y la coordinación de acciones. En este caso particular, estaremos haciendo referencia a las construcciones discursivas en torno a la juventud y su vínculo con la política desde las primeras magistraturas, en el período 2007-2017. La selección temporal abarca las presidencias de Cristina Fernández de Kirchner y el tiempo que lleva la gestión de Mauricio Macri. Por su parte, los discursos aparecen definidos como formas estabilizadas de representar ciertos aspectos del mundo social, dan cuenta del uso del lenguaje para configurar conocimientos y creencias acerca de la realidad. Aquí abordaremos las distintas constantes dentro de los distintos discursos emitidos en el período seleccionado que han generado un “relato” del acontecer histórico. Finalmente, los estilos son analizados como formas relativamente estabilizadas de ser y actuar discursivamente, que dan cuenta del hecho de que los sujetos al participar de una interacción discursiva son posicionados de particulares maneras dentro del campo de relaciones sociales, adquiriendo ciertas identidades que dependen, hasta cierto punto, del particular modo de hablar, escribir y comunicar. En esta oportunidad, detallaremos las particularidades del estilo de las prácticas discursivas de Mauricio Macri en torno a la juventud.

El discurso como práctica social

El concepto de práctica social permite reconocer a las estructuras sociales y sus determinaciones como también el carácter transformador y productivo de la acción social. De esta manera, opera como categoría mediadora entre ambas instancias (Stecher, 2014).

En esta dimensión de su modelo, Fairclough (2008) propone pensar las relaciones entre discurso y poder en términos de hegemonía, considerando que las posibilidades creativas, aparentemente ilimitadas de las prácticas discursivas, están condicionadas por el estado de las relaciones y la lucha por la hegemonía. La tesis del autor es que el poder de un grupo social se basa, en gran medida, en el establecimiento de una hegemonía cultural, lo que supone la regulación de los discursos en distintos dominios de la vida social (Stecher, 2010).

En lo que respecta a este nivel, se desarrolla un análisis sociológico de los eventos discursivos, focalizando en los movimientos ideológicos y hegemónicos del discurso, nacidos de los procesos sociales y que repercuten tanto en las prácticas sociales como en las materialidades discursivas (Barbosa de Pinho, Kantorski & Hernández, 2009). Aquí se buscan enmarcar las configuraciones discursivas de Mauricio Macri dentro de su contexto, pero también como parte de un relato histórico y social que constituye y, a su vez, lo reproduce.

La juventud militante K / Chicos PRO

A continuación, intentaremos comparar las construcciones de la juventud vinculada a la política en el discurso de Cristina Fernández de Kirchner (CFK) y Mauricio Macri (MM) dentro de la dimensión del discurso como texto, en el modelo de Fairclough.

En ese sentido, CFK logró generar un relato en relación a la historia y el rol de las juventudes a lo largo de los años, como también su lugar presente/futuro y caracterización. La política se presenta como “el mejor lugar” donde pueden estar los jóvenes, según las palabras de la ex primera mandataria. Los jóvenes son “maravillosos”, positivos para la Nación y cada generación ha sabido transmitir “postas” de lucha que deben tomar sus descendientes para continuar el camino hacia una sociedad justa y solidaria. Esa mirada de la historia, con tintes épicos y románticos ligados al pasado histórico del país, forma parte de la base argumentativa de la militancia kirchnerista (González, 2017).

Por su parte, desde la asunción de MM, los jóvenes no son interpelados como sujeto valorizado y diferenciado del resto de los estratos sociales. Mucho menos bajo el colectivo “militantes”, palabra a la cual se le otorga un tinte negativo, como también a los conceptos asociados de “militancia política” o hasta la “política” misma. Por ejemplo:

“Encontramos un Estado (…) que se puso al servicio de la militancia política y destruyó el valor de la carrera política” (MACRI, 2015).

En el Presidente de la Nación, el joven se asocia a la figura del voluntario y/o “común” emprendedor que debe su éxito al mérito estrictamente personal o a un esfuerzo netamente individual, donde las características socio-económicas coyunturales e históricamente situadas, con la consiguiente responsabilidad estatal, no existen. Podemos observar lo anteriormente descripto en el siguiente fragmento:

“Depende de nosotros, depende de lo que hagamos cada uno de nosotros. No está escrita la historia. La van a escribir ustedes en cada lugar, en cada momento, en la forma en que ustedes se dediquen, en la convicción que tengan, en la fuerza interior que tengan (…) Entre ustedes están los futuros emprendedores, los que con su idea, con esa convicción, con la fuerza de impulsarla, van a generar trabajo para otros argentinos” (MACRI, 2016).

El Estado queda reducido a un mero acompañamiento de esa materia prima que es la fuerza personal e individual de cada sujeto para desarrollarse. Por ejemplo:

Los vamos a acompañar (…) Y acompañar significa que en este lugar (N.A: Casa del Futuro) no sólo vengan a cultivarse (…) sino también a capacitarse en carreras y oficios tradicionales, y que en seis meses puedan tener salida laboral, que acá puedan conseguir entrevistas para ver si pueden arrancar en el mundo del trabajo. Y también en oficios del S. XXI, como la robótica, la programación, el diseño creativo, el deporte y las actividades culturales/artísticas (…) La verdad que además de acompañarlos queremos informarlos (…) También si hay dudas, si necesitan otro tipo de apoyo, si tienen prejuicios, si tienen miedos. También con el “Chaú Tabú”, que es una forma de empezar a entender un montón de cosas con las que todavía tenemos dudas, por más que a veces uno se siente grande para algunas cosas (…) (MACRI, 2016).

Es una constante en el corpus analizado la ausencia específica de caminos políticos a desarrollar para lograr esas acciones que caracterizan el discurso macrista. El fragmento anterior proviene del discurso del Presidente en la presentación de la primera Casa del Futuro en el barrio de Devoto, en Buenos Aires. El nombre del lugar ya expresa la concepción de la juventud antes mencionada: como una etapa de formación que se consolida en el futuro. En ese espacio, los jóvenes podrán realizar todas las actividades que les hacen falta: “cultivarse”, “capacitarse”, “informarse”, buscar apoyo, sacarse el miedo, “empezar a entender” muchas cosas que no comprenden todavía “por más que a veces uno se siente grande”. Si bien el extracto marca una escala de generaciones entre los adultos formados, poseedores del conocimiento, y unos jóvenes ávidos del mismo, a su vez mezcla un “nosotros” inclusivo, donde el enunciador se presenta como un joven más que se siente grande pero sólo para algunas cosas.

Más allá de las categorizaciones fuertemente diferenciadas que desarrollamos en este apartado entre CFK y MM, ésta es quizás la más notable: la visión de la juventud. Para el actual presidente, está en formación y si bien es valorada (al igual que el resto de los estratos sociales), todavía tiene mucho por aprender por parte de los adultos y depende exclusivamente de cada uno de los jóvenes lograr sus objetivos, más allá de las características coyunturales del momento que les toque vivir. Con su esfuerzo, habrá que “ver si pueden” acceder al mercado laboral. No hace mención alguna en ningún momento a la inclusión de la juventud dentro de los estamentos del Estado, aunque se sabe que sí es una realidad en la práctica.

Por su parte, Cristina Fernández construye a los jóvenes desde una visión generacional donde parten de compartir un criterio de identificación (la militancia), en un contexto histórico determinado (la democracia), con valiosos aportes que otorgar en la política y hasta dentro del aparato estatal. La ex mandataria buscó generar un puente entre las generaciones jóvenes pasadas pero también entre los adultos y los jóvenes, asegurando que la juventud no pasa por una franja etaria sino, justamente, por esa identificación a un colectivo político y social, como también a una manera de entender la militancia: alegre, desinteresada y participativa (González, 2017).

La idea de un futuro prometido es una característica típica del discurso macrista (Montero, 2017) donde se instala una temporalidad larga: un tiempo lejano, a largo plazo, opuesto al cortoplacismo y a la inmediatez que se le endilga al gobierno anterior, que “no se animaba al largo plazo”[6].

“El día de mañana”, los jóvenes podrán elegir de qué manera vivir, y son los adultos los encargados de “darles lo mejor”. De esta manera, se erige un ellos/nosotros donde Macri se construye en la voz de esos padres que saben el por qué hacen lo que hacen, razonamiento que no estaría al alcance de “los chicos”, justamente por su edad. Como veremos a continuación:

“Acá estamos para ayudarlos, informarlos, acompañarlos…” (MACRI, 2016).

“La confianza de los pequeños nos obliga a ser grandes. Es su futuro lo que está en juego y nuestras decisiones deben ir más allá de cualquier diferencia” (MACRI, 2017).

Los jóvenes deben entender que no es militando políticamente como conseguirán crecer, sino esforzándose de manera personal, en el ámbito que particularmente le interese, con un Estado que “acompaña”, sin política ni ideología de por medio. Un Estado que se caracteriza por ser “moderno”, “eficiente”, con fuertes vínculos con el sector privado y vocación de servicio. Por ejemplo:

“Para mí, la política (…) es el trabajo entre dirigentes modernos que trabajan en equipo para servir a los demás” (MACRI, 2015).

“Si tenemos convicción, si nos esforzamos, si creemos, podemos superarnos” (MACRI, 2016).

“Leonardo, casi no tuviste infancia ni tiempo para jugar, porque desde chiquito empezaste a trabajar con la idea de poder superarte (…) Convencido de que se podía, que por más que las cosas y las circunstancias no te acompañaron ibas a poner todo tu esfuerzo para salir adelante (…) Depende de nosotros, de lo que hagamos cada uno de nosotros” (MACRI, 2016).

Para el actual Presidente, los jóvenes (a quienes hace mención principalmente como “chicos”, en plural y masculino, sin el agregado del género femenino, en lo que era una alocución característica de su antecesora) están en la “etapa de la transgresión”, dando a entender el carácter momentáneo de la postura “rebelde” de la juventud. Esto puede verse en los próximos ejemplos:

“Queremos el aporte de todos (…), de los jóvenes que están en la edad de la transgresión” (MACRI, 2015).

“Jóvenes que están en una edad maravillosa. Empiezan a entender que nada está dado, que cada uno de nosotros tiene que descubrir en qué se puede proyectar, en qué puede desarrollarse que lo ayude a encontrar su identidad final, que le eleve el autoestima y lo ayuda a ser feliz” (MACRI, 2016).

Los jóvenes y niños son también construidos y mencionados por Mauricio Macri como víctimas de la desigualdad social o de una supuesta baja calidad educativa:

“La calidad educativa es necesaria para impulsar el crecimiento nacional, pero también es lo que nos va a garantizar que los chicos el día de mañana puedan elegir cómo quieren vivir y en qué lugar del país hacerlo (…) Vamos a universalizar la protección social para que ningún chico quede desprotegido” (MACRI, 2015).

“No tiene que haber diferencias a la hora de que cada uno de estos chicos acceda al colegio y lo termine” (MACRI, 2016).

“La educación nos une” (MACRI, 2017).

“No podemos tolerar que un país como el nuestro, con tanta riqueza, todavía mueran chicos de hambre” (MACRI, 2016).

Sin embargo, también se los construye como peligrosos para la sociedad y hasta sus propias familias debido al consumo de drogas. El Presidente menciona al paco específicamente, una droga asociada a los estratos más bajos de la sociedad por su costo de producción y venta[7]:

“Hay jóvenes que matan y mueren sin saber por qué, actuando bajo los efectos del paco y de la droga (…) Vamos a encarar este tema de frente y vamos a trabajar con inteligencia y decisión para devolver la tranquilidad y seguridad a las familias en todo el país” (MACRI, 2015).

“La droga va captando a nuestros chicos que terminan asesinando sin darse cuenta de lo que están haciendo” (MACRI, 2016).

“Si queremos resolver el problema de la inseguridad tenemos que dar un debate serio sobre un nuevo Sistema de Responsabilidad Penal Juvenil” (MACRI, 2017).

“No somos innovadores porque el mundo ya ha avanzado hace rato en la dirección de tener códigos penales juveniles, tener herramientas no sólo para la recuperación de los chicos sino también para la contención desde otro punto de vista. De parar este avance y esta instrumentación de los niños, de los adolescentes como una herramienta del crimen” (MACRI, 2017).

Es decir, que a través del sistema penal juvenil puede lograrse alguna solución a la inseguridad. Los dos extractos mencionados anteriormente dan como resultado una estigmatización social en torno a los jóvenes de bajos recursos, asociados a la droga y, por ende, a una peligrosidad para la sociedad.

Finalmente, Mauricio Macri despliega una estrategia discursiva que lleva por nombre el “storytelling”. Es decir, el hacer referencia a historias personales para reforzar sus planteos interpelando directamente a sus protagonistas. La presentación del Plan Nacional de Juventud, no fue la excepción. Allí, el Presidente hizo mención a Leonardo, un joven que estuvo “convencido que se podía, que por más que las cosas y las circunstancias no te acompañaron, ibas a poner todo tu esfuerzo en salir adelante” (MACRI, 2016).

Aquí observamos nuevamente la apelación al esfuerzo personal como condición exclusiva para avanzar en la vida. Luego, exclamó: “Es tan importante tenerse fe, como se tuvo Leo, eso es lo que mueve montañas, y no es solamente una frase, es verdad. Es absolutamente verdad” (MACRI, 2016). En esta oportunidad, el Presidente decidió utilizar una expresión católica tradicional[8] para acentuar su postura: todo depende de cada uno, de las capacidades personales. Confiar en que eso es suficiente depende más de una cuestión de fe, que de la política.

Montero (2017) postula que Mauricio Macri y el storytelling le permiten construir la figura del Presidente como un sujeto común que se encarna en los casos que él decide mencionar en sus discursos. Este sujeto, más que un actor público que forma parte de una colectividad, es un ser afectivo. Se vincula con los otros por emociones y sentimientos quedando reducido a un sujeto netamente privado, familiar y hogareño, como la imagen que el propio mandatario busca transmitir de sí mismo a través de un lenguaje simple, descontracturado, alejado de cualquier connotación política partidaria o militante, carente absoluto de ideologías fácilmente delimitables.

El concepto de militancia nos permite adentrarnos en el próximo apartado: el análisis del discurso macrista como práctica discursiva.

La grasa militante

En investigaciones previas (González, 2017), que sirven de parámetro comparativo para la presente, se observó cómo el rol de los jóvenes en la política fue categorizado de distintas maneras por parte de las primeras magistraturas a lo largo del período histórico 2003 - 2012. En este apartado, se buscará analizar el orden del discurso de Mauricio Macri en torno a los jóvenes y la política, desde la asunción de Cristina Fernández de Kirchner como también la influencia de las categorizaciones emitidas desde entonces y hasta la actualidad.

Las apelaciones al pasado por parte del actual Presidente de la Nación son nulas salvo a la hora de hablar del inmediato, es decir, los gobiernos kirchneristas. Como destacan Fidanza y Vommaro (2014), para el PRO nunca tuvo importancia la definición común del pasado histórico. Lo único relevante es el hacer: resolverle los problemas a la gente y olvidar las ideologías que encasillan. El macrismo evita realizar grandes definiciones y sólo se construye como antítesis del kirchnerismo.

Mauricio Macri se esfuerza en alejarse de cualquier significante que pueda ser asociado a la práctica política tradicional o a la militancia política. Por sobre las diferencias ideológicas características de la política tradicional, se erigen las acciones concretas que pueden solucionarle a la vida a “la gente”. Un concepto abstracto que ubica a todos los habitantes del país en el mismo nivel social y, de manera subyacente, con las mismas oportunidades.  Sobre cualquier diferencia, para el macrismo, está la “ley”; presentada también como un concepto abstracto inclusivo sin dar mayores especificaciones al respecto. Además, por contraposición, el Presidente presenta al kirchnerismo como un nacionalismo enfermo, basado en el rencor y la demonización del otro. Por ejemplo:

“Podemos pensar de distinta forma pero la ley debe ser respetada (…) Aspiramos a un nacionalismo más sano que no se logra partiendo del rencor, la enemistad, la lucha permanente o la demonización del otro. El verdadero amor por el país es antes que nada amor y respeto por su gente, por toda su gente” (MACRI, 2015).

Como hemos visto en la investigación comparativa donde se abordó la construcción de la juventud en Cristina Fernández, el kirchnerismo desplegó una estrategia discursiva donde sus adversarios políticos eran fácilmente delimitados: la oligarquía, el poder económico y los grandes medios de comunicación. De hecho, el rescatar el valor de la política como campo de batalla de conflictos de intereses correspondientes a distintos grupos sociales es una característica primordial del discurso kirchnerista desde los tiempos de Néstor Kirchner.

Para el kirchnerismo, el lugar del Estado era para la militancia política, caracterizada como positiva y desinteresada en su compromiso juvenil, netamente positiva para el país y la historia de la Nación. Para el PRO, la militancia forma parte del pasado y está asociada a un sector partidario bien delimitado: los jóvenes militantes sólo son kirchneristas. Como puede observarse a continuación:

“Encontramos un Estado cargado de clientelismo, de despilfarro y corrupción. Un Estado que se puso al servicio de la militancia política y que destruyó el valor de la carrera política. Mucho de esto se explica por la corrupción (…) Se han abierto nuevas universidades y eso es muy positivo, pero también muchas de ellas han sido espacios de militancia política más que de excelencia académica (…) La salud pública también tiene enormes desigualdades y problemas estructurales, empezando por el PAMI, institución responsable de cuidar a nuestros queridos abuelos, en el que hemos encontrado despilfarro y corrupción como en las peores épocas, siguiendo el uso de los recursos para la militancia política” (MACRI, 2016).

“Dejar de lado la intervención nociva que ha tenido la política en transformar el Estado en un aguantadero, en vez de en algo que jerarquiza, que potencia las capacidades y la resolución de vida interconectada entre el sector público y el sector privado” (MACRI, 2017).

Desde distintos funcionarios de la Alianza Cambiemos y hasta el propio Presidente[9], se construye una categorización de la militancia como comprada, ya sea a través de cargos en el Estado que atentaron contra una supuesta identidad apolítica del mismo, o por un choripán y la coca. Esta construcción hace referencia a una falta de convicción, ya que es una mera transacción; como también a la ausencia de raciocinio por parte de quienes apoyan al kirchnerismo. A su vez, la militancia política es netamente corrupta. Es decir, los jóvenes militantes o son corruptos o son manipulables y comprados.

La antítesis de la construcción antes esbozada serían los jóvenes emprendedores y voluntarios, con los recursos en su haber que los llevan a no necesitar, aparentemente, de las riquezas del Estado. Son personas sin ningún tipo de diferencia valorativa entre el resto de los sujetos sociales, que comparten la voluntad personal para pertenecer o apoyar al PRO, la capacidad adquisitiva y la idea de que no están haciendo política. Son meros ciudadanos y netamente antikirchneristas, con todo el riesgo político que conlleva definirse por la mera negación a otra cosa sin características propias a destacar.

Comparten también rasgos sociales culturales como el rechazo a definirse ideológicamente, cierta homogeneidad en la pertenencia a clases medias altas y al polo más vinculado con los negocios. Además, evitan definirse como de centro – derecha (Fidanza & Vommaro, 2014).

En este sentido, vale recordar las palabras de Pedro Robledo, principal referente de los jóvenes macristas, presidente de JPRO Nacional y Subsecretario Nacional de Juventud, departamento que depende del Ministerio de Desarrollo Social. En una oportunidad, Cristina Fernández de Kirchner acusó a los aparentes voluntarios del programa “Acá Estamos”, a cargo de Robledo, de que cobraban 8.000 pesos por realizar acciones sociales en los barrios. El joven respondió asegurando que “no es militancia rentada, ni militancia, sino empleados estatales que trabajan para la gente”, como también aseguró que no piden “nada a cambio” como “llenar un micro, ni presencia en un acto político”[10].

De esta manera, los jóvenes Pro no serían militantes sino “empleados”, lo cual los alejaría de igual manera del voluntarismo pero, además, no compran a la gente a quien ayudan como miembros del Estado. Por oposición, la militancia kirchnerista quedaría en el lugar de una participación interesada, ya que buscaría apoyo a cambio de su ayuda cuando no son ellos mismos los “comprados”.

¿Qué rol tuvieron las estructuras sociales en la construcción de este nuevo vínculo entre juventud y política? Lo analizaremos en el próximo apartado.

Los Pro Puros

En este apartado de la investigación desarrollaremos la dimensión del discurso como práctica social, abordando las estructuras sociales en las cuales se enmarca la construcción de la juventud y su relación con la política, teniendo como punto de partida histórico a la asunción de Néstor Kirchner a la presidencia, en el 2003, por tratarse del único pasado al que hace alusión Mauricio Macri en su discurso (como pudo observarse en el apartado anterior).

Néstor Kirchner es electo Presidente de la Nación el 27 de abril de 2003. Desde ese momento, se produjo un fenómeno de reincorporación de los jóvenes al escenario político. Kirchner revalorizó el debate y el papel de la juventud en él, tendencia que se mantendrá durante las dos presidencias de Cristina Fernández de Kirchner y se acentúa luego de la muerte de su esposo en 2010 (Luna & Gun, 2011). Es importante mencionar que, durante los noventa, la militancia, las identidades partidarias y los antagonismos propios de la política habían perdido todo su protagonismo como consecuencia directa de la hegemonía discursiva del pensamiento único mercantilista, del desmembramiento y pérdida de legitimidad de las estructuras institucionales como también de la imposición de fenómenos propios de la mediatización de la vida social (Cecchini, 2007).

Desde Néstor Kirchner, el discurso político se apropió de lenguajes disponibles luego de la crisis de 2001, retomó algunos reclamos de las organizaciones y se volvió creíble, mostrándose como la ruptura con lo que había ocurrido en el país en el último tiempo. De esta manera, se logró interpelar a diversos movimientos sociales, explotando y reconfigurando los sentidos nacional- populares presentes en sus identidades (Chávez Solca, 2013).

Los nuevos militantes, jóvenes en su mayoría, poseían características diversas: tradición peronista, de izquierda, llegaban desde las universidades y organizaciones de Derechos Humanos. Todos ellos fueron formando la juventud militante que, en gran medida, constituirá la base del kirchnerismo (Zuazo, 2012).

Con Néstor Kirchner se recupera la dimensión de la política como lucha de intereses y herramienta de transformación de la sociedad. De esta manera, se generó una agenda con fuertes debates y sumamente atrayente, en especial para los jóvenes (Balardini, 2012). El kirchnerismo instala al actor juvenil como un protagonista interpelado por el Estado, produciendo una narración exitosa que contribuyó a construir la idea de que los jóvenes volvían a la política con un rol especialmente importante (Larrondo, 2013). Como supimos analizar anteriormente, con Cristina Fernández de Kirchner la categoría “joven” se termina de legitimar como fuente de prestigio y una categoría destacada en el universo de las relaciones militantes (Vázquez, 2014).

Sin embargo, el fenómeno de la juventud militante kirchnerista no se trata de un hecho “mágico”, absolutamente espontáneo. Ni siquiera exclusivamente argentino. Es el resultado de un complejo y largo proceso nacional, de una tendencia regional y hasta de un escenario social a nivel mundial (Natanson, 2012).

En este sentido, Balardini plantea que en los últimos años se ha producido un proceso de “juvenilización del mundo” que da lugar a lo que él denomina “juvenósfera”. En la misma línea, Vommaro en “La "repolitización" de los jóvenes, un legado de los 12 años kirchneristas” (2015) asegura que la juvenilización responde a una nueva valoración (positiva) y una mayor importancia de lo juvenil en la vida social. No sólo de los jóvenes como sujetos, sino de sus atributos generacionales. Es así que lo juvenil se ha convertido en un valor positivo o hasta un valor en sí mismo.

Para Vommaro (2015), el mundo está siendo escenario de dos procesos: una feminización de la sociedad y una “juvenilización”. Es decir, una creciente importancia y valorización de lo juvenil en el conjunto social, entendiendo no sólo a los jóvenes como sujetos sino considerando una serie de atributos que pueden interpretarse como juveniles. Hablar de un político joven o que una fuerza política es joven se considera un atributo positivo.

El partido Propuesta Republicana (PRO) es también hijo de la crisis de 2001, como el kirchnerismo (Fidanza & Vommaro, 2014; Natanson, 2015). De hecho, fue reconocido legalmente como institución partidaria apenas cuatro años después bajo el nombre Compromiso para el Cambio, cambiando su nombre a Propuesta Republicana en 2008. Mauricio Macri se postula como Presidente de la Nación, en el año 2015, dentro del frente Cambiemos ganando las elecciones en balotaje frente a Daniel Scioli, candidato del Frente para la Victoria, por el 51.34%.

El origen del PRO está en la Fundación Creer y Crecer donde confluyeron Francisco de Narváez y Mauricio Macri, cuyo objetivo es facilitarles la entrada a la política a distintos sectores ajenos al mundo partidario. El objetivo es atraer personas “no contaminadas” - como si la política fuera un virus- pero que decidieron involucrarse “para cambiar las cosas”. Los jóvenes que entran al PRO son parte de este universo denominado los “Pro Puros” (Fidanza & Vommaro, 2014).

En relación a la juventud del PRO, Vommaro (2015) asegura que, salvo contadas excepciones, se tratan de jóvenes de sectores altos y medio altos, más vinculados a una idea de voluntariado, reticentes a cualquier tipo de calificación ideológica. En ese mismo sentido, Berensztein en ¿Tiene ideología Mauricio Macri?[11] (2016), sostiene que el PRO es una combinación de un conjunto heterogéneo de corrientes políticas, no sin contradicciones internas, pero carente de ideología firme y consistente. Sus preceptos abarcan desde el desarrollismo hasta algunos más modernos como el zen.

La juventud kirchnerista y macrista comparten un hito originario: la resolución 125[12], aunque la primera se volcó a la militancia partidaria a favor del gobierno mientras la segunda decidió apoyar al campo, porque Argentina es un país con potencial que necesita desarrollar algo que el “populismo” impide (Fidanza & Vommaro, 2014).

Conclusión

La concepción de la ideología como mala palabra proviene del discurso posmoderno perteneciente a la década del 80 que se consolida durante la etapa neoliberal en la región y el mundo en la década del 90 (Pellegrinelli, 2016). Tras la etapa kirchnerista en el país, con los sucesivos gobiernos de Néstor y Cristina Fernández de Kirchner, Mauricio Macri busca rescatar esa concepción anti – ideológica buscando anular el tinte militante y confrontativo de sus antecesores.

La juventud, si bien es apenas interpelada por el Primer Mandatario, es considerada parte del todo social sin ningún tipo de valorización diferenciada, algo que sí ocurría y ocurre con el kirchnerismo. En los discursos de Macri no existen los militantes sino “la militancia política” o la “política” a secas, presentada como un carácter negativo del pasado reciente, caracterizado por la corrupción y la compra de voluntades.

Ese planteo se contrapone con la idea del emprendedor y el voluntariado. Actividades sociales netamente individualistas, que restringen los cambios en la vida de las personas exclusivamente en base a sus propios méritos y no a las estructuras sociales o acciones estatales en las que viven. Subyace la idea de que las oportunidades son iguales para todos. Parece ser un signo de época que el voluntariado se ha convertido en sinónimo de solidaridad, gratuidad, altruismo, generosidad, buena voluntad, términos que hoy sustituyen a los conceptos de militancia, compromiso sociopolítico, acción revolucionaria, liberación, entre otros (María Rivas, 2002).

Estrictamente, voluntariado hace referencia al trabajo no remunerado, que conlleva una acción de entrega frente a las necesidades de otras personas o la sociedad. Se destaca el concepto de opción libre (Vera Rojas, 2007). En ese sentido, la militancia política propia del kirchnerismo está asociada, para el macrismo, con la compra de voluntades a través de puestos dentro del Estado (en el caso de militantes de La Cámpora) o por el “choripán y la coca” a cambio de presencias en actos o movilizaciones.

De esta manera, la militancia no tiene raciocinio ni convicción de accionar sino que sólo tiene como razón de ser un intercambio corrupto. Los jóvenes PRO son emprendedores que pudieron, solos y por su cuenta, lograr mejorar su vida pero también hay otros dos tipos juventud en el discurso de Mauricio Macri: las víctimas de la desigualdad social que sufren la baja calidad educativa o el hambre y aquellos de bajos recursos que consumen drogas, convirtiéndose en un peligro para sus propias familias y la sociedad toda. En este último caso, la solución propuesta es la baja de la edad de imputabilidad. Es decir, el sistema carcelario.

Nuevamente, la ausencia a una interpelación como miembro del Estado de la intervención del mismo en el acontecer social o en las estructuras que generan la desigualdad. Esta última es parte de la pesada herencia del pasado inmediato que este gobierno de representantes “modernos” viene a solucionar.

La ideología que caracteriza al PRO es la de la ausencia de ideología, como detalla Alabarces (2016). Este principio de aparente imparcialidad tiene como consecuencia la despolitización y el vacío de la dimensión política, no sólo en los jóvenes sino en la sociedad toda. Además, conlleva la falta de autocrítica sobre el rol personal frente a esa situación adversa a la cual se busca solucionar con el compromiso hacia un partido político.

Al tratarse de un gobierno en acciones, con más de dos años más de gestión por venir, el fenómeno sigue y seguirá siendo objeto de observación. El tiempo dirá el papel que, para ambas juventudes, guarda el presente y futuro político de la Argentina.

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[1] Fecha de recepción: 02/05/2017. Fecha de aceptación: 22/06/2017.

[2] Periodista profesional titulada por el Colegio Universitario de Periodismo y Licenciada en Comunicación Social. Especializada en análisis crítico del discurso y el modelo tridimensional de Norman Fairclough, como también en marketing digital. Experiencia en medios locales y nacionales (como Hoy Día Córdoba, El Intransigente de Salta, El Cívico de Capital Federal, entre otros). paogiselg@gmail.com 

[3] Por ejemplo, Agnese –Barreiro (2009); Biglieri (2005-2006, 2007); Cecchini (2007); Gindin (2010); Gun-Luna (2011); Martínez (2010, 2011); Montero (2006, 2007) y Vitale- Maizels (2011), entre otros.

[4] Discurso completo: https://www.youtube.com/watch?v=fnvsT5IymHA&t=7s

[5] http://www.casarosada.gob.ar/informacion/discursos

[6] Expresión perteneciente al discurso en la Apertura del 135° período de sesiones ordinarias del Congreso de la Nación Argentina. Fuente: http://www.casarosada.gob.ar/informacion/discursos/38791-discurso-del-presidente-mauricio-macri-en-la-apertura-del-135-periodo-de-sesiones-ordinarias-del-congreso-de-la-nacion-argentina.

[7] Según el informe de Naciones Unidas correspondiente al año 2010 el consumo de paco en niños en edad escolar de bajos recursos aumentó en un 500% en tres años. Fuente: https://www.clarin.com/policiales/paco-droga-vincula-delito-pobreza_0_r1rNwoHpDQg.html y https://www.clarin.com/narcotrafico/negocio-mueve-millon-dolares-mes_0_B1lbw163w7l.html.

[8] La fe mueve montañas.

[9] El titular del Banco Nación, Javier González Fraga, declaró que la movilización por el 24 de marzo de 2017, en conmemoración de la Verdad, la Memoria y la Justicia, los asistentes acudieron porque les ofrecían “500 pesos, el choripán y la coca” (http://www.perfil.com/politica/gonzalez-fraga-ofrecian-500-pesos-vino-y-choripanes-para-ir-a-la-marcha-del-viernes.phtml) A su vez, el Presidente Mauricio Macri declaró, luego de la marcha a su favor conocida como el 1A (por realizarse el primer día del mes de abril de 2017): “No hubo colectivos ni choripán” (https://www.clarin.com/politica/dijo-mauricio-macri-contundente-marcha-favor-gobierno_0_rkDeR2ahe.html).

[10] http://www.lanacion.com.ar/1986604-peter-robledo-le-respondio-a-cristina-kirchner-por-sus-criticas-a-la-militancia-rentada.

[11] http://www.perfil.com/elobservador/tiene-ideologia-mauricio-macri-0306-0060.phtml 

[12] La Resolución 125 hace referencia a un sistema de retenciones móviles a la exportación que ligaba su aumento o disminución a la evolución de precios internacionales.